lunes, 13 de octubre de 2008

Posibilidades abiertas en la Francia de Mayo del 68.



"Si entre el 16 y el 30 de mayo se hubiese constituido en una sola fábrica una asamblea en Consejo que detenta todos los poderes de decisión y de ejecución eliminando a los burócratas, organizando su autodefensa y llamando a los huelguistas de todas las empresas a ponerse en contacto con ella, superado ese último paso cualitativo hubiese podido llevar el movimiento a continuación a la lucha final cuyas perspectivas trazó históricamente. Gran cantidad de empresas habrían seguido el camino así abierto. Inmediatamente, esa fábrica hubiese podido sustituir a la incierta y en algunos aspectos excéntrica Sorbona de los primeros días para convertirse en el centro real del movimiento de ocupaciones: se habrían reunido alrededor de esta base los verdaderos delegados de los numerosos consejos que prácticamente ya existían en algunos edificios ocupados y en todos aquellos que habrían podido imponerse en todas las ramas de la industria. Una asamblea semejante hubiese podido entonces declarar la expropiación de todo el capital, incluido el estatal, anunciar que todos los medios de producción del país serían en lo sucesivo propiedad colectiva del proletariado organizado en democracia directa y llamar directamente -aprovechando los medios técnicos de telecomunicación- a los trabajadores de todo el mundo para que apoyasen esta revolución. Algunos dirán que esta hipótesis es utópica. Nosotros responderemos: es precisamente porque el movimiento de las ocupaciones estuvo objetivamente en varios momentos a una hora de un resultado tal por lo que sembró semejante espanto, legible para todos en la impotencia que estaba demostrando el Estado y en el pánico que invadía al partido llamado comunista, y más tarde en la conspiración de silencio que se ha hecho sobre su gravedad. Hasta el punto de que millones de testigos, presas nuevamente de la "organización social de la apariencia" que le presenta esta época como una locura pasajera de juventud -tal vez sólo universitaria- deben preguntarse si no está loca una sociedad que pudo dejar pasar así una aberración tan asombrosa.


Naturalmente, desde esta perspectiva era inevitable la guerra civil. Aunque el enfrentamiento armado no hubiese dependido ya de lo que el gobierno temiese o hiciese temer en cuanto a las eventuales malas intenciones del partido llamado comunista, sino objetivamente de la consolidación de un poder proletario directo sobre una base industrial (poder evidentemente total, y no "poder obrero" limitado a no se sabe qué pseudocontrol de la producción de la propia alienación), la contrarrevolución armada se hubiese desencadenado pronto seguramente. Pero no lo hubiese tenido fácil. Parte de las tropas se habrían amotinado, los obreros habrían sabido encontrar armas y no habrían construido ya barricadas -buenas sin duda como forma de expresión política al principio del movimiento, pero claramente ridículas desde el punto de vista estratégico (y los Malraux que dicen a posteriori que los tanques hubiesen ganado la calle Gay-Lussac mucho antes que la gendarmería móvil tienen ciertamente razón en este punto, pero ¿hubiesen podido entonces ocultar políticamente los costos de semejante victoria? Ellos no se arriesgaron, en todo caso, prefirieron hacerse los muertos y no se tragaron precisamente por humanismo esta humillación)-. La invasión extranjera hubiese seguido fatalmente a ello, piensen lo que piensen algunos ideólogos (se puede haber leído a Hegel y a Clausewitz y no ser más que Glucksmann), a partir sin duda de las fuerzas de la O.T.A.N., pero con el apoyo indirecto o directo del "Pacto de Varsovia". Pero entonces todo se habría jugado sobre el terreno a doble o nada ante el proletariado de Europa."


Extracto del artículo titulado El comienzo de una época de la revista de la Internacional Situacionista nº12 de septiembre de 1969.

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