viernes, 31 de octubre de 2008

Zarama

Zarama "Biohtzak sutan". Todavía hay corazones que siguen ardiendo. Del disco Dena ongi dabil 1987.



jueves, 30 de octubre de 2008

¡¡Pakean Utzi Arte!!, 13 de agosto de 1983 en Usurbil.


Non bizi zen? Nondik zebilen?
Noiz egin zituen etsaiak?
Inoiz zoriontsua izan zen?
Zer pentsatuko luke gutaz?
Zerk ematen zion indarra?
Ez gehiago bueltarik eman
dakigu galtzen ditugunean
egun batzuk horrela dira
ahal dakigu gure heroen izenak
joan gaitezke haien hiletara.
Periodiko guztietan, lehen orrian
hilotzaren ondarrak garraxika
estatuari gerra, gerra beti
pakean utzi arte, utzi arte.

Maitasuna ederrena bada
zergatik hortaz iluntzian
askatasunarekin larrutan?
Maitale arriskutsuegia da
hortik ibiltzeko kontutan.
Ez zeok bueltarik eman behar
jazo behar dena jazo data
ez da inola onik denentzat
nork ez du maite askatasuna
nahiz ta leher egin esku artean?
ezin zaitut begira gehiegi da
hilotza garraxika etengabian
estatuari gerra, gerra beti
pakean utzi arte, utzi arte.


El 13 de agosto de 1983, dos militantes de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, Naskas y Piti, vuelan por los aires al explotar el artefacto que manipulaban en el coche. Piti era colega de la gente de Hertzainak, que escribió la canción Pakean utzi arte cuando se enteró del suceso.



¿Dónde vivia? ¿Por dónde andaba?
¿Cuando hizo enemigos?
¿Fue alguna vez feliz?
¿Que pensaría de nosotros?
¿Qué es lo que le daba fuerza?
No hay que darle mas vueltas
los conocemos cuando los perdemos.
Algunos dias son así.
Podemos saber el nombre de nuestros heroes,
podemos ir a sus funerales.
En todos los periodicos, en primera pagina,
los restos del cadaver gritando
Guerra al estado, ¡guerra siempre!
¡Hasta que nos dejen en paz!

Si el amor es lo mas hermoso,
¿Por qué follar a oscuras con la libertad?
Es una amante demasiado peligrosa
como para andar contandolo por ahí.
No hay que darle mas vueltas,
lo que tiene que pasar, pasa.
Y no hay nadie bueno para todos
¿Quién no ama la libertad...
aunque le reviente entre las manos?
No puedo ni mirarte, es demasiado.
El cadáver gritando sin parar
Guerra al estado, ¡guerra siempre!
¡Hasta que nos dejen en paz!



miércoles, 29 de octubre de 2008

Homenaje a Asturias. Gijón 1984-1985.

La ofensiva mundial dirigida por el Capital contra los pobres tropezó en España, durante los años 83, 84, 85, con un amplio movimiento de agitación que se desplegó principalmente a partir de los sectores industriales condenados a desaparecer.
Ya en el mes de febrero del 84, España registró un aumento del 400% en los conflictos laborales respecto al año anterior. Esas huelgas afectaban prácticamente a todos los sectores: industria, textil, industria química, industria del automóvil (General Motors), construcción, minería, transportes.
Pero fue el "plan de reconversión" del sector naval, donde el Estado se había fijado como objetivo la supresión de veinte mil puestos de trabajo, el que provocó el conflicto de mayor duración, que se extendió desde Cádiz hasta todo el noreste de España (País Vasco, Asturias, Galicia) donde se concentran los mayores astilleros españoles.
La lucha de los obreros del sector naval de Bilbao y Gijón en particular ha confirmado la oposición entre los métodos legalistas de la negociación sindical y los utilizados por todos aquellos que han visto en la negociación sindical y la legalidad una limitación práctica de su lucha. Como osaron gritar los estalinistas en plena batalla de los astilleros Euskalduna de Bilbao: "Hay que luchar contra el ministro de Industria, no contra el ministro de Interio".
Como no quisieron tener miramientos ni con uno ni con otro, los obreros toparon de frente con dos enemigos directos: la policía y el reformismo sindical, a los que hicieron frente en Gijón de una sola forma: organizándose en asamblea.
En todas estas luchas hubo momentos que escapaban a la forma de un conflito industrial clásico, y se empleaban métodos que les daban un carácter universal, fuese en Cádiz, en diciembre del 84, donde durante unos días el conflicto del sector naval se extendió con exacerbada violencia a varios barrios que se atrincheraron tras las barricadas, en Bilbao, donde la rabia y la determinación de los combatientes dieron a su lucha la forma de una guerrilla abierta contra la policía durante tres meses, o en Gijón, donde la asamblea que se reunía en el centro de la ciudad estaba a abierta a todos.
Oponiéndose a los despidos, los obreros querían aplazar la aplicación del "plan de recoonversión" en su conjunto. Inscribirse en los "Fondos de Promoción de Empleo" significaba aceptar los despidos sin rechistar. Como resumía muy bien un obreros de Gijón: "Dentro de tres años, nos encontraremos en la calle y habrá que luchar, así que mejor que lo hagamos ahora". La lucha contra la inscripción en los FPE, por su objetivo mismo, hacía del momento de la negociación algo secundario. La alternativa estaba clara: se trataba de saber si se cedía a las condiciones del FPE o se rechazaban como un chantaje más. A partir de ese momento, ya no había lugar para la negociación. A través de la lucha contra los FPE,en la que cristalizaba la rabia contra una suerte común a miles de asalariados, fue la dependencia más general de la lógica de este mundo lo que se convirtió en blanco de la cólera.
Al principio en Gijón, durante el año 83, se trataba por lo esencia de formasde protesta convencionales. Por lo demás, durante todo ese periodo, que duraría hasta la primavera del 84, los obreros aún salían a la calle con las manos vacías, pese a que la presión del Estado se hacía más intensa. Los gobernantes españoles tenían prisa por mostrarse presentables en el mercado de la competencia mundial, máxime cuando para ellos se avecinaba un plazo decisivo: la entrada en la CEE. Se trataba de llevar a todos esos insatisfechos a la mesa de negociaciones lo antes posible. Como el encuadramiento sindical no podía desempeñar ese papel con la suficiente eficacia, la presión del gobierno se concentró en el chantaje de la inscripción en los FPE. ¡Inscripción o muerte! "Las condiciones que ofrecemos a los trabajadores son muy buenas... Existe la garantía de una reclasificación. Si hay una minoría que sigue negándose, es muy libre de hacerlo", declaraba cínicamente Solchaga, el ministro de Industria. A esas prisas de los gobernantes y burócratas por someter a unos obreros totalmente decididos a diferir las cosas, éstos respondieron con métodos de lucha que iban radicalizándose... Aquello que para los dirigentes era lo máximo que podían conceder, los obreros lo consideraban como un mínimo que iban a hacer pagar lo más caro posible.


El verano del 85 representó para los obreros de astilleros de Gijón la suspensión provisional de un período de lucha que había durado casi dos años sin interrupción. Fue entonces cuando tuvieron lugar los más bellos excesos destructores y cuando la dinámica asamblearia dio las mejores pruebas de su capacidad práctica, estimulando la combatividad, la imaginación y la organización en la lucha, y atrayendo por su existencia misma a otros proletarios ajenos a los astilleros.
Desde la primavera del 84, fueron muchos los elementos del mobiliario urbano que sufrieron la cólera de los obreros de los astilleros. Las barricadas de neumáticos se contaban por centenas; los autobuses incendiados por decenas. Los deshechos de trenes, utilizados por la cara y después quemados, yacen todavía hoy en la estación. Un gran almacén que no quiso cerrar durante una jornada de huelga general fue incendiado esa misma noche. Las cervecerías frecuentadas por los fachas fueron destrozadas en varias ocasiones. Durante varios meses las entradas de los bancos fueron apedreadas e incendiadas. La fachada del ayuntamiento también sufrió las tórridas caricias del fuego tras una jocosa estratagema: un simulacro de entierro permitió a una pequeña concentración atravesar la ciudad en las narices de la policía; los féretros que simbolizaban la muerte del sector naval) llevados a hombros estaban rellenos de neumáticos que sirvieron para prender fuego a las puertas del ayuntamiento al terminar la procesión. La entrada de la Audiencia fue quemada, y poco después, las instalaciones de uno de los astilleros recién cerrados fueron pasto de las llamas.
Si los obreros del sector naval pudieron mantener durante tanto tiempo una presión sobre el conjunto de las fuerza coaligadas contra ellos, fue gracias a su práctica asamblearia.
Pero, antes de proseguir, es importante recordar que esa autonomía que la asamblea de Gijón supo mantener frente al control sindical guarda relación con algunas peculiaridades históricas del movimiento social asturiano.
En primer lugar, la propia tradición de lucha del proletariado en Asturias, que marcó durante la insurrección de octurbre del 34 una larga epopeya revolucionaria y planteaba ya las condiciones de una revolución moderna. Esta tradición de lucha resurgirá sin cesar a lo largo de los años cincuenta y sesenta, cuando partiendo de las minas, se desencadenaron las huelgas más duras que España conoció en aquel entonces.
Fue en Asturias donde estalló, en febrero del 57, la primera huelga importante desde la guerra civil, y donde aparecieron las primeras formas de organización autónoma con delegados de pozos, que constituirían el embrión de lo que más tarde serían las asambleas. En marzo del 58, veinte mil mineros se declararon de nuevo en huelga reclamando aumentos de salario. Franco respondió con el cierre patronal y el estado de excepción en todas las cuencas mineras: fueron detenidos doscientos delegados de pozos. En el 63, cuando las huelgas se sucedían en las minas asturianas, Franco respondió con el destierro de trescientos mineros.
Otra peculiaridad de la región es la evolución local de la UGT. La UGT, que se apoyaba sobre la tradición de lucha en la minería, era el sindicato con más implantación en Asturias. Pero desde que el PSOE está en el poder y la UGT a sus órdenes, su desaparición como principal sindicato obrero ha dejado en Asturias un magnífico vacío sindical que, si bien ha podido ponerles los dientes largos a muchos aprendices de burócratas, también ha dejada despejado el terreno, facilitando la comunicación práctica -sin intermediarios- entre los proletarios.
En el 84, en una época en la que el movimiento de las asambleas de los años 76 al 78 retrocedía en España, los obreros de Gijón tuvieron el gran mérito de colocar de nuevo esa forma de organización de la comunicación en el centro de la lucha. Hasta la primavera del 85,la dirección de esa lucha se ha fraguado en la asamblea como órgano soberano y decisorio.
Los obreros, que llevaban meses luchando y levantaban barricadas delante de sus respectivos astilleros, estaban abocados a reunirse de forma regular durante los enfrentamientos. Cuanto más se repetían esos choques, más sentían los combatientes la necesidad de reagruparse fuera de la zona de los astilleros, donde siempre terminaban retrocediendo frente a la intensa presión de los polis. Para dar mas eficacia a una lucha casi cotidiana, decidieron celebrar dos veces por semana una asamblea que los reuniera a todos. Ocuparon una sala de cine abandonada en pleno centro de la ciudad, dentro de la "Casa del Pueblo", edificio que pertenecía normalmente a los sindicatos.
Al reunirse de una vez por todas fuera de los astilleros, la asamblea rompe la dependencia de los obreros respecto a su lugar de producción. Y está abierta a todos. En ella participan obreros de otros sectores industriales, algunos mineros de las cuencas vecinas, los jóvenes de los centros de formación profesional y de los institutos técnicos, los parados y finalmente cualquier proletario.
De entrada, la asamblea rompe el corporativismo sindical. Entre los participantes, que discuten directamente entre sí, no se tratará sino del porvenir de la lucha en curso, de sus consecuencias para la vida de cada cual, del papel nefasto de tal o cual sindicato respecto de esta u otra acción. En este lugar, se discute poco acerca de las negociaciones o del estado de éstas con el gobierno. Esa tarea se deja deliberadamente al margen de la asamblea, a cargo de los representantes sindicales.
La asamblea de Gijón ha sabido dotarse de los medios para el debate libre: cada cual puede intervenir en ella sin dotarse de una etiqueta cualquiera. Allí se habla en nombre propio, y cada uno de los presentes puede ser interpelado y tiene que responder en público, lo que la diferencia radicalmente de tantos otros conflictos en los que los burócratas prohíben expresarse a los no delegados. Todas las votaciones son a mano alzada y no con papeletas secretas, de modo que a lo largo de los debates la correlación de fuerzas esté a la vista de todos; por lo demás, estos no se eternizan. Se trata casi siempre de criticar las acciones llevadas a cabo en días anteriores y de buscar un acuerdo sobre lo que conviene hacer de cara a las próximas intervenciones callejeras. Es preciso recordar este principio esencial: que no hay separación entre la asamblea y la calle, a la que se trasladan la casi totalidad de los presentes al final de los debates (entre tescientas y cuatrocientas personas cada vez).
Es la asamblea, pues, quien prosigue su propia acción en la calle. Durante todo el tiempo que duraron los enfrentamientos con la policía, las diferentes acciones contra los bancos, los autobuses, etc., la asamblea jamás perdió la iniciativa. Esa coherencia permite una estrategia que tiene como principio ser siempre ofensiva: escoger, al margen de toda consigna exterior, el momento, el lugar y los métodos más indicados para perjudicar.
Como en los momentos cumbre del movimiento de las asambleas de fines de los años setenta, en Gijón no existió separación entre la discusión, la decisión y la ejecución práctica; sólo la época ha cambiado.
Tras cada salida a la calle, dos veces por semana (como las asambleas), la gente se juntaba de nuevo, incluso en pequeños grupos, para discutir el cariz tomado por los acontecimientos, decidir una nueva línea de actuación a debatir en la próxima asamblea. De ese modo, la asamblea solo rinde cuentas ante sí misma. Por otra parte, cuando el público está reunido, los burócratas que aparecen por allí se guardan de criticar los métodos empleados.
La asamblea de Gijón ha concentrado sobre sí el interés del público. Ha propagado el gusto por la ofensiva entre aquellos que, aun cuando los despidos no les afectan directamente, comparten las ganas de lucha de los obreros más decididos de los astilleros., Ese ánimo de insubordinación que salía reforzado de la asamblea, dio lugar a algunas hermosas prolongaciones fuera del sector naval. Por ejemplo, a fines de enero del 85, el Centro de Formación Profesional de Oviedo fue destruido por alumnos del Centro que frecuentaban la asamblea. Varios coches, un montón de piezas de motor y varias terminales electrónicas fueron reducidos a cenizas. A mediados de marzo, en Ensidesa, una importante empresa siderúrgica de Gijón, dos encapuchados incendiaron y destruyeron la torre de control de una cinta transportadora de acero. Ese sabotaje fue reivindicado como un acto de solidaridad con los trabajadores de los astilleros en lucha y tuvo, además, el gran mérito de proporcionar un respiro a los trabajadores de la empresa. ¡De puta madre! Ese sabotaje no hubiese podido tener lugar sin amistosas complicidades dentro de la empresa, que no se había movido durante ese periodo turbulento. Que sepamos, ese tipo de iniciativas individuales jamás fueron condenadas por la asamblea como un desbordamiento de su acción: ¡todo lo contrario!


Frente a lo que pasó en Euskalduna, donde los obreros se sirvieron de su astillero como de un parapeto, los combatientes de Gijón apostaron por la movilidad desde los primeros enfrentamientos. Delante de las entradas de cada astillero, situadas en la misma avenida, se levantaban, en un ambiente tranquilo y de buen humor muy español, varias barricadas con trozos de grúas, traviesas de ferrocarril, y más a menudo, con centenares de neumáticos rociados con gasolina e incendiados. Esa arteria que comunica con el centro tiene una gran importancia estratégica para Gijón. Cuando el asalto policial se hacía demasiado apremiante, se organizaba el repliegue hacia la barricada que se había levantado mientras tanto delante del siguiente astillero, donde los combatientes podían desaparecer sin problemas.
Hace unos meses, cuando las escaramuzas se trasladaban hacia los inmuebles cercanos a "La Calzada", una zona de viviendas de protección oficial, la policía recibió de parte de los habitantes de todas las edades una acogida bien merecida. Todo tipo de objetos domésticos fueron lanzados desde las ventanas sobre los cogotes de la pasma; un ama de casa nos aseguró haber visto caer una gran bombona de gas sobre los morros de la poli.
A lo largo de todo un año, los obreros y quienes se juntaban con ellos supieron mantener la iniciativa en los enfrentamientos. Muchas veces, las barricadas levantadas en el sector de los astilleros se vieron apoyadas por acciones en otros lugares de la ciudad. Así, en el mes de febrero del 85, una de las últimas veces en las que la policía lanzó un asalto muy violento contra combatientes refugiados en el interior de un astillero (las dos garitas de la entrada fueron totalmente destrozadas por la intensidad de los pelotazos de goma), otros grupos intervinieron para dar apoyo logístico, quemando en ese mismo momento varios vagones de dos trenes detenidos en la estación mientras otros levantaban e incendiaban barricadas en el centro de la ciudad. Simultáneamente, grupos de jóvenes atacaban una furgoneta de la policía a pedradas.
Más recientemente, en la primavera del 85, cuando una vez más tenían lugar serios enfrentamientos en los alrededores de un astillero, unos obreros que se encontraban en el centro se incautaron de unos autobuses para acudir en ayuda de los combatientes.
También apareció un arma temible, un lanzacohetes artesanal que devolvía las pelotas de goma contra la policía, al parecer con una violencia y una precisión multiplicadas.
La movilidad de los combatientes llevaba regularmente los enfrentamientos hasta el centro de la ciudad, donde las diversas intervenciones se hacían por pequeños grupos, la mayoría constituidos por los que salían de la asamblea. La rapidez de las acciones, que generalmente sufrían los bancos y los escaparates de las joyerías... hacía extremadamente delicada la intervención de la policía. La presencia de numerosos transeúntes entorpecía de forma considerable las cargas policiales y los disparos de pelotas o de gases. Esa movilidad servía de protección a los asaltantes. Cosa que entendió una beata agarrada a su reclinatorio dentro de una iglesia, y que se llevó un pelotazo de goma en la cabeza.
Ni que decir tiene que esa libertad de movimiento iba a la par con una vivacidad de ánimo que estuvo siempre presente en los momentos que exigían un máximo de unidad táctica y de determinación. Tal era la fuerza de la presión en la calle, que aunque hubo muchas detenciones, nunca duraron más allá de una detención preventiva. Así, una hermosa tarde de febrero del 85, cuando los "asaltantes", apoyados por unos jóvenes, atacaron las entidades bancarias incendiando las entradas con unos neumáticos y cócteles molotov, uno de ellos, de sobra conocido en las luchas, fue detenido. Unas horas más tarde, un reagrupamiento de unas cuatrocientas personas fue a rodear la cárcel, fuertemente custodiada, para exigir la liberación del prisionero. Una amenaza que no tardaría en tomar forma fulgurante se hizo perentoria: "si en las horas siguientes no se ha liberado al detenido, arderán dos autobuses, mañana cuatro, pasado mañana séis, y así sucesivamente..." La primera parte de la amenanza fue ejecutada en el acto. Dos autobuses ardieron en diferentes barrios de la ciudad. Hay que precisar que, en aquélla época, ya habían sido unos quince los autobuses totalmente devorados por el fuego. Al mediodía del día siguiente, nuestro hombre quedaba libre.
Los obreros de Gijón se han preocupado siempre de dar a conocer su lucha, por lo menos en Asturias. Siempre que iban a ocupar los estudios de la tele regional en Oviedo, a los que reprochaban silencias su lucha, lo hacían en un ambiente de buen humor. En otra ocasión, sabotearon un partido de fútbol de máxima rivalidad emitido por la tele en toda España: la enloquecida carrera de un cochinillo en plena forma dio mucha guerra a los jugadores, evidentemente más acostumbrados a controlar un balón redondo. Al cerdo le sucedió un equipo de pollos. El colofón fue una lluvia de clavos que dificultó la continuación del encuentro, mientras aparecían en las pantallas pancartas alusivas a la lucha de Gijón.
Otro día, la cabina de una nave en construcción, previamente cortada con un soplete, fue depositada en el centro de Gijón para obstruir el tráfico.


Pese a que la existencia de la asamblea propicia un estado de ánimo anti-burocrático, los obreros de Gijón que se hallan presentes no rechazan abiertamente las diferentes representaciones sindicales. Si bien no se les prohibe la entrada en la asamblea, los representantes sindicales sólo intervienen en ella a título personal o para exponer el único tema en el cual son expertos: el estado de las negoiaciones con el gobierno. Sobre lo demás no se atreven a intervenir. En ningún momento desempeñan un papel de encuadramiento en la asamblea. No dan consignas, emiten opiniones.
En esas asambleas generalmente están presentes representantes de CCOO, de la CNT y de la CSI (Corriente Sindical de Izquierdas). Por su parte, la UGT se cuida mucho de aparecer.
El papel de la UGT consiste hoy en particular en la aplicación de los "planes de reconversión" en las empresas. Con saber que en sus filas abundan basuras reconvertidas de los sindicatos verticales franquistas, procurándoles de ese modo cuadros competentes y experimentados, está todo dicho. ¡Que revienten! Por lo demás, allí les dan muy mala vida. A principios del 85, en Vigo dos delegados ugetistas fueron perseguidos hasta sus locales por un centenar de obreros que querían partirles la cara. Sus oficinas fueron devastadas por completo, y dejaron las ventanas bien abiertas para que "todo el mundo pudiera disfrutar del espectáculo". En febrero del 85, en El Ferrol, parte de la viviendo de un conocido ugetista fue destruida por un incendio voluntario. En Santander,en la misma época, a varios representantes de la UGT les partieron la jeta cuando aparecieron en una manifestación. Por poner un último ejemplo de los sentimientos que suscitan estos gusanos, citemos la decisión del gobernador civil de La Coruña de procurar "un servicio de protección especial por parte de la policía contra hechos terroristas que atacan a la convivencia ciudadana" a los dirigentes del PSOE y de la UGT.
En cuanto a la folclórica CNT, cuyo número de afiliados en Gijón no debe pasar las tres decenas, se limita a pasar lo más desapercibida posible. Su rigidez ideológica la ha estrangulado hasta el punto de despojarla del uso de la palabra, cosa que nadie lamenta, y menos desde que logró la proeza de desacreditarse para siempre ante los asamblearios tras los enfrentamientos que tuvieron lugar en mayo del 85. Un día, unos obreros, perseguidos por la policía, se vieron obligados a refugiarse en la Casa del Pueblo donde se reúne habitualemente la asamblea. Cuando la batalla estaba al rojo vivo y la policía padecía un bombardeo intensivo de proyectiles desde los tejados, miembros de la CNT se encerraron dentro de sus locales, que se encuentran en ese mismo edificio, y se negaron a abrir sus puertas a aquellos a los que la policía estaba acosando. ¡Después de algo así resulta difícil aparecer en público!
Los burócratas de CCOO, en la asamblea de Gijón, tienen permanentemente un pie dentro y otro fuera. Si se pasan la mayor parte de sus intervenciones fustigando la acción de la UGT, es porque es el único terreno de acuerdo que les queda con la asamblea. Los estalinistas se debaten entre la necesaria imagen de representatividad de los trabajadores y la necesidad de no romper definitivamente con aquellos que constituyen la base dinámica de la asamblea. Situación muy incómoda (¡nunca lo bastantes, desde luego!). Además, el relato de sus cabronadas en varios conflictos o acontecimientos recientes corre de boca en boca. Por ejemplo, se habla a menudo de su intervención en Madrid, donde el 15 de diciembre del 84, día de huelga general del sector naval, impidieron a los manifestantes asaltar el congreso nacional del PSOE, que ese mismo día se celebraba unas pocas calles más allá.
Si los estalinistas adoptaron durante tanto tiempo una posición oficial de oposición a la inscripción en los FPE en Gijón, fue sólo para permanecer dentro de un movimiento que los rechazaba cada vez más. El responsable localde la metalurgia de CCOO, al desaprobar los métodos de los obreros, fue obligado a dimitir en febrero del 85. Declaró: "Acciones como quemar autobuses, vagones de la RENFE, son prácticas prohibidas en CCOO desde siempre porque acentúa el aislamiento del sindicato... El progreso de hoy y el socialismo de mañana se hacen construyendo y produciendo, no destruyendo." Que reviente también.
La CSI desempeñó durante todo ese periodo un papel partircular. La CSI es uno de esos neo-sindicatos, cada vez más numerosos en España, constituidos a principios de los años 80, de resultas del reflujo del movimiento de las asambleas. A menudo la iniciativa en la creación de ese tipo de corrientes parte de antiguos izquierdistas, e incluso antiguos asamblearios reconvertidos al activismo sindical.
La mayoría de los militantes de la CSI proceden de CCOO, con las que rompieron, reprochándoles sun funcionamiento "demasiado burocrático" y su abierta participación en la gestión de los negocios del Estado. La CSI está organizada como sindicato autónomo desde el 81. Se ha dotado de sus propios estatutos, en los cuales se define a sí misma como antijerárquica y ajena a todo centralismo burocrático. Tiene delegados elegidos en los comités de empresa, lo que la lleva a participar en la concurrencia habitual entre sindicatos dentro de los procesos negociadores. La CSI reúne en Asturias a unos dos mil miembros, principalmente en los astilleros, pero también en la minería, la siderurgia... Defiende una posición de "sindicato de base", de "sindicato de lucha", que se ha puesto de manifiesto a lo largo del conflicto de Gijón desempeñando un papel de apoyo logístico a la asamblea. Muchos de sus más aguerridos combatientes se reunían en los locales de la CSI. Dentro de sus locales, todos los debates que concernían a la evolución de la lucha estaban abiertos a cualquier participante de la asamblea. Allí se decidían en particular las acciones duras, ilegales, que, por evidentes razones de seguridad, no se podían debatir en asamblea. En aquel momento, su papel no fue el de un sindicato clásico; apoyaba una lucha que se llevaba cada día a iniciativa de la asamblea. El principio de la asamblea extrae su vitalidad de su extensión a otros sectores, a otras asambleas. El peso relativo de la CSI se ha debido en gran parte al aislamiento al cual se vio sometida la asamblea de Gijón.
Al final de la primavera del 85, los tres astilleros que debían desaparecer fueron finalmente cerrados uno tras otro. Las prestaciones de los que se encontraban en paro se agotaban, o eran un porcentaje tan bajo que ya no bastaban (¡algunos incluso no percibían nada desde hacía varios meses!). Los obreros de los astilleros de Gijón, tras haber luchado durante más de un año contra su inscripción en los Fondos de Promoción de Empleo, se encontraron obligados a dar el paso y a ceder sobre ese punto.
Sin embargo, la presión que supieron ejercer sobre todo lo que gestiona y gobierna en esa parte de Asturias ha dado algunos resultados concretos. Al terminar un período de agitación que se había extendido a la mayoría de las regiones portuarias e industriales del norte de España, para el Estado era necesario terminar con el clima de insubordinación creado por los obreros de los astilleros de Gijón, y procurar que, una vez agotadas sus prestaciones por desempleo, los perturbadores fuesen bien tratados, no fuera que volviesen a entrarles ganas de movilizarse de nuevo.
Los recientes inscritos en los FPE se benefician de condiciones relativamente correctas, si se comparan, por ejemplo, con la suerte que han padecido en Francia, desde finaleas de los años setenta, las víctimas de las diferentes reconversiones industriales. Hoy, un obrero inscrito en los FPE de Gijón percibe, durante tres años y sin ruptura de contrato con su empresa, un salario de alrededor de unas veinticinco mil pesetas más del que percibía cuando trabajaba. Los FPE deben procurarle un empleo de una categoría correspondiente a su capacidad profesional durante ese período de tres años, a una distancia máxima de veinticinco kilómetros de Gijón.
Aquellos a quienes hemos visto recientemente nos confiaban que si bien esa perspectiva de quedarse tres años sin trabajar estaba lejos de desagradarles, pronto tendrían que reanudar las manifestaciones, pues son conscientes de que semejante acuerdo pueda volverse contra ellos en cuanto se relaje la presión en la calle. Añadieron que siempre existía la posibilidad de volver a hacer lo que habían hecho en octubre del 84, cuando trescientos de ellos fueron a asaltar el ayuntamiento, rompiendo puertas y ventanas, en el momento en que se celebraba una reunión entre los representantes del gobierno y de los sindicatos para decidir su suerte.
Mientras en otras regiones de España se desarrollaban luchas con orígenes similares, en ningún lugar como en Gijón ha resurgido con tanta nitidez el principio asambleario. Los proletarios de Gijón volvieron contra todos sus enemigos aquello que constituye su fuerza, la idea de la publicidad que se hace realidad. Supieron reanudar con lo mejor que se ha hecho en España volviendo a poner sobre el tapete algunas verdades universales: no esperar nada de los sindicatos, de la negociación, ni del recurso a la legalidad.
Nuestra fuerza radica en lo que deviene.

Homenaje a Asturias. Gijón 84/85 es un texto aparecido en el libro Actas de la guerra social en el Estado Español (1868-1988). Os Canganceiros. España en el corazón. Pepitas de Calabaza 2005.

sábado, 25 de octubre de 2008

Rage Against the Machine

Rage Against The Machine. Aquí va una selección de vídeos subtitulados de estos héroes. Uno de mis tempranos aciertos como consumidor de música.

De su primer y mejor disco, Rage Against the Machine 1992:

"Bombtrack"



"Killing in tha name"



"Bullet in the head"



del segundo disco Evil Empire 1996:

"Bulls on parade"



del disco The Battle of Los Angeles 1999:

"I Testify"



del disco de versiones Renegades of funk 2000:

"Renegades of funk"


domingo, 19 de octubre de 2008

El Comité Unitario de Base (CUB) de la Pirelli en Milán. Marzo de 1969.

Los CUB surgieron durante 1968 sobre todo en ciudades del norte de Italia, tras las grandes huelgas contra las "jaulas salariales" (la parcelación salarial y de los contratos según la zona geográfica del país) y por las pensiones. Se presentaron como estructuras organizativas independientes que se desmarcaban de la política colaboracionista de los sindicatos. Las cuestiones que abordaron funcionaron como "motor" de las luchas del Otoño Caliente del '69 en Italia.

Documento del CUB Pirelli

La lucha en una nueva dirección, organizarse

El malestar que ha dejado la firma unitaria de la negociación ha sido en seguida muy fuerte. En un primer momento se trataba de la rabia obrera contra el sindicato (no fueron pocos los obreros que entonces rompieron sus carnés sindicales), entre otras cosas porque los activistas sindicales competían entre sí atribuyéndose los contenidos del acuerdo. Posteriormente una lluvia de autocríticas por parte de los sindicatos acabaron sustancialmente en una invitación a renovar la confianza, tal vez a través de una presencia más asidua, "de control", en las asambleas sindicales. Pero para algunos obreros la lección había sido definitiva: el convenio timo era el resultado de la falta de visión política de los problemas obreros, de la falta de una conciencia de lucha continua y frontal contra el patrón, era el resultado de la búsqueda del comprmiso, según la línea llevada a cabo por las centrales sindicales (sólo atentas a las maniobras de altos vuelos y nunca al clima "político" creado en la base obrera) dispuestas a sacrificar cuaqluier exigencia de base en nombre de la unidad por arriba.
Han echado a andar las primeras propuestas obreras con el fin de dar una solución política al malestar, se vuelve a pensar en la cuestión de la lucha de la clase obrera, se discute con el fin de reconsiderar las formas mediante las cuales se pueda expresar. Fuera de la fábrica, obreros afiliados a distintos sindicatos y decididos a comenzar un nuevo trabajo en la fábrica, comienzan a encontrarse, a discutir qué hacer. Se constituye, en este clima, el Comité Unitario de Base de la Pirelli.
Los primeros meses del CUB son duros: de hecho las secciones sindicales presionan para que los activistas vuelvan a un trabajo dentro, y no fuera, del sindicato. Pero gracias a las discusiones con los dirigentes sindicales, que participaban inicialmente en las reuniones del CUB, y a la confrontación directa con la línea del sindicato, y también del partido, se han clarificado los términos en los que emprender el trabajo que será una acción cualitativamente diferente de la acción sindical.
En Milán, mientras tanto, se habían desarrollado luchas estudiantiles que habían avanzado, aunque de forma algo consfusa, la idea de unidad de obreros y estudiantes. En la Innocenti, en particular, el Movimiento Estudiantil, introduciéndose en el momento de la lucha, ha contribuido a elevar la tensión y la combatividad y por lo tanto ha ayudado a concluir con un acuerdo inesperado.
Los obreros del Comité Pirelli han vislumbrado ahora la posibilidad de un trabajo político con los estudiantes. Han hecho algunos contactos personales con quienes parecen tener mayor disponibilidad para un compromiso continuo. El CUB toma así la forma de un organismo constituido por obreros y estudiantes.


Sobre la conexión obreros-estudiantes

El CUB ha realizado un nuevo tipo de unión respecto del realizado o practicado por el Movimiento Estudiantil. Lógicamente, la superación por parte del ME de la lógica corporativista y sectorial, el significado decidicamente anticapitalista de sus luchas, habían llevado a muchos estudiantes al trabajo político de fábrica, el lugar en el que nace el capital y manifiesta sus contradicciones más evidentes, siempre con el fin de conectarse con la clase obrera y con la perspectiva de erosionar el sistema. Pero el papel puramente instrumental desarrollado por los estudiantes durante las luchas obreras milanesas de 1968 (p.ej. Innocenti y Marelli) carecía claramente de perspectiva, en la medida en que se encontraba reducido a una simple función de servicio: el estudiante que distribuía panfletos y era miembro del piquete. En el CUB los estudiantes ya no tienen una posición subordinada, sino que participan en primera persona en el trabajo obrero, que es un trabajo político, y en cuanto no admite divisiones de categoría. Además la presencia de los estudiantes es continua, tal y como requiere el objetiva anticapitalista de las luchas estudiantiles y el reconocimiento de que la fábrica es el lugar del nacimiento del capital.
Una relación correcta dentro del comité de fábrica exige por lo tanto una responsabilidad equiparada, lo que quiere decir elaboración y decisión colectiva de la táctica, de las herramientas y de los tiempos de lucha. Para llegar a esto, han sido decididamente eliminados del CUB: a) el obrerismo, que a través del mito del "obrero en tanto que tal" condicional al estudiante a una prudente posición de inferioridad y limita su intervención y acción; b) la autonomía entre ME y movimiento obrero, formulada por PCI y la CGIL para conservar su "hegemonía" sobre la clase obrera y evitar que la unidad estudiantes-obreros dentro de un organismo pudiera desbancarles.
Además, en lo que respecta al ME "oficial", hay que decir que se ha intentado la colaboración con éste aunque la mayor parte de las veces con escasos resultados y sólo con éxito en momentos concretos (manifestaciones o piquetes), dado que la estructura del ME y su fluidez ideológica (por no hablar de la incomprensión y del esnobismo con el que los "líderes" estudiantiles han considerado la experiencia Pinelli; para luego llenarse la boca con el eslogan de la "unidad obreros-estudiantes"), no habría permitido lo que se quería en el CUB: que estudiantes y obreros tuvieran la misma función política, de análisis y decisión, y sólo secundariamente se repartieran las tareas por razones de oportunidad; los primeros tienen, de hecho, una mayor disponibilidad de tiempo y una mayor movilidad de acción, y por lo tanto aseguran mejor la eficiencia organizativa, los segundos están mejor informados de la situación de la fábrica y consecuentemente gozan de una mejor posición para analizar los hechos y hacer propuestas concretas.
Por otro lado, el comité siempre ha estado abierto a los estudiantes y en general a las "fuerzas externas" (obreros de otras fábricas y militantes de izquierda) dispuestas a aceptar los contenidos del CUB y a trabajar para desarrollarlos y realizarlos.

Método de trabajo del CUB

No teniendo una ideología preconstituida, el CUB ha partido de un análisis del plan del capital, no en relación con su dinámica general sino con su concreción en la fábrica. El análisis de la explotación en la fábrica es la base del discurso político del comité. Y a través de la discusión sobre la condición obrera en la Pirelli se intenta comprender en qué momento político se puede iniciar la movilización.
Se trata de demostrar que los elementos presentados como componentes esenciales e inevitables del trabajo, los ritmos, el cronómetro, los ambientes nocivos, etc., no son otra cosa que elementos de explotación. Explotación no es sólo una palabra, sino una realidad que el obrero experimenta en la fábrica bajo formas muy precisas. Por eso el CUB parte siempre del análisis de la condición obrera concreta para ir más allá de la simple expresión de malestar y para alcanzar un compromiso de lucha frontal contra la explotación y sus causas.
Desde que comenzó el fenómeno de la formación de pequeños grupos de izquierda del PCI, muchos de éstos han realizado intentos de intervención en la fábrica (Quaderni Rossi, Avanguardia Operaria, Potere Operario, Classe Operaria, marxistas leninistas, PCD'I, etc.)
La crítica que el CUB ha hecho al tipo de intervención de estos grupos, entre los que nunca ha sido comprendido, parte del hecho de que éstos actúan desde fuera, a pesar de sus intenciones, dado que parte de análisis teóricos acabados o de exigencias ideológico-políticas irrenunciables, que luego tratan de traducir en líneas de lucha o en platraformas reivindicativas que en su mayoría encuentran escasa audiencia entre los obreros.
A juicio del CUB, el motivo de la falta de respuesta a las intervenciones externas por parte de la clase obrera, puede deberse a que el punto de partida real (no el simple pretexto) debe ser la condición particular y concreta en la que los obreros conocen la explotación capitalista. Ni la acción ni la teoría pueden prescindir de esto, so pena de ser irreales y dogmáticas.


Reivindaciones económicas y objetivo político de la lucha

El CUB intenta desarrollar su línea política apoyándose en la condición obrera de la fábrica, verificando los contenidos y los instrumentos de lucha en los distintos niveles de la conciencia obrera. Esto no significa que se "viva al día" o que se apoye un sindicalismo a toda costa: está claro que el discurso es político. La lucha que el CUB intenta mantener es una lucha por el "poder obrero". El ataque al patrón, si quiere ser general, puede y debe pasar por diferentes momentos; las contradicciones en el plano patronal sólo estallan cuando el obrero comprende que cada uno de sus deseos económicos sólo son un momento de un fraude más amplio y que sus deseos económicos pueden satisfacerse a través de una lucha general por la toma del poder. La perspectiva es obvia y elemental: se cuestiona el poder de decisión del patrón en cada uno de los puntos concretos en el que éste actúa.
Practicar una lucha únicamente reivindicativa es fracasar desde el comienzo. Los contenidos políticos son los únicos capaces de generar un rechazo general de las condiciones económicas. La perspectiva se llena de contenidos reivindicativos pero no se identifica con éstos.
En cambio es fundamental buscar de ven en cuando contenidos reivindicativos, necesidades económicas capaces de resumir en lo concreto el significado político.
Por ejemplo: no se lucha por una regulación del trabajo a destajo ni por una mejora del ambiente de trabajo, pero a través de la protesta por el trabajo a destajo o en contra del ambiente nocivo se cuestiona el poder de decisión del patrón (antes de las luchas era Pirelli quien decidía los ritmos o establecía el límite de lo nocivo; en la lucha el obrero es quien decide ritmos, quien rechaza el trabajo si comporta un daño para la salud, etc.).
Cualquier reivindicación es integrable, pero si la perspectiva de la lucha es política, es posible rechazar las luchas subversivas y crear momentos y lugares de lucha revolucionaria. En la actual situación asistimos, como se sabe, a una división entre el momento económico de la lucha, gestionado por los sindicatos, y el momento político, gestionado por los partidos obreros.
Sin embargo es precisamente la unidad de la lucha económica y de la lucha política lo que puede provocar la crisis de la sociedad capitalista. De hecho, la lucha económica es fecunda sólo si combate el plano general de la política y, por otra parte, el momento político no se puede separar de las luchas económicas, sin empobrecerse. Además, la conciencia obrera de los propios intereses y derechos sobre el lugar de trabajo es lo que lleva a la lucha general en la sociedad, y viceversa.
Cuando, como ocurre ahora, se confía el momento político a los dirigentes del partido y el momento económico a los dirigentes sindicales, existe el riesgo de que la clase obrera se vuelva extraña a ambos procesos. Sin contar con que los dirigentes se transformen en buroracias del partido y del sindicato.
El CUB es un intento de devolver a la clase obrera su papel de sujeto, tanto en la lucha económica, como en la lucha política.


Relaciones con los sindicatos

De lo escrito hasta ahora se desprende claramente que el CUB nunca ha querido proponerse a sí mismo como estructura organizada alternativa al sindicato, ni siquiera se ha propuesto hacer un análisis o una crítica puntual de lo que hace el sindicato,sino que por el contrario cuestiona el papel objetivos del sindicato y en su documento programático se puede leer: "Por lo tanto, la inserción de los organismos sindicales dentro de este plano (del capital) supone enjaular las luchas a través también del instrumento sindical. De hecho, los sindicatos deben funcionar cada vez más objetivamente como gestores de la negociación, deben estar cada vez más dispuestos a negociar primero, y sólo después a luchar (este es el sentido del marco acordado del que se habla tanto y sobre el que escribiremos más tarde en otro documento). La propia comisión interna debe estar subordinada al sindicato central y éste tiene que encontrarse activamente insertado en la programación. Las comisiones paritarias, que por otra parte ya no funcionan, son armas de chantaje anti-obrero, por cuanto pueden intervenir sólo en los casos de abuso evidente y éstas están casi siempre en manos del patrón ya que la mitad de las mismas está formada por dirigentes y la otra mitad (aunque sabemos que siempre es posible comprar a algun rufián) por representantes de los obreros".
El sindicato gestiona la negociación y siempre propone la lucha para llegar a las negociaciones, o después del inicio de las negociaciones. De hecho, el sindicato está insertado en la lógica del sistema capitalista, porque tiene a reducir y a limitar la combatividad obrera entre el incio y la conclusión de las negociaciones.
El CUB no ha buscado ni el enfrentamiento ni el encuentro con el sindicato ya que actúa en otro plano: en la formulcación política de los problemas y en la dirección política de la lucha, superando de hecho la gestión puramente sindical.
Pero aunque no busque el enfrentamiento, el CUB muestra sus divergencias respecto del modo en que los sindicatos pretenden dirigir la lucha en la Pirelli y denuncia que la huelga meramente demostrativa, la huelga como amenaza para realizar la negociación, al igual que la huelga programada, son formas estériles, incapaces de provocar la crisis del sistema patronal.
El CUB se convierte en el transmisor de la idea de la huelga de lucha, es decir, la huelga como expresión de la combatividad obrera y de su capacidad de hacer mutar las relaciones de fuerza en la fábrica.
Esta concepción de la huelga tal vez permita a la clase obrera de la Pirelli superar la fase actual en la que la lucha se ha desarrollado casi siempre como reacción a las iniciativas provocadoras del patrón. Por lo tanto, estamos todavía en una fase defensiva pero que se va orientando hacia una lucha de ataque, como se puede ver en la llamada "huelga de producción" cuando los obreros, fuera de las fases de lucha y sin querer sumarse a ninguna negociación inmediata, deciden la disminución de la producción.
El CUB, por lo tanto, aunque se encuentre forzosamente al lado del sindicato en la intervención en la fábrica y lleve a cabo una formulación diferente, cuando es a menudo atacado y rechazado por éste y cuando otras veces es, en cambio, recuperado por el mismo, no acusa a los sindicatos de ser "traidores a la clase obrera" sino que por el contrario pone de relieve el límite intrínseco del discurso sindical y señala a la gestión política autónoma de la lucha como el instrumento capaz de superar este discurso y sus límites internos.
Los sindicatos, a parte de los ataques oficiales, se repliegan sobre ataque esporádicos y personales contra miembros concretos del comité, tanto obreros como estudiantiles, intentando disminuir las simpatías de los obreros, por lo menos de su componente estudiantil. Tras estos intentos, siempre en vano, se ven obligados a reconocer la realidad del comité.
Es significativo, en este sentido, que en las críticas de la Unità, durante meses, no haya habido ninguna mención respecto a la existencia del CUB; sólo se reconoce la existencia del CUB en un suplemento especial sobre las huelgas de la Pirelli, pero reduciéndolo a la categoría de "impulsor". En cambio, el Gazzetino Padano destaca en sus críticas de tono alarmista la ausencia de sindicato en estas huelgas, en las que mencional al CUB, presentándolo sobre todo como "fuerza externa", y refiriéndose a las supuestas tensiones que había creado dentro de la fábrica. Ésta es también la posición del Corriere della Sera en los artículos dedicados al CUB (de los días 12 y 17 de diembre de 1968).

Texto extraído del libro La horda de oro [1968-1977]. La gran ola revolucionaria y creativa, política y existencial de Nanni Balestrini y Primo Moroni. Traficantes de Sueños 2006.

Kim Wilde

Kim Wilde "Kids in America", venga aquí como homenaje a Persépolis de Marjane Satrapi. El tema es del año 1981.



viernes, 17 de octubre de 2008

Method Man

Method Man "Bring the pain", no puede cualquiera ser el jefe.



jueves, 16 de octubre de 2008

Wu-Tang Clan

Wu-Tang Klan "Protect ya neck" del clásico Enter the Wu-Tang (36 chamters). La próxima edición del Actual, la semana del stress cultural logroñés, contará con una actuación de Method Man. El Enter the Wu-Tang es de 1993.



martes, 14 de octubre de 2008

El coltan: la riqueza maldita

Vídeo encontrado en el youtube: el genocidio que esconden las nuevas tecnologías



EL COLTAN: LA RIQUEZA MALDITA
Muy pronto quien no tenga coltan no tendrá nada que hacer en la industria de las nuevas tecnologías.
Estados Unidos considera que el mineral es un pilar estratégico para su industria de defensa.
La escalada de precios comenzó cuando las reservas escasearon en Brasil, Australia y Tailandia.



Hasta hace poco mas de 20 años Bukavu era una de las ciudades más hermosas del Congo, extendida a orillas del lago Kivu, con calles muy limpias, cuidados jardines y altivos palacetes, recuerdo de un pasado esplendor de próspera y pacífica capital colonial. Pero en la actualidad se ha convertido en un lugar infecto de edificios en ruinas, callejuelas por las que vagabundean perros famélicos y montañas de basura, superpoblado por culpa de una masiva inmigración de campesinos que se han visto obligados a abandonar sus hogares por las interminables y sanguinarias guerras. La antaño denominada “Perla del Congo” no cuenta ya ni con un hotel en el que funcione con normalidad el aire acondicionado, pero sus inhóspitas habitaciones se echan de menos en cuanto se pone el pie en la bochornosa avenida Patricio Lumumba con el fin de trepar a una renqueante camioneta sobre la que bordear el lago y recorrer medio centenar de kilómetros. En ellos, uno aseguraría que el conductor va buscando a propósito cada uno de los innumerables baches del serpenteante sendero de tierra roja que se abre paso entre altas palmeras, gigantescos árboles o espesas lianas.
Tras vadear un riachuelo cuyas aguas superan los cubos de las ruedas, se desemboca al fin en un intrincado valle en el que parte de los árboles han sido arrancados de cuajo a base de dinamita. La inmensa mayoría de los seres humanos que van apareciendo fantasmagóricamente aquí y allá son muchachos, casi niños, que a menudo se introducen a gatas por estrechas y peligrosas grietas talladas en los taludes de las lomas, donde corren el riesgo de quedar sepultados por un súbito desprendimiento de tierra. Cubiertos de polvo y barro, famélicos y con los ojos enrojecidos, semejan un ejército de “zombies” que por unos instantes observa a los recién llegados como si provinieran de otro planeta.
Y cabría asegurar que así era, puesto que aquel horrendo lugar parece corresponder a un planeta muy lejano, con un ligero parecido al ambiente de las viejas películas de buscadores de oro del oeste americano, con la única diferencia de que lo que buscan entre la arena de aluvión no son pepitas de oro, sino pequeñas piedras que contengan coltan.
De color azul metálico, "coltan" es una palabra formada por la abreviatura de columbita-tantalita, un valiosísimo mineral del que se extrae el tantalio, un componene que presenta una gran resistencia al calor así como extraordinarias propiedades eléctricas. En la actualidad, el principal productor de coltan es Australia, pero si bien existen reservas probadas o en explotación en Brasil y Tailandia, la República Democrátia del Congo posee cerca del 80% de las reservas mundiales estimadas. Según informes de agencias internacionales, la exportación de Coltan ha financiado a varios bandos de la llamada Segunda Guerra del Congo, un conflicto con un balance de más de cuatro millones de muertos. Ruanda y Uganda exportan coltan robado en el Congo a diversos países, donde se utilia en la fabricación de elementos de alta tecnología imprescindibles para teléfonos móviles, reproductores de DVD, consolas de videojuegos, ordenadores personales, estaciones espaciales, naves tripuladas que se lanzan al espacio y armas teledirigidas. La columbita y, sobre todo, el tantalio están considerados metales altamente estratégicos. Por ello se entiende que exista en el Congo una guerra desde 1998, que sus vecinos, Ruanda y Uganda, ocuparan militarmente parte del territorio congoleño y que hayan muerto millones de personas. No hace falta tener muchos conocimientos de derecho internacional para afirmar que esta guerra constituye la mayor injusticia, a escala planetaria, que se está cometiendo contra un Estado soberano. La historia nos ha deparado mucho ejemplos de asalto y hasta de ocupación militar de un país independiente, pero lo que no se había hecho desde la invasión de países europeos por la Alemania de Hitler, era la ocupación pura y dura de un territorio con el fin de aniquilar a sus ciudadanos y explotar sus recursos minerales.


Según las Naciones Unidas, el Ejército Patriótico Ruandés ha montado una estructura para supervisar la actividad minera en Congo y facilitar los contactos con los empresarios y clientes occidentales. Traslada en camiones el mineral a Ruanda donde es tratado antes de ser exportado. Los últimos destinatarios son Estados Unidos, Alemania, Holanda, Bélgica y Kazajistán. La Sociedad Minera de los Grandes Lagos tiene el monpolio en el sector y financia al movimiento rebelde Reagrupación Congoleña para la Democracia, que cuenta con unos 40.000 soldados, apoyados por Ruanda.
Hace unos años ganaban unos 200.000 dólares al mes (135.000€) con la venta de los famosos "diamantes de sangre". Con el coltan ganan más de un millón en el mismo periodo de tiempo. Informaciones de la Naciones Unidas revelan que el tráfico lo organiza la hija del presidente de kazajo, Nursultan Nazarbayev, casada con el director general de una empresa que extrae y refina uranio, coltan y otros minerales estratégicos en el continente negro. Este negocio internacional está empobreciendo a los ciudadanos de uno de los países más ricos de la Tierra, por lo que el Servicio de Información para la Paz Internacional ha realizado un estudio sobre las vinculaciones de empresas occidentales con el coltan y, por tanto, con la financiación de la guerra en la República Democrática de Congo. Alcatel, Compaq, Dell, Ericson, HP, IBM, Lucent, Motorola, Nokia, Siemens y otras compañías punteras utilizan condensadores y componentes que contienen tántalo; también lo hacen las compañías que fabrican estos componentes, como AMD, AVX, Epcos, Hitachi, Intel, Kemet o NEC. Ellos son, en primera instancia, los culpables de una guerra no por olvidada menos dramática, con el agravante de que se teme que sobre la Repúblico Democrática de Congo pese la amenaza de la división en varios estados, lo que facilitaría la explotacion de sus recursos. Ya lo denunció en su día Monseñor Christophe Munzihirwa, arzobispo de Bukavu. Y por esas simples declaraciones fue asesinado por el ejército ruandés.
El Centro de Estudio Internacional del Tántalo- Niobio, en Bélgica, ha recomendado a los compradores internacionales que eviten el coltan de la región del Congo por motivos éticos. Las grandes compradoras de este mineral no están interesadas en que los conflictos sociales derivados de la extracción del mineral se hagan públicos en los medios de comunicación. Estos últimos, a su vez, se ven condicionados por el temor a perder los importantes ingresos publicitarios.
Las propiedades físico-químicas "mágicas" de este mineral son fundamentales para las industrias de aparatos electrónicos, centrales atómicas, aparatos médicos, trenes magnéticos y fibra óptica, pero el 60% de su producción se destina a la elaboración de los condensadores y otras partes de los teléfonos móviles. Por ello los grandes fabricantes comenzaron a disputarse el control de la región a través de sus aliados autóctonos, en un fenómeno que Madeleine Allbright, quien fuera Secretaria de Estado de Estados Unidos desde 1998 a 2001, consideró "la primera guerra mundial africana".
En 1997 fue derrocado el presidente congoleño Mobutu, relacionado estrechamente con los capitales de origen belga y francés, por lo que de inmediato el presidente de Ruanda, Kagame, que estudió en centros militares de EEUU e Inglaterra, y Museveni, presidente de Uganda, país considerado por Washington un ejemplo para las naciones africanas, lideraron la conquista de la capital, Kinshasa, y pusieron a cargo de este país a un amigo, Laurent Kabila. Tras un nuevo reparto se dispusieron concesiones mineras para varias empresas, entre ellas, la Barrick Gold Coporation, de Canadá, y la American Mineral Fields, en la que George Bush, padre del actual presidente americano, tiene notables intereses.


Durante los años transcurridos hasta hoy han disputado la guerra dos bandos: de un lado Ruanda, Uganda y Burundi, apoyados por EEUU y los créditos del FMI y el Banco Mundial, y del otro lado Angola, Namibia, Zimbabue, Chad y las milicias hutu y mai-mai. En 1999, tras la firma del Acuerdo de Lusaka, se establecieron las líneas divisoras entre las fuerzas opuestas. A través de dicho acuerdo las potencias europeas se distribuyeron el continente.
La fuerza de trabajo utilizada en las minas de coltan está compuesta por ex campesinos, refugiados, prisioneros de guerra a los que se les promete una reducción de la condena y, en especial, por miles de niños cuyos cuerpos pueden adentrarse con mayor facilidad por las grietas y taludes de los yacimientos. El reclutamiento de esta mano de obra opera en una doble dimensión, mercantil y coercitiva, debido a lo cual las zonas mineras y las zonas de operación militar terminan por confundirse. Las migraciones desde otras regiones hambrientas son primordiales, dado al alto número de muertes que se producen en las minas. Las poblaciones recltadas trabajan de sol a sol, y duermen y se alimentan en la selva montañosa de la zona.
La escalada de precios del coltan comenzó hace relativamente poco, pero se dispararon cuando comenzaron a escasea las reservas en Brasil, Australia y Tailandia. Como ejemplo basta decir que debido a llo la japonesa Sony tuvo que aplazar el lanzamiento de la segunda versión de la Play Station 2.
El mayor beneficio del coltan congoleño es Ruanda, y según informes de Human Right Watch, su ejército regular y las guerrillas que financia emplean prisioneros hutu en la extracción del mineral que, antes de ser transportado a Ruanda, ha pasado por cuatro o cinco comisionistas, generalmente miembros de alto rango del ejército o de alguna de las facciones guerrilleras.
A partir del año 2001, la ONU envió a la zona un "grupo de expertos" que propusieron decretar un embargo tanto de armas como de las importaciones y exportaciones de oro, diamante y coltan sobre los países, sancionando a países y empresas que incumplieran con el embargo. Igualmente proponía una congelación de los activos financieros de los movimientos rebeldes y sus líderes, así como que se estableciera un proceso de certificación de origen del diamante, oro y coltan.
Los innumerables informes que iban saliendo a la luz, y que acusaban a Ruanda y Uganda del expolio de las riquezas minerales del Congo, permitieron una cierta presión internacional y el establecimiento de listas negras de empresas que operaban en la zona. Así, 34 empresas fueron acusadas de importar coltan o casiterita. y se consiguió que la compañía aérea belga Saberna suspendiese el transporte mineral que realizaban desde Ruanda a Bruselas. Sin embargo, otras rutas alternativas continúan funcionando y un considerable porcentaje del coltan congoleño sigue saliendo al mercado camuflado como procedente de Brasil y Tailandia.
Las medidas tomadas resultaron muy poco efectivas y en el Consejo de Seguridad de la ONU no se llegó a ningún acuerdo para adoptar medidas más drásticas. En realidad, ni el gobierno de EEUU, ni los de la Unión Europea mostraron una voluntad política real para acabar con el conflicto en detrimento de sus intereses particulares. Más bien al contrario, muchos países occidentales siguieron ayudando a Uganda y Ruanda tanto militarmente como a través de cuantiosas ayudas al desarrollo.
En este sentido, informes publicados por la ONU en abril de 2001, estimaban que el gasto militar de Ruanda en municiones, abastecimiento y vuelos de su ejército en el Congo rondaba los 60 millones de dólares al año, mientras otros informes publicados por comisiones independientes estimaban que en el año 2000 Ruanda había ganado 40 millones de dólares por diamantes, quince milones por el oro y casi 200 millones por elcoltan extraidos en suelo congoleño. Uganda, habría ganado dos millones por el coltan. Ruanda y Uganda vieron cómo parte de sus deudas externas fue cancelada y además fueron consideradas como modelos de desarrollo económico.


Por otro lado, la ayuda militar también continuó durante el conflicto, siendo firmados planes de cooperación entre EEUU y los demás países africanos. Sorprendentemente, el acuerdo con Ruanda llegó después de que una de sus guerrillas tomase Bukavu, la capital de Kivu Sur, en junio de 2004. Sorprende de igual modo que cuando existe un proceso de paz en marcha, con una presencia masiva de tropas de la ONU, el general Nkunda inicie una nueva rebelión en la República Democrática del Congo. No es la primera vez que sucede: ya estuvo en primera línea de la revuelta de los tutsi congoleños. que acabó con el régimen de Mobutu Sese Seko en noviembre de 1996. También estuvo en el intendo de golpe de Estado tutsi contra Laurent Kabila en 1998, que no satisfacía las exigencias de sus patrocinadores, Uganda, Ruanda y los sectores más radicales americanos, lo que degeneró en una cruenta guerra civil. La actual revuelta del general Nkunda, que dirige las brigadas 81ª y 83ª del ejército de la RDC, comenzó en 2006, pero en el último año se ha agravado. Los combates han provocado el éxodo de una población civil diezmada por las guerras, el hambre, las enfermedades y los abusos de todas las pertes en conflicto. Miles de hombres, mujeres, niños y ancianos aterrorizados han cruzado la frontera con Uganda con la remota esperanza de salvar la vida.
Nkunda acusa al Gobierno de Joseph Kabila (hijo de Laurent Kabila, asesinado en el 2001 por orden de los traficantes de coltan) de apoyar a la guerrilla hutu de las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda y su milicia interahamwe (los que matan juntos), responsables del genocidio de 800.000 tutsi y hutu moderados en la primavera de 1994. El general rebelde asegura que ese apoyo pone en riesgo la supervivencia de los tutsi congoleños. Aunque nadie lo dice, resulta difícil imaginar que Nkunda actúe sin apoyo de Ruanda, cuyo ejército es el más potente de la zona, de los traficantes minerales estratégicos y de grupos radicales norteamericanos.
La nueva crisis de Congo ha llamado de nuevo la atención internacional al desarrollarse los combates cerca del Parque Nacional de Virunga, donde habitan los gorilas de montaña. Se calcula que quedan unos 700 ejemplares en las fronteras de RDC, Ruanda y Uganda, y nueve de ellos fueron hallados muertos, abatidos a tiros y machetazos por las fuerzas de Nkunda. La defensa de estos gorilas, una especie en peligro de extinción, fue llevada a cabo por la zoóloga estadounidense Dian Fossey, asesinada en su casa de Ruanda en 1985. De nuevo, la fiebre del coltan parece planear sobre los destinos tanto de los seres humanos como de los animales salvajes.


RUTAS INTERNACIONALES
El coltan abandona Walikale con el permiso del coronel Samy, antiguo guerrillero Maji Maji, que cobra 600 dólares (unos 402 €) por permitir la salida de varias toneladas de mineral ilegal cada semana hacia Bukavu. Luego es transportado hacia aeródromos como el de Kilambo, a pocos kilómetros de la ciudad. Debido al embargo decretado al coltan del Congo, los traficantes no pueden vender directamente a los mercados europeos y americanos. En realidad, tal medida lo único que ha conseguido es que aumente el número de intermediarios con el objetivo de ocultar la procedencia del mineral. La mayoría de las veces el coltan del Congo pasa a través de Ruanda, Burundi y Tanzania con dirección a Europa, especialmente a Bélgica, Alemania y Holanda, Kazajistán, Asia (Tailandia y Japón) y Estados Unidos. Desde aquí el coltan es enviado a operadores occidentales para su posterior refinado. El coltan es usado en la manufactura de productos electrónicos, como los móviles, los ordenadores y los misiles.


El coltan: la riquza maldita es un artículo extraído de la revista Geo nº 261 escrito por Alberto Vázquez-Figueroa.

lunes, 13 de octubre de 2008

Posibilidades abiertas en la Francia de Mayo del 68.



"Si entre el 16 y el 30 de mayo se hubiese constituido en una sola fábrica una asamblea en Consejo que detenta todos los poderes de decisión y de ejecución eliminando a los burócratas, organizando su autodefensa y llamando a los huelguistas de todas las empresas a ponerse en contacto con ella, superado ese último paso cualitativo hubiese podido llevar el movimiento a continuación a la lucha final cuyas perspectivas trazó históricamente. Gran cantidad de empresas habrían seguido el camino así abierto. Inmediatamente, esa fábrica hubiese podido sustituir a la incierta y en algunos aspectos excéntrica Sorbona de los primeros días para convertirse en el centro real del movimiento de ocupaciones: se habrían reunido alrededor de esta base los verdaderos delegados de los numerosos consejos que prácticamente ya existían en algunos edificios ocupados y en todos aquellos que habrían podido imponerse en todas las ramas de la industria. Una asamblea semejante hubiese podido entonces declarar la expropiación de todo el capital, incluido el estatal, anunciar que todos los medios de producción del país serían en lo sucesivo propiedad colectiva del proletariado organizado en democracia directa y llamar directamente -aprovechando los medios técnicos de telecomunicación- a los trabajadores de todo el mundo para que apoyasen esta revolución. Algunos dirán que esta hipótesis es utópica. Nosotros responderemos: es precisamente porque el movimiento de las ocupaciones estuvo objetivamente en varios momentos a una hora de un resultado tal por lo que sembró semejante espanto, legible para todos en la impotencia que estaba demostrando el Estado y en el pánico que invadía al partido llamado comunista, y más tarde en la conspiración de silencio que se ha hecho sobre su gravedad. Hasta el punto de que millones de testigos, presas nuevamente de la "organización social de la apariencia" que le presenta esta época como una locura pasajera de juventud -tal vez sólo universitaria- deben preguntarse si no está loca una sociedad que pudo dejar pasar así una aberración tan asombrosa.


Naturalmente, desde esta perspectiva era inevitable la guerra civil. Aunque el enfrentamiento armado no hubiese dependido ya de lo que el gobierno temiese o hiciese temer en cuanto a las eventuales malas intenciones del partido llamado comunista, sino objetivamente de la consolidación de un poder proletario directo sobre una base industrial (poder evidentemente total, y no "poder obrero" limitado a no se sabe qué pseudocontrol de la producción de la propia alienación), la contrarrevolución armada se hubiese desencadenado pronto seguramente. Pero no lo hubiese tenido fácil. Parte de las tropas se habrían amotinado, los obreros habrían sabido encontrar armas y no habrían construido ya barricadas -buenas sin duda como forma de expresión política al principio del movimiento, pero claramente ridículas desde el punto de vista estratégico (y los Malraux que dicen a posteriori que los tanques hubiesen ganado la calle Gay-Lussac mucho antes que la gendarmería móvil tienen ciertamente razón en este punto, pero ¿hubiesen podido entonces ocultar políticamente los costos de semejante victoria? Ellos no se arriesgaron, en todo caso, prefirieron hacerse los muertos y no se tragaron precisamente por humanismo esta humillación)-. La invasión extranjera hubiese seguido fatalmente a ello, piensen lo que piensen algunos ideólogos (se puede haber leído a Hegel y a Clausewitz y no ser más que Glucksmann), a partir sin duda de las fuerzas de la O.T.A.N., pero con el apoyo indirecto o directo del "Pacto de Varsovia". Pero entonces todo se habría jugado sobre el terreno a doble o nada ante el proletariado de Europa."


Extracto del artículo titulado El comienzo de una época de la revista de la Internacional Situacionista nº12 de septiembre de 1969.

sábado, 11 de octubre de 2008

KASE-O y KAMI

Kase-O y Kami "¿Quieres?", del disco de RdeRumba 2004.



miércoles, 8 de octubre de 2008

The Corporation ¿Instituciones o psicópatas? de Jeniffer Abbot y Mark Achbar 2003.

Documental que nos acerca a la patología de las corporaciones. Se divide en tres capítulos. En este video están juntos, por eso es tan extenso.



domingo, 5 de octubre de 2008

Un pueblo en armas. Juan Palleja y Louis Frank 1937.

Documental producido por el Sindicato de la Industria del Espectáculo de Barcelona de la CNT.



viernes, 3 de octubre de 2008

Negu Gorriak

Negu Gorriak "Radio Rahim". Algunas veces dar con el amor y otras con el odio, esto nos enseñaba Radio Rahim. Temazo del primer disco de Negu Gorriak, del año 1990. Así es la vida, haz lo que debas.



jueves, 2 de octubre de 2008

La revuelta de los Ciompi en la Florencia del S. XIV. Por Nicolás Maquiavelo.



Apenas la primera sublevación se apaciguó, se produjo otra que dañó a la República mucho más que la anterior. La mayor parte de los incendios y saqueos ocurridos en los días precedentes habían sido hechos por la baja plebe de la ciudad, y quienes se habían mostrado en ellos más audaces tenían miedo, una vez calmadas y arregladas las mayores diferencias, de ser castigados por los desmanes cometidos y de ser abandonados, como ocurre siempre, por aquellos mismos que los habían instigado a cometer el mal. A ello se añadía el odio que el pueblo menudo tenían contra los ciudadanos ricos y contra los jefes de las Artes, porque les parecía que no recibían, de estos, un salario suficientemente justo por los trabajos realizados.
Cuando, en tiempos de Carlos I, la ciudad se dividió en Artes, se les dio jefes y compretencias a cada una de ellas y se estableció que los miembros de cada una de dichas Artes fueran juzgados en las causas civiles por sus propios jefes. Estas Artes, como ya dijimos, fueron doce en principio. Luego, con el tiempo, se añadieron otras varias que elevaron el número a veintiuna, y fue tal su poder, que en pocos años se adueñaron de todo el gobierno de la ciudad. Y, como entre ellas había unas más importantes y otras menos, se dividieron en mayores y menores, siendo siete las mayores y catorce las menores.
Precisamente de esta clasificación, junto con otros motivos que ya hemos mencionado, procedió la arrogancia de los Capitanes de barrio, ya que los ciudadanos que habían sido güelfos antiguamente, y bajo el gobierno de los cuales recaía siempre aquella magistratura, favorecían a los que pertenecían a las Artes mayores, mientras perseguían a los ciudadanos de las Artes menores y a quienes los defendían. Por esto se promovieron contra ellos todos los tumultos de los que hemos hablado. Pero, como al organizar las corporaciones de las Artes, quedaron fuera, sin corporación propia, muchos de los oficios en que trabajaba el pueblo menudo y la plebe, quedando sometidos a las otras diversas Artes, de acuerdo con el tipo de trabajo que realizaban, ocurría que, cuando no se sentían debidamente remunerados con el salario que recibían por sus trabajos, o se creían de alguna manero oprimidos por sus propios maestros de oficio, no tenían otro sitio al que recurrir que al magistrado del Arte que los gobernaba, del cal les parecía que no obtenían la justicia a la que creían tener derecho.
De todas las Artes u oficios, la que mayor número tenía y tiene de ese tipo de obreros subordinados es la de la Lana; la cual, siendo como es poderosísima y la primera de todas, es la que, en mayor número que las otras, daba y da de comer con su trabajo a la mayor parte de la plebe y del pueblo menudo.
Los hombres de la plebe, tanto los que dependían del Arte de la Lana como los de las otras Artes, estaban, por las razones antedichas, llenos de rencor; y, como a ese rencor se unían el miedo al castigo por los incendios y robos que se habían cometido, se reunieron de noche varias veces para hablar de lo ocurrido y cambiar impresiones sobre el peligro en que se encontraban. Con ese motivo, uno de los más decididos y experimentados que allí había, para infundir ánimos a los demás les habló de esa manera:
"Si tuviéramos que decidir ahora si era o no era conveniente empuñar las armas, incendiar y saquear las casas de nuestros conciudadanos, y despojar las iglesias, yo serían uno de los que estimaría que había que pensarlo bien y quizás hasta aprobaría que se prefiriera una tranquila pobreza a una peligrosa ganancia. Pero, puesto que las armas las hemos empuñado ya y se han cometido muchos desmanes, me parece que lo que debemos pensar es que no hay por qué abandonarlas ahora y cómo podemos hallar defensa para los males que se han cometido. Yo creo sin ningún género de dudas que esto, aunque no nos lo diga nadie, nos lo dice nuestra misma necesidad. Estáis viendo a toda esta ciudad llena de rencores y de odio contra nosotros; los ciudadanos se agrupan entre sí, la Señoría está siempre de parte de los magistrados. Podéis creer que se traman conjuras contra nosotros y que se aprestan nuevas fuerzas contra nuestras cabezas. Debemos por tanto tratar de obtener dos cosas y proponernos dos fines en nuestras deliberaciones. El primero es que no se nos pueda castigar por lo que hemos hecho en los días pasados; y el segundo, que podamos en adelante vivir con más libertad y con más satisfacciones que en el pasado. Nos conviene por tanto, según mi parecer, si queremos que se nos perdonen los anteriores desmanes, cometer otros nuevos, redoblando los daños y multiplicando los incendios y los saqueos, y apañándonos para tener más cómplices, porque, cuando son muchos los que pecan, a nadie se castiga; y a las faltas pequeñas se les impone sanción, mientras que a las grandes y graves se les da premios. Por otra parte, cuando son muchos los que padecen los atropellos, son pocos los que tratan de vengarse, porque los daños que afectan a todos se soportan con más paciencia que los particulares. El aumentar, por tanto, los males nos hará perdonar más fácilmente y nos dará la posibilidad de conseguir lo que deseamos obtener para nuestra libertad. Y me parece que vamos hacia seguros resultados positivos, porque los que podrían oponérsenos están desunidos y son ricos. Su desunión nos dará la victoria; y sus riquezas, una vez que sean nuestras, nos servirán para mantener dicha victoria. No os deslumbre la antigüedad de su estirpe, de la que se blasonan ante nosotros, porque todos los hombres, habiendo tenido un idéntico principio, son igualmente antiguos, y la naturaleza nos ha hecho a todos de una idéntica manera. Si nos quedáramos todos completamente desnudos, veríais que todos somos iguales a ellos; que nos vistan a nosotros con sus trajes y a ellos con los nuestros y, sin duda alguna, nosotros pareceremos los nobles y ellos los plebeyos; porque son sólo la pobreza y las riquezas las que nos hacen desiguales. Me duele mucho porque veo que muchos de vosotros se arrepienten, por motivos de conciencia, de las cosas hechas, y quieren abstenerse de las que vamos a cometer. De verdad que, si estos es cierto, vosotros no sois los hombres que yo creía que erais. Ni la conciencia ni la mala fama os deben desconcertar, porque los que vencen, sea cual sea el modo de su victoria, jamás sacan de esta motivo de vergüenza. En cuanto a la conciencia, no debemos preocuparnos mucho de ella porque donde anida, como anida en nosotros, el miedo del hambre y de la cárcel, no puede ni debe tener cabida el miedo del infierno. Y es que, si observáis el modo de proceder de los hombres, veréis que todos aquellos que han alcanzado grandes riquezas y gran poder, los han alcanzado o mediante el engaño o mediante la fuerza; y, luego, para encubrir el carácter brutal e ilícito de esta adquisición, tratan de justificar con el falso nombre de ganancias lo que han robado con engaños y con violencia. Por el contrario, los que por poca vista o por demasiada estupidez dejan de emplear estos sistemas, viven siempre sumidos en la esclavitud y en la pobreza, ya que los siervos fieles son siempre siervos y los hombres buenos son siempre pobres. Los únicos que se libran de la esclavitud son los infieles y los audaces, y los unicos que se libran de la pobreza son los tramposos y los ladrones. Dios y la naturaleza han puesto todas las fortunas de los hombres en medio de ellos mismos, y éstas quedan más al alcance del robo (de la rapiña) que del trabajo y más al alcance de las malas que de las buenas artes. De ahí viene el que los hombres se coman los unos a los otros y que el más débil se lleve siempre la peor parte. Se debe, pues, emplear la fuerza siempre que se presente la ocasión; y esta ocasión no nos la puede ofrecer mejor la fortuna, estando como está desunidos todavía los ciudadanos, vacilante la Señoría y desconcertados los magistrados, de tal manera que, antes de que vuelvan ellos a unirse y se serenen sus ánimos, puedan ser fácilmente aplastados. De este modo, o quedaremos enteramente dueños de la ciudad o conseguiremos una parte tan importante de ella, que no solamente se nos perdonarán nuestras faltas pasadas sino que tendremos fuerza suficiente para poder amenazarlos con nuevos daños. Yo reconozco que esta decisión es audaz y peligrosa; pero, cuando la necesidad aprieta, la audacia se considera prudencia y, en cuanto al peligro de las grandes empresas, los valientes nunca lo tienen en consideración, porque las empresas que comienzan con peligro tienen al final su recompensa; y, de los peligros, jamás se salió sin peligro. Además yo creo que, cuando vemos que nos preparan cárceles, tormentos y muertes, es más peligroso estarse quietos que tratar de librarse de ellos, porque en el primer caso los males son seguros mientras que en el segundo sólo son posibles. ¡Cuántas veces os he oído quejaros de la avaricia de vuestros superiores y de la injusticia de vuestros magistrados! Ahora es el momento no solamente de libraros de ellos, sino incluso de ponernos tan por encima de los mismos, que sean más bien ellos los que tengan que quejarse y dolerse de vosotros, que no vosotros de ellos. Las oportunidades que la ocasión nos brinda pasan volando y, una vez han pasado, es inútil que tratemos luego de alcanzarlas. Ya veis los preparativos de vuestros enemigos. Adelantémonos a sus planes, y el primero que empuñe las armas saldrá sin duda vencedor, con ruina del enemigo y encumbramiento propio. Con ello, muchos de nosotros alcanzaremos (el honor) la honra de esta victoria, y todos lograremos la seguridad".
Estas palabras encendieron fuertemento los ánimos, ya de por sí encendidos al mal, de manero que decidieron empuñar las armas una vez que hubieran atraído a más compañeros a sus planes. Y se obligaron con juramento a socorrerese mutuamente su alguno de ellos era apresado por los magistrados.
Mientras que estos se preparaban a adueñarse del poder, sus planes llegaron al conocimiento de los Señores que, en vista de ello, prendieron en la plaza a un tal Simoncino, por quien tuvieron noticias de toda la conjuración y de cómo proyectaban organizar el motín para el día siguiente. Por lo que, una vez conocido el peligro, reunieron a los miembros de los colegios y a los ciudadanos que, junto con los síndicos de las Artes, se preocupaban de la unificación de la ciudad. Pero, antes de que se reunieran, ya se había echado encima la noche. Aconsejaron éstos a los Señores que se convocara también a los cónsules de las Artes; y estos a su vez aconsejaron unánimemente que se llamara y se hiciera entrar en Florencia a todas las tropas en campaña, y que los gonfaloneros del pueblo se presentaran por la mañana en la plaza con sus compañías armadas.
Mientras se sometía a tortura a Simoncino y, simultáneamente, se reunían y deliberaban los ciudadanos, un tal Nicolo de san Friano reparaba el reloj del palacio. Este, dándose cuenta de lo que ocurría, apenas volvió a su casa, soliviantó a toda la vecindad, de manera que, en un momento, más de mil hombres armadaso se reunieron en la plaza del Santo Spirito. La noticia de este motín llegó a los demás conjurados y también San Pietro Maggiore y San Lorenzo, lugares por ellos designados, se llenaron de hombres armados.
Había y amanecido el día, que era 21 de julio y en la plaza no se habían presentado más de ochenta hombres de armas a favor de los Señores. DE los gonfalonero no se presentó ninguno porque, al oír que toda la ciudad estaba en armas, tenían miedo de dejar sus propias casas. Los primeros de la plebe que se presentaron a la referida plaza fueron los que se había reunido en San Pietro Maggiore. Los soldados no se movieron a la llegada de éstos. Se presento a continuación el resto de la muchedumbre y, al no encontrar resistencia, reclamaron con terribles gritos sus prisioneros a la Señoría. Y, para conseguirlos por la fuerza, ya que con las amenazas no se los entregaban, prendieron fuego a la casa de Luigi Guicciardini, de manera que los Señores, por miedo a cosas peores, se los entregaron. Una vez que los liberaron, arrebataron el gonfalón o estandarte de la justicia al ejecutor que lo tenía y, enarbolándolo, prendieron fuego a las casas de muchos ciudadanos, persiguiendo a todos los que, por motivos públicos o privados eran objeto de su odio. Muchos ciudadanos, para vengarse de ofensas personales, los encaminaron a casas de sus enemigos, ya que para ello bastaba sólo con que una voz gritara en medio de la multitud: "¡a casa de fulano!", o que el que llevaba el gonfalón se dirigiera hacia allí. Se prendió fuego también a todas las escrituras del Arte della Lana.
Después de haber cometido muchos desmanesm, para paliarlo con algunas obras plausibles, nombraron caballeros a Silvestro de Medici y a otros sesenta y cuatro ciudadanos. Entre ellos estaban Benedetto y Antonio degli Alberti, Tommaso Strozzi y otros que eran partidarios suyos, aunque a muchos los obligaron por la fuerza. Entre estos hechos cabe señalar el de que a muchos que les habían quemado sus casas, luegom en el mismo día (tan de mano iban el beneficio y el daño), ellos mismo los nombraron caballero. Esto es lo que ocurrió a Luigi Guicciardini, gonfalonero de justicia.
En medio de tantos desórdenes, los Señores, al verse abandonados por las gentes de armas, por los jefes de las Artes y por sus propios gonfaloneros, estaban asustados, pues nadie había acudido en auxilio de acuerdo con las órdenes recibidas y, de los dieciséis gonfalones, solamente la enseña del León de oro y de la Ardilla, enarboladas por Giovenco della Stufa y por Giovanni Cambi, hicieron su aparición. Pero tampoco éstos permanecieron mucho tiempo en la plaza, pues, al ver que nadie los seguía, se marcharon también.
Por otra parte, los ciudadanos, viendo la furia de aquella desatada muchedumbre y que el palacio había sido abandonado, unos decidieron quedarse encerrados en sus casas mientras que otros prefirieron incorporarse a la turba armada para poder de esa manera, mezclados en lla, defender sus propias casas y las de sus amigos. De esta manera, se venía a acrecentar la fuerza de aquellos y a menguar la de los Señores.
Duró este tumulto todo el día y, al caer la noche se detuvieron junto al palacio de micer Stefano, detrás de la iglesia de San Bernabé. Su número pasaba de seis mil y, antes de que amaneciera, hicieron, mediante amenazas, que las Artes les enviaran sus enseñas. Entrada la mañana, marcharon al palacio del corregidor o Podestá llevando al frente el gonfalón de la justicia y las enseñas de las Artes; y, como el corregidor se negara a entregarles el palacio, lo atacaron y le obligaron a ceder.
Los señores, viendo que no podían contenerlos por la fuerza, trataron de hacerles comprender que estaban dispuestos a pactar con ellos y, llamando a cuatro hombres de sus Colegios, los mandaron al palacio del corregidor a informarse de cuales eran las intenciones de aquellos. Allí pudieron éstos ver que los jefes de la plebe, en unión de los síndicos de las Artes y de algunos otros ciudadanos, habían decidido ya lo que iban a exigir a la Señoría. Volvieron, pues, acompañados por cuatro delegados de la plebe, con estas peticiones concretas: que el Arte de la Lana no pudiera continuar teniendo un juez forastero; que se crearan tres nuevas corporaciones de Artes, una para los cardadores y tintoreros, otra para los barberos, juboneros, sastres y análogas artes mecánicas, y la tercera para el pueblo menudo; y para estas tres nuevas Artes siempre hubiera dos señores, mientras que habría tres para las catorce Artes menores; que la Señoría proveyera sedes donde pudieran reunirse estas Artes nuevas; que ningún perteneciente a estas Artes pudiera ser obligado en el término de dos años a pagar ninguna deuda inferior a cincuenta ducados; que la Deuda pública anulara sus intereses y sólo se restituyeran los capitales; que fueran amnistiados todos los confinados y condenados, y los amonestados recobraran el derecho a desempeñar cargos. Aparte de todo esto, pidieron otras muchas cosas a favor de sus particulares protectores así como, por el contrario, pretendieron que muchos de sus enemigos fueran confinados y amonestados.
Estas exigencias, aunque deshonrosas para la república, por temor a otras cosas peores, fueron en seguida aprobadas por los Señores, por los colegios y por el Consejo del pueblo. Pero, si se quería que tuvieran validez, era necesario también que se aprobaran en el Consejo municipal. Y, como no se podían reunir en un solo día los dos Consejos, fue necesario esperar al siguiente. De todos modos, pareció que por el momento las Artes quedaban contentas y la plebe satisfecha, y prometieron que, una vez ultimada la ley, terminarían todos los motines.
Llegada luego la mañana, mientras el Consejo municipal estaba deliberando, la muchedumbre, impaciente y voluble, se personó en la plaza enarbolando las acostumbradas enseñas y con tal alto y espantoso griterío que hicieron asustarse a todo el Consejo de los Señores. Por ello uno de los Señores, Guerriante Marignolli, impulsado más por el temor que por ningún otro sentimiento personal, so pretexto de vigilar la puerta desde abajo, bajó y huyó a su casa. Pero al salir no pudo camuflarse tan bien para no ser reconocido por la muchedumbre, aunque no se le hizo daño alguno; sólo que la muchedumbre, apenas lo vio, comenzó a gritar que todos los Señores abandonaran también el palacio y que, si no, matarían a sus hijos y prenderían fuego a sus casas.
Mientras, se había aprobado ya la ley y los Señores se habían retirado a sus habitaciones. Los del Consejo, que habían bajado abajo pero sin salir fuera, andaban por el pórtico y por el patio, perdidas ya sus esperanzas de poder salvar la ciudad al ver tanta deslealtad en la muchedumbre y tanta maldad o tanto temor en quienes habrían podido frenarla o dominarla. También los Señores se hallaban desconcertados y desconfiaban de la salvación de la patria, viéndose abandonados por uno de sus propios miembros y sin que un solo ciudadano acudiera a prestarles ayuda, ni siquiera a darles ánimo. Estando, pues, vacilantes sobre lo que podrían o deberían hacer, micer Tommaso Strozzi y micer Benedetto Alberti, ya sea que los moviera la propia ambición deseando quedar dueños del palacio, o ya fuera porque creían obrar bien así, los persuadieron a ceder a las presiones del pueblo y volverse a sus propias casas como simples ciudadanos.
Esta propuesta, viniendo como venía de quienes habían sido jefes del motín, llenó de indignación a dos de los Señores, Alamanno Acciaiuoli y Niccolo Bene, aunque los demás cedieran. Y, recobrando un poco de su valor, dijeron que, si los demás se querían marchar, ellos no podían impedirlo pero que, por su parte, no estaban dispuestos a renunciar a sus cargos antes de que se cumpliera el término de los mismos, a menos de perder también la vida. Esta disconformidad de opiniones aumentó en los Señores el miedo y en el pueblo la irritación, hasta el punto de que el gonfalonero, prefieriendo acabar su magistratura con desdoro antes que con peligro, se entregó a Tommaso Strozzi, quien lo sacó de palacio y lo llevó hasta su casa. También los demás señores, uno tras otro, se fueron de manera semejante; por lo que Alamanno y Niccolo, viendo que se habían quedado solos, y para que no se les considerara más valientes que prudentes, se marcharon también. El palacio quedó así en manos de la plebe y de los Ocho de la guerra, que todavía no habían cesado sus cargos.
Cuando la plebe entró en el palacio, llevaba en sus manos la enseña del gonfalonero de justicia un tal Michele di Lando, cardados de lana. Este, descalzo y semidesnudo, subió a la sala llevando tras de sí a toda la muchedumbre y, cuando llegó a la sala de audiencias de los Señores, se detuvo y volviéndose hacia la muchedumbre, dijo: "Ya lo veis: el palacio es vuestro y la ciudad está en vuestras manos. ¿Qué os parece que hagamos ahora?". Y todos le respondieron que querían que fuera gongalonero y Señor y que los gobernase a ellos y a la ciudad como mejor le pareciera. Aceptó Michele la Señoría pero, como era hombre inteligente y prudente y que debía más a la naturaleza que a la suerte, decidió pacificar la ciudad y acabar con los tumultos. Y, para tener ocupado al pueblo y darse tiempo a sí mismo para poder ordenar las cosas, mandó que se buscara un tal señor Nuto, a quien micer Lapo di Castiglionchio había hecho alguacil mayor (jefe de policía); y la mayor parte de los que lo rodeaban se fueron a cumplir su encargo.
Para comenzar con justicia el gobierno que se le había confiado, hizo ordenar públicamente que nadie incendiará o saqueará cosa alguna y, con el fin de infundir miedo a todos, plantó horcas en la plaza. Dando comienzo a sus reformas (del Estado), destituyó a los síndicos de las Artes y nombró otros nuevos, privó de la magistratura a los Señores y a los Colegios, y quemó las bolsas destinadas a la elección de cargos. Entre tanto, la muchedumbre había arrastrado hasta la plaza al señor Nuto y lo había colgado por un pie en una de aquellas horcas. En un momento puesto que todos y cada uno de los que estaban a su alrededor le iban arrancando pedazos, no quedó de e´l más que dicho pie.
Por otra parte, los Ocho de la guerra, pensando que con la marcha de los Señores se habían quedado ellos dueños de la ciudad, habían nombrado ya a los nuevos señores. Michele, presintiendo esto, mandó a decirles que desalojaran inmediatamente el palacio, pues quería demostrarles a todos que sabía gobernar Florencia sin necesidad de su consejo. Hizo luego reunir a los síndicos de las Artes y organizó la Señoría con cuatro miembros del pueblo menudo, dos para las Artes mayores y otros dos para las menores. Hizo además un nuevo censo y distribuyó los cargos del poder del Estado en tres partes, disponiendo que una de dichas partes correspondiera a las Artes nuevas, otra a las menores y la tercera a las mayores. Concedió a micer Silvestro dei Medici el usufructo de las tiendas del Ponte Vecchio y retuvo para sí la corregiduría de Empoli; y concedió otros muchos beneficios a muchos ciudadanos amigos de la plebe, no tanto para recompensarlos por su colaboración como para que lo defendieran siempre contra sus enemigos.
Estimó la plebe que Michele di Lando, al reformar el gobierno del Estado, se había mostrado excesivamente favorable a los más ricos y que a ella no le había cabido en dicho gobierno todo lo que necesitaba para mantenerse en el mismo y poder defenderse; de modo que, impulsados por su acostrumbrada audacia, tomaron las armas y, en forma tumultuosa, se presentaron en la plaza enarbolando las enseñas y pidiendo que los Señores bajaran a la escalinata para discutir con ellos de nuevo los asuntos relativos a su seguridad y a su bienestar. Michele, viendo la arrogancia de los mismos y para no irritarlos más, pero sin escuchar sus pretensiones, censuró su modo de pedir las cosas y los exhortó a deponer las armas, pues sólo así se les concedería lo que por la fuerza no se les podía conceder sin menoscabo de la autoridad de la Señoría. Por todo ello, la multitud, irritada contra los de palacio, se retiró a Santa María Novella, donde nombraron por su cuenta ocho jefes con sus subalternos y con otras atribuciones, que les conferían autoridad y respeto; de manera que había dos Estados y la ciudad tenía ahora dos gobiernos distintos.
Estos nuevos jefes decidieron que en el palacio hubiera siempre al lado de los Señores ocho miembros elegidos por sus propias Artes y que todos los acuerdos que tomará la Señoría deberían ser confirmados por ellos. Quitaron a micer Silvestro de Medici y a Michele di Lando todo lo que en anteriores decisiones se les había concedido y asignaron cargos a muchos de los suyos, con subvenciones para que pudieron desempeñarlos con dignidad. Una vez tomadas estas decisiones, para darles validez, enviaron a dos de los suyos a la Señoría para pedir que los Consejos se las confirmaran, y con el propósito de conseguirlo con la fuerza si de grado no lo conseguían. Estos, con gran audacia y mayor presunción, expusieron su embajada a los Señores y echaron en cara al gonfalero la dignidad que ellos mismos le habían conferido y el honro que le había hecho, así como la mucha ingratitud y las pocas consideraciones con que él les había tratado. Pero como, al terminar el discurso, pasaran las amenazas, ni pudo Michele soportar tanta arrogancia y, considerando más el cargo que desempeñaba que su propia ínfima condición, decidió poner freno con medios extraordinarios a aquella extraordinaria insolencia; y, sacando la espada que llevaba ceñida, los hirió gravemente y luego los hizo atar y encerrar.
Este hecho, cuando se supo, encendió la ira de toda la muchedumbre la cual, pensando que podría obtener con las armas lo que no había conseguido desarmada, empuñó furiosa y tumultuosamente dichas armas y se puso en marcha para ir a enfrentarse con los Señores. Por su parte, Michele, temiendo lo que iba a ocurrir, decidió prevenirlo, pensando que resultaría más honroso atacar que esperar dentro de los muros al enemigo y verse precisado como sus antecesores a huir del palacio con deshonra y vegüenza. Reuniendo, pues, un gran número de ciudadanos que ya habían comenzado a darse cuenta de su error, montó a caballo y, seguido por muchos hombres armados, se dirigió a Santa María Novella para combatir a la plebe.
La plebe que, como arriba dijimos, había tomado parecida decisión, casi al mismo tiempo que Michele y los suyos salían, se puso en marcha a su vez para dirigirse a la plaza; oeri la casualidad hizo que sus recorridos fueran distintos y no se encontraran en el camino. Michele, al volver atrás, se encontró con que la plaza había sido ocupada y se intentaba asaltar el Palacio. Entablando batalla con ellos, consiguió vencerlos, expulsando de la ciudad a una parte de ellos y forzando a los otros a deponer las armas y esconderse.
Obtenida la victoria, los tumultos se calmaron sólo por mérito del gonfalonero, que superó entonces a todos los demás ciudadanos en valor, en prudencia y en bondad, y merece ser citado entre los pocos benefactores de la patria, pues, si hubiera habido en él intención torcida o ambiciosa, la República habría perdido enteramente la libertad y habría caido en una tiranía mayor que la del duque de Atenas. Pero su honradez hizo que no le pasara nunca por la mente pensamiento alguno contrario al bien público, y su prudencia le permitió llevar las cosas de manera que fueron muchos los que se pusieron de su parte, y pudo dominar a los otros con las armas. Todas estas cosas hicieron desconcertarse a la plebe e hicieron meditar a los mejores artesanos y considerar el desdoro que suponía para quienes habían domeñado la soberbia de los grandes el tener que soportar el hedor de la plebe.
Cuando Michele obtuvo esta victoria contra la plebe, se había formado ya la nueva Señoría. En ella figuraban dos individuos de tan vil e infame condición, que se acrecentó en los ciudadanos el deseo de librarse de tal vergüenza. Hallándose pues, la plaza llena de gente armada cuando los Señores tomaban posesión de sus magistraturas el día primero de septiembre, apenas salieron de palacio los Señores se alzó tumultuosamente entre los armados el grito de que no querían entre los señores a nadie del pueblo bajo. De modo que la Señoría, para satisfacerles, privó de la magistratura a aquellos dos, una de las cuales se llamaba Tria y el otro era el cardador Barocco; en su lugar eligieron a Giorgio Scali y Francesco di Michele. Anularon también el Arte o corporación del pueblo bajo y a sus inscritos los privaron de los cargos, excepto a Michele di Lando y a Lorenzo di Puccio y algunos otros más cualificados. Dividieron los cargos en dos partes iguales, una de las cuales asignaron a las Artes mayores y otra a las menores; pero decidieron que entre los Señores hubiera siempre cinco artesanos pertenecientes a las Artes menores y cuatro a las mayores, y que el cargo de gonfalonero correspondiera unas veces a uno de esos miembro y otras veces al otro. El gobierno así establecido consiguió por el momento calmar la ciudad; pero aunque se logró privar del mando de la República a la plebe, los artesanos resultaron más poderosos que los nobles, quienes se vieron obligados a ceder y a contentar a las Artes para quitar al pueblo bajo el favor de estas.
Todos estos hechos fueron favorecidos también por quienes deseaban que quedaran postrados los que, con el nombre de partido güelfo, tan duramente habían ofendido a muchos ciudadanos. Y como, entre los que habían favorecido al nuevo tipo de gobierno, figuraban micer Giorgio Scali, micer Benedetto Alberti, micer Silvestro dei Medici y Micer Tommaso Stozzi, estos se convirtieron casi en dueños de la ciudad. Esta disposición y organización de las cosas confirmó la ya iniciada rivalidad entre los ciudadanos notables y las Artes menores, rivalidad motivada por las ambiciones de los Ricci y de los Albizzi. Puesto que estas divisiones siguieron luego, en diversos momentos, gravísimos efectos, y más de una vez habremos de hablar de ellos, llamaremos a uno de estos partidos popular y al otro plebeyo. Duró este estado de cosas tres años y estuvo saturado de destierros y muertes, por lo que los gobernantes vivían en grave alarma, siendo muy grande el número de descontentos tanto dentro como fuera de la ciudad. Los descontentos de dentro tramaban, o se creían que tramaban, revoluciones todos los días; y los de fuera, sin miedo alguno que los frenase, sembraban toda suerte de desórdenes, ya en un sitio, ya en otro, unas veces por medio de algún príncipe y otras por medio de ciertas repúblicas.

Extraído del libelo nº 53 de Etcétera titulado Una Sublevación proletaria en la Florencia del siglo XIV, además de este texto el libelo contiene un análisis de Simone Weil.