jueves, 14 de febrero de 2008

Campanadas a la muerte: Vitoria 3 de marzo de 1976

Durante la década de los 60, en Vitoria hubo un desarrollo industrial enorme, fue un foco de inmigración, en el que se consituyó un joven proletariado. A finales de 1975, en 10 ó 15 fábricas, había una serie de gente inquieta que en la clandestinidad se reunía en el monte y que elaboró una plataforma revindicativa unitaria inocente: 5000 ó 6000 pesetas de aumento lineal (para todos los puestos de trabajo), 40 horas semanales, el 100% en caso de enfermedad o accidente, jubilación a los 60 años en algunas fábricas y poco más. Después del día de Reyes de 1976, se presentó la plantaforma en las fábricas, y estalló la huelga. La primera reacción de las empresas fue cerrar. Las empresas se niegan a negociar con una forma de representación impuesta por los trabajadores, la asamblea. Ante esta respuesta patronal, las reivindicaciones económicas pasan a un segundo plano, y la consigna es "Todo el poder para la Asamblea". La asamblea general era enorme, de 5000 a 6000 personas, no podía decidir si antes no se había acordado en cada asamblea individual de fábrica. Cuando las empresas aceptan negociar la plataforma con las comisiones representativas elegidas por los trabajadores, comienza una segunda batalla en torno al carácter de portavoz de estas comosiones. Los empresarios no podían tolerar que estas comisiones representativas no fueran ejecutivas y les exigía que tomaran decisiones sin consultar a la asamblea. Otra batalla se establece en las asambleas en torno a las reflexiones sobre el papel jugado por los trabajadores, ¿por qué la patronal se cierra?, ¿por qué el Estado apoya a la patronal? ¿por qué tanta represión policial?... Así se llega al 3 de marzo de 1976, con una huelga general y Vitoria paralizada. Desde primera hora de la mañana los enfrentamientos son constantes, barricadas, tiros de bala por parte de la policía, detenciones... Por la tarde estaba convocada en la iglesia de Zaramaga la asamblea general, en la que se iban a reunir más de 8000 personas. La policía tiene orden de gasear el interior de la iglesia y cuando la gente sale del interior la ametralla. Resultado: 5 muertos, más de 100 heridos de bala y numerosas detenciones. A estos hechos se responde con una convocatoria de huelga general en todo el País Vasco, seguida masivamente y que se salda con otro muerto en Basauri.
Con el final trágico no hay negociación, las empresas conceden todo lo que los trabajadores habían pedido. Incluso los convenios posteriores fueron los mejores de la historia de la clase obrera de Vitoria. Pero las balas, los muertos y la represión consiguieron su objetivo principal, reventar aquel proceso asambleario, que podía poner en jaque una transición a la democracia basada en el consenso y la amnesia, orquestada desde altas esferas. Fraga, responsable de estos hechos, lanzó su elogio a Vitoria: "aquello de Vitoria había que aplastarlo porque estaba dirigido por dirigentes que manipulaban a la clase trabajadora y eran pequeños soviets que se estaban gestando y había que extinguirlos." Ninguno de los responsables de aquella matanza ha sido inculpado: Fraga, Martín Villa, Adolfo Suárez, los policías y los miembos de la patronal vitoriana.



Todo el poder a la asamblea. Vitoria 3 de marzo de 1976 Folleto más CD con la grabación de los diálogos de la policía. Likiniano Elkartea.
Asalto a la Fábrica. Luchas autónomas y reestructuración capitalista 1960-1990 Francisco Quintana, coord. Alikornio Ediciones (2002)
La Revolta Permanent documental dirigido por Lluis Danes (2006)
Actas de la guera social en el Estado Español (1868-1988) España en el corazón. Os Canganceiros. Pepitas de Calabaza (2005)

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