martes, 30 de septiembre de 2008

Sin Dios

Sin Dios "1936, un pueblo en armas", de su disco Guerra a la guerra. Una de las mejores bandas de hardcorepunk que ha dado este país. El disco es del año 1997.



domingo, 28 de septiembre de 2008

NTM

NTM "Qu'est-ce qu'on attend" de su disco Paris sous les bombs. ¿A qué estamos esperando?



viernes, 26 de septiembre de 2008

“MONOS COMO BECKY” de Joaquín Jordá y Núria Villazán. (1999)



Este documento nos acerca a la psiquiatrización de la sociedad. En los años 30 un biólogo norteamericano llamado Fulton presentó en un congreso de psicología una mona llamada Becky a la que le había practicado una ablación del lóbulo frontal del cerebro. En el congreso, Fulton contrastó el estado de docilidad y domesticación de Becky con la agresividad y fiereza que la caracterizaban antes de la amputación. Egas Moniz, premio nobel de medicina portugués, impresionado e inspirado por el experimento, decidió estudiar la aplicación en humanos, para lo cual desarrolló una técnica llamada leucotomía pre-frontal (conocida popularmente como lobotomía) que permitía paliar la esquizofrenia o anular actitudes moral o socialmente inconvenientes. El documental gira en torno a los reclusos de una institución psiquiátrica que preparan una obra de teatro sobre la vida de Egas Moniz y su muerte, precipitada por uno de sus pacientes. Es célebre la frase que Moniz dirigió a su ejecutor antes de morir, “no me has matado tú, lo ha hecho tu enfermedad.” Se combinan los testimonios de familiares o allegados a Moniz, con las vicisitudes de los reclusos en la preparación de la obra de teatro y con los saberes de psiquiatras, sociólogos y filósofos. Algunos de estos pasean en un laberinto y me gusta la metáfora, pues cualquiera que ha convivido con un esquizofrénico, constata la miseria de la psiquiatría tradicional, la lucidez del discurso de la antipsiquiatría o psiquiatría radical y la dificultad de aplicar tratamientos bajo este prisma. La película es una denuncia de la psiquiatría oficial, se decanta por el uso de dinámicas que fomenten la creatividad de los enfermos mentales, la misma obra de teatro que presenta el film es un tratamiento para desarrollar la comunicación entre los pacientes. Hay un desprecio general hacia la leucotomía, aunque el consumo de psicofármacos no es más que una modernización de la técnica. La generalización de su consumo supone una psiquiatrización de masas, una leucotomía social.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Regurgitate

Regurgitate "Waging War On Benevolence", de su disco Deviant.



jueves, 18 de septiembre de 2008

Anthrax y Public Enemy

Anthrax y Public Enemy "Bring the noise", el rap y el metal se dieron la mano de forma magistral. ¡¡Trae el ruido!!



martes, 16 de septiembre de 2008

LA AUTONOMÍA OBRERA EN SU SITIO. Por Manuel Escribano Pérez

Análisis de las tesis principales del movimiento obrero autónomo, especificación de su contexto histórico-productivo y una reflexión del porqué de su derrota, con el objetivo de plantearnos si hoy día es posible la autonomía obrera a la hora de dinamitar el sistema capitalista.

Índice
1. Introducción
2. Los operaístas. Postulados teóricos
3. La autonomía obrera como autoorganización proletaria
3. 1. Independiente de partidos
3. 2. Independiente de sindicatos
4. El problema de la lucha armada:
-La lucha armada en grupos autónomos. Un ejemplo ibérico: el MIL
-La lucha armada en la guerrilla urbana comunista
5. La necesidad de salir de la fábrica
6. Para terminar
7. Bibliografía


1. Introducción

A continuación vamos a hablar de la autonomía obrera. Por autonomía obrera se entiende un tipo de organización proletaria al margen de partidos y sindicatos. Este modo de organización obrera sólo se puede comprender si reparamos en la actuación de los principales partidos y sindicatos de corte obrero de los años 60 y 70 en Italia y en España1. Estas organizaciones, ideadas en un principio para la emancipación de los trabajadores de la explotación capitalista, estaban ahora actuando como barrera de contención de los movimientos obreros de la época. Más adelante profundizaremos en esto, pero primero, como estrategia psicológica para desbloquear nuestras cabezas del torrente de datos que recibimos a diario, trataremos de representarnos en imágenes algunas de las cosas que sucedieron por estos años en Italia. Primero, tal como si estuviésemos investigando un crimen, nos representaremos el lugar de los hechos2. Para esto, valga esta descripción de una de las más importantes fábricas italianas donde se desarrolló la lucha proletaria: Casi tres millones de metros cuadrados, la mitad techados, 37 puertas de entrada distribuidas a lo largo de casi diez mil kilómetros, 22 kilómetros de carreteras internas, 40 kilómetros de líneas de ferrocarril, otros 40 de cadenas de montaje, 13 kilómetros de vías subterráneas y una población obrera que en los momentos punta llega a 60.000 personas. Ésta es la Mirafiori de 1968, el mayor establecimiento de la FIAT, la fábrica más grande del mundo y el corazón industrial y obrero de Italia. Mirafiori es el mayor establecimiento de la FIAT en Turín, pero no el único. Relativamente cerca hay otros centros: Spa Stura, Lingotto y Rivalta, por citar sólo los principales.3 Visto el escenario, ahora veremos los actores. Para comprender estos años no basta con imaginar las manifestaciones de trabajadores en el 1º de Mayo (llamada fiesta del trabajo hoy día) que vemos en televisión, donde éstos llevan cada uno una banderita industrial de CCOO o de UGT porque parece que así se protesta más. En febrero de 1968 los sindicatos de masas firmaron en Italia un acuerdo penoso para los trabajadores del caucho. La desilusión de los trabajadores con estas organizaciones no se hizo esperar y conformaron el CUB (Comité Unitario de Base), una organización alternativa a las grandes centrales sindicales para presionar a la dirección de la Pirelli de Bicocca.
Los obreros del CUB querían una reducción de los ritmos de trabajo. Para conseguir esto ponen en práctica formas de lucha que luego se extenderán ampliamente entre los obreros italianos, tales como la autorreducción del rendimiento de trabajo (trabajaban más lento o bien las máquinas se “estropeaban” constantemente) o huelgas imprevistas (los obreros dejaban de trabajar sin previo aviso para la empresa, siendo esto desastroso para la programación de la producción). El 1 de octubre de 1968 convocaron una huelga general que fue todo un éxito. Se produjeron más paros y la convocatoria de otra huelga general. Como consecuencia de la gran conflictividad obrera, Pirelli cierra la fábrica de Bicocca. Los obreros responden tratando de invadir el rascacielos de la Pirelli. Justo después se firma un acuerdo, pero la conflictividad obrera no acaba4.
Las fotografías que a continuación mostramos reflejan el grado de conflictividad de aquella época y el nivel medio-alto de violencia difusa que se alcanzó, con manifestaciones en las que frecuentemente se acababa abriendo fuego contra la policía.

- 14 de mayo de 1977, Milán, Vía De Amicis: un manifestante dispara contra la policía


- 14 de mayo de 1977, Milán, Vía De Amicis: un manifestante dispara contra la policía en presencia de dos compañeros


- Otra buena muestra de los “ánimos” de aquella época, son las siguientes fotos, en las que se aprecia la simbología ofensiva con la que se operaba en aquellos años: manifestantes caminan en bloque (parapetados de cascos y chubasqueros para repeler los ataques de la policía) con carteles en los que podemos ver la hoz y el martillo atravesada por un fusil.


- Autónomos simulan con la mano la pistola P38


La práctica autónoma de clase es una práctica que se desarrolla principalmente en la fábrica. Aquí es de donde bebe toda su vitalidad. Su condición es el obrero-masa, entendiendo por éste a aquel obrero que se desarrolla principalmente en la fábrica fordista. El fordismo es un sistema de producción que se desarrolla desde finales de los años 30 hasta principios de los 70. Consiste en la organización científica del trabajo. Frente al anterior obrero cualificado, tipificado como profesional, aparece un nuevo tipo de obrero descualificado. Esto resulta de la maquinización del trabajo. El trabajo se organiza en torno a cadenas de montaje en las que los obreros no son más que una extensión de las máquinas. Las máquinas son las que marcan los ritmos productivos y los obreros no pueden más que seguirlas. De ésta manera se optimiza la producción de tal manera que los obreros no pierden tiempo en la planificación del trabajo. Se convierte así la fábrica en el corazón del sistema productivo. El obrero típico de este sistema productivo hemos dicho que es el obrero-masa. Cantidad de obreros han de poner en funcionamiento cada día la maquinaria productiva. Gracias a esta concentración obrera en la fábrica los obreros se hacen fuertes y ganan cotas de poder. El rechazo al trabajo se convierte en un lema y en una actitud típica de los años sesenta y setenta en Italia. Es en este contexto donde hemos de situar el operaísmo o lucha autónoma proletaria. Los obreros comienzan a controlar la fábrica, es muy fácil paralizar la producción, unos pocos obreros en una cadena de montaje bastan para ello. Proliferan las asambleas de fábrica y la autoorganización obrera al margen de centrales sindicales y partidos clásicos. En Italia, las centrales sindicales (CGIL, CISL, UIL) van a remolque de las luchas obreras. Los obreros, aún afiliados a ellas, son portadores de una conflictividad obrera mayor de la que desean los vértices de los sindicatos. Las bases desbordan a los vértices, que en muchas ocasiones acaban aceptando las luchas obreras a regañadientes para no generar una ruptura total entre ellas y el proletariado, perdiendo así todo poder sobre los obreros.


2. Los operaístas. Postulados teóricos.

Los primeros textos teóricos de los operaístas surgen a principios de los años 60, siendo los principales teóricos Panzieri, Mario Tronti y Toni Negri, que escribirán en los Quaderni Rossi. Estos autores introducen la categoría de trabajo vivo (sacada a su vez de los Grundrisse de Marx), que hace referencia a la corporeidad de los trabajadores. Los obreros, al ser cuerpos vivos, nunca podrán ser completamente reducidos a meras funciones de una máquina. La tesis principal que sostienen es que de lo que se trata no es de entender cómo funciona el capitalismo para después comprender los efectos que produce en la clase trabajadora, tesis mantenida tradicionalmente por los socialdemócratas alemanes y por el materialismo histórico. Lo que los operaístas proponen (en este caso Tronti) es “un cambio en la prioridad histórica entre capital y trabajo. Comenzar a ver el capital como función de la clase obrera, o más precisamente, el sistema capitalista como un momento (fase) en el desarrollo político de la clase obrera”5. Los obreros se adelantan así al capital y no al revés, produciendo formas de poder obrero que el capital se apresura a destruir. Según esta tesis, el capitalismo no funcionaría según sus propias leyes sino a remolque de la clase trabajadora, tratando de desactivar las formas de poder obrero que ésta genera. Éste es otro de los sentidos en los que se dice que la clase obrera es autónoma, ya que genera experiencias propias independientes del control capitalista. La respuesta antiobrera del capital será la reestructuración, que estudiaremos más adelante. Otro concepto clásico que encontramos en gran número de textos de los operaístas y de los autónomos españoles es el de composición de clase. Se sitúa frente a ciertas concepciones clásicas del proletariado como sujeto homogéneo con intereses indiferenciables. Éste indica la heterogeneidad de los distintos elementos que componen la clase obrera. En Italia este concepto sirvió para pensar las diferencias entre los distintos tipos de obreros (si eran inmigrantes o no, etc.) y poder articular alguna suerte de unidad entre distintos proletarios con un enemigo común: el capitalismo.


3. La autonomía obrera como autoorganización proletaria

La autoorganización obrera venía motivada por dos elementos. El primero de ellos es debido al obrero como obrero-masa: en la fábrica se articulan fácilmente formas de poder obrero que son independientes del poder del partido o del poder del sindicato. Los obreros mediante asambleas de fábrica se encuentran en una fácil disposición de presionar a sus respectivas direcciones. La acción obrera contra la fábrica se materializa así en forma de absentismo laboral, sabotaje, autorreducción del rendimiento en el trabajo, paros imprevistos... Los obreros se hacen fuertes en la fábrica con independencia de los sindicatos y partidos clásicos. La autoorganización obrera, prescindiendo de estas organizaciones, será una realidad que alcanzará países como Italia y España, apareciendo así la autonomía obrera como tendencia dentro del movimiento obrero.

3. 1. Independiente de partidos

Los rasgos básicos de la autonomía obrera los veremos en contraposición con las líneas tradicionales que ha llevado a cabo el movimiento obrero, salvándose quizás de éste al anarquismo. En los años de la autonomía obrera los obreros se encuentran con que uno de los obstáculos revolucionarios que frenan el ataque al capital y el contrapoder proletario son los partidos y los sindicatos. Así ocurrió como ya hemos visto en la formación del CUB pero también en otras muchas experiencias. En un texto de autónomos españoles podemos encontrar la crítica teórica que se realiza a los partidos. El título de este texto es Proletariado y Organización6, texto de Cardan traducido y publicado por los Grupos Obreros Autónomos (GOA). Éste texto comienza preguntándose cómo la revolución rusa de 1917, revolución que tachan de triunfante, pudo acabar degenerando y convirtiéndose en una burocracia. El diagnóstico que los GOA realizan es que “el proletariado no ha asumido la dirección de la revolución y de la sociedad nacida de ella”. Según ellos, la burocracia acabó controlando la producción, siendo que “el socialismo no es ni puede ser otra cosa que la gestión de la producción, de la economía y de la sociedad por los trabajadores”. Para los GOA no existe problema técnico alguno para que el propio proletariado autoorganizado dirija la producción, sin necesidad de estar dirigido por la élite intelectual que sería la burocracia. Para los GOA el problema es político y consiste únicamente en pensar qué líneas hay que desarrollar para provocar la fundición en un mismo proletariado de los técnicos y obreros manuales propiamente dichos.
La pregunta principal que cabe hacerse es cómo se ha podido dar históricamente la degeneración de las organizaciones obreras, es decir, cómo organizaciones que la clase obrera creó para emanciparse se han podido convertir en un impedimento para profundizar en los procesos revolucionarios. La tesis principal para explicar el carácter contrarrevolucionario de los partidos políticos la asientan en afirmar que esas organizaciones han establecido un modelo burgués de organización. Para ellos, si el capitalismo consiste en que una clase somete o dirige a otra, ésta es una estructura que también se puede implementar dentro de las organizaciones que la clase obrera crea para liberarse de la estructura de dominación capitalista. Es decir, las relaciones de dirigismo internas a las organizaciones obreras acaban siendo un impedimento para la emancipación del proletariado. Esto es debido a que se establece una diferenciación entre la organización y el proletariado. Al proletariado le vendría impuesta la línea política desde fuera de él mismo en el seno de sus propias organizaciones. Esto para los GOA es completamente inaceptable y proviene de un error todavía más profundo. Este error es aquel que consiste en pensar que la teoría revolucionaria es previa a los procesos revolucionarios, es decir, proviene de concebir la teoría revolucionaria como una técnica. Esta consideración de la teoría revolucionaria como una técnica pasa a impregnar el programa de las organizaciones políticas. Para los GOA, la teoría revolucionaria se crea sobre la propia acción revolucionaria, lo que no quiere decir que exista práctica sin teoría. Para los marxistas-leninistas, “la función del partido revolucionario sería la de ´importar` el socialismo al proletariado”, que por propia experiencia no podría llegar al socialismo. Los obreros, lo más que podrían hacer es identificarse con el partido que encarna esa verdad. Sin embargo, resulta curioso la multitud de “excusas” que los marxistas-leninistas se tienen preparadas para contestar si el proletariado no se pliega a sus directrices. Se apresurarán a decir que no han sabido hacer que su programa sea bastante concreto, que su propaganda no era lo suficientemente convincente, que se han equivocado sobre la apreciación de la situación, etc. Para los GOA, la división entre dirección y ejecución de las acciones revolucionarias, una vez instaurada, tiende a profundizarse. Se podría considerar que esa división no podría profundizarse de ponerse un freno “democrático”. Sin embargo, lo cierto es que este freno no quiere decir que la mayoría dirige sino que la mayoría designa a sus dirigentes, por los que estos dirigentes bien podrían durante su gobierno transformar al partido de tal manera que tendiesen a su perduración en el poder. Es por esto que critican el “centralismo democrático”:
"Considérese, por ejemplo, el "centralismo democrático", tal y como se supone debe de funcionar en un partido leninista ideal. El que el "comité central" sea designado por un "congreso democráticamente elegido" no cambia en nada el hecho de que este comité, una vez elegido, es el dueño absoluto de la organización, de hecho y de derecho; y no solo porque según los estatutos tenga toda clase de poderes sobre el cuerpo del partido (pudiendo disolver las organizaciones de base, expulsar militantes, etc.), sino porque en esas condiciones puede determinar la composición del congreso siguiente."
El texto continúa diciendo que en España se ha abierto un nuevo proceso que permite a la clase obrera dotarse de su propia organización. Para ellos, como consecuencia de la dictadura, los partidos y sindicatos todavía no están lo suficientemente consolidados como para neutralizar la autoorganización obrera. De hecho, según afirman, la mayoría de obreros se desentienden de las organizaciones burocráticas. Pueden votarlas como mal menor o recurrir a ellas como uno recurre a una fregona o a los bomberos, por mera pragmática, pero esto no quiere decir que la clase obrera no esté tejiendo sus propias formas de organización.
Otra de las ideas centrales que aparecen en este texto es la de establecer una división entre lucha política y lucha económica. Para los marxistas-leninistas clásicos, la lucha política vendría dada en el partido y tendría como función dirigir a las luchas meramente económicas que se desarrollan en los sindicatos. De esta manera dividen lucha política y lucha económica. Los GOA, al considerar que la explotación capitalista es indivisible consideran que la lucha contra el capital también lo es. Además, esta división sólo cobra sentido si concibes la teoría revolucionaria como una técnica que se alcanza fuera de las luchas para ser aplicada a éstas. De ésta manera, el partido, al ser la encarnación de la verdad revolucionaria, tendría que dirigir la lucha de masas organizada en sindicatos y desprovista de contenido político por no haber alcanzado todavía la teoría revolucionaria.

3. 2. Independiente de sindicatos

Ahora nos pasaremos a ocupar de la crítica a los sindicatos. Tal como ya hemos dicho anteriormente, uno de los postulados básicos que suelen mantener los militantes que funcionan según la autonomía de clase es que la teoría revolucionaria se forja al calor de la luchas. Es por esto que para comprender la crítica a los sindicatos hemos de reparar en el contexto histórico en el que estamos, donde los vértices que dirigen los sindicatos no se sitúan a la vanguardia de las luchas, fomentándolas, creando conflictos ahí donde existía paz social, sino que más bien se sitúan en la retaguardia, tratando de detener un tren que ya está en marcha y que camina imparable. Es así como ocurrió durante la huelga desencadenada en Francia, al igual que ocurrió durante unos cuantos años en Italia (donde los sindicatos CGIL, CISL y UIl iban por detrás de los trabajadores y apoyaban las movilizaciones a regañadientes, para no perder definitivamente el control sobre los obreros) y también en España, aunque con otras peculiaridades, fruto de la dictadura franquista. Para desarrollar ésta crítica tomaremos como hilo principal un artículo llamado Capitalismo y sindicato, dividido en dos partes que aparecen cada una en un número de la revista Lucha y teoría. Así, en Capitalismo y sindicato 1, se nos hace un repaso histórico del papel desempeñado a cabo por los sindicatos en el transcurso de las luchas obreras. La tesis que se mantiene es que los sindicatos desempeñan un papel reformista desde el primer momento de su aparición. En un principio fueron rechazados por los patronos, pero a continuación fueron ensalzados por los propios patronos. En este punto del artículo, los autores introducen una cita de Engels:
"Los sindicatos maldecidos como obra del diablo hace poco, fueron sin embargo cortejados y protegidos por los industriales como unas instituciones altamente legítimas y como medios útiles para propagar entre los obreros sanas ideas económicas7"
Según el autor de este escrito, los sindicatos han servido históricamente para propagar el amor al trabajo entre los obreros. Al organizarse sobre el mundo del trabajo, tienden a una mitificación de la labor que realizan los obreros en sus puestos de trabajo, alabando así el trabajo asalariado y reivindicando únicamente mejoras parciales que no pueden pasar a un plano revolucionario. Esta visión parece un tanto sesgada, tal como en un segundo artículo de contestación que aparece en esta revista se dice. La acusación de otros autónomos es que este artículo deforma la historia de los sindicatos obreros para acabar en la defensa de la autonomía de clase, cosa que resulta inaceptable para los autónomos mismos que quieren estudiar la historia del movimiento obrero sin someterla a falsificación alguna promovida por posturas del presente8. El punto sobre el cual se deforma la historia de los sindicatos obreros podríamos decir que es compartido por toda la autonomía obrera: el rechazo del trabajo. Esta reivindicación del derecho a no trabajar resultó conflictiva con los obreros que practicaban un sindicalismo clásico, que defendían el trabajo como práctica que dignificaba al obrero aún en condiciones de explotación. En la segunda parte del artículo (Capitalismo y sindicatos 2), los autores mantienen la tesis de que la organización sindical va ligada al obrero cualificado. Para ellos, en la producción fordista, donde el tipo de obrero que prima es el descualificado, se hace necesario superar las estructuras sindicales y promover la autoorganización obrera al margen de estas organizaciones:
"Los sindicatos, estaban ligados a una clase obrera muy específica cuyo común denominador era la cualificación. Después de la ofensiva capitalista que culmina en la crisis del 29, esta clase obrera es prácticamente inexistente. Alterada la composición política de la clase, la forma organizativa permanece únicamente como un esqueleto sin vida9."
"La consecuencia de esto es que cuando una forma organizativa ya no le sirve al proletariado, cuando la forma organizativa es una mera institución cuyos objetivos políticos no son revolucionarios, la burguesía salta sobre ella y la recupera para sí, volviéndose contra los trabajadores10."
Para los autores, los sindicatos se han convertido en locutores entre los trabajadores y la patronal, no promoviendo así un ataque directo del proletariado contra el capitalismo sino cumpliendo la función de recuperar las luchas obreras y volverlas inocuas en su confrontación con el sistema capitalista. Aquí recuerdan especialmente el papel de los sindicatos franceses en la revuelta del 68. Una declaración firmada por la CGT, la CFDT y FO comunica a los obreros lo siguiente: “os pedimos que paréis a partir de hoy el trabajo, que volváis a casa y que sigáis atentamente las órdenes dadas en los comunicados de nuestras organizaciones”. Observamos aquí cómo los sindicatos promueven la desorganización obrera para quedar ellos al frente de las luchas obreras. En otra declaración conjunta de la CGT y la CFDT dicen que “las CGT y la CFDT están a punto de tomar parte en verdaderas conversaciones sobre las reivindicaciones esenciales de los trabajadores”11. Vemos pues la fórmula. Los sindicatos tratan de dominar el movimiento obrero a la vez que negocian las “reivindicaciones esenciales de los trabajadores”. De esta manera desarman a los obreros de la autonomía necesaria para no depender de la voluntad de los vértices sindicales. Y como los vértices sindicales están integrados en el sistema y se mueven según sus reglas, el resultado no pudo ser más desastroso: el conocido “pacto de Grenelle”, donde se produce alzas de salario del 12,5 % y otras mejoras varias, todo para romper el movimiento unitario y autónomo a cambio de aumentos salariales. De esta manera, desmovilizan a los obreros para integrarlos de nuevo en el marco capitalista.
En otro largo texto, Por una línea política de clase hoy12, donde se realiza un exhaustivo análisis de la realidad social del momento así como de las posibles líneas políticas a desarrollar, se critica fundamentalmente el sindicato como consecuencia de la división entre lucha política y lucha económica. Por esto consideran que “el sindicato mixtifica la noción de autonomía obrera, pues actúa como ´correa de transmisión` de la línea política que le dirige”13. La alternativa parece doble: o boicotear e ignorar cualquier tipo de militancia sindical o bien “aprovechar la plataforma sindical para ampliar la audiencia de la lucha por la organización autónoma de los trabajadores, intentando desbordar con la práctica de la acción directa el [...] control al que hemos aludido”14 Sin embargo y particularmente en España, ¿qué cabe pensar de un sindicato como CNT (Confederación Nacional del Trabajo), que no sigue esta división sino que se encuadra dentro del sindicalismo revolucionario pretendiendo acabar con el sistema capitalista y que además funciona de modo totalmente horizontal? Aquí muchos autónomos españoles, sin defender la organización obrera a través de los sindicatos, optaron por introducirse en esta organización para fomentar la autonomía obrera entre los propios trabajadores. Un buen y sintomático documento de las dos tendencias en el interior de la CNT es un artículo llamado La CNT a debate15. En este artículo encontramos la siguiente declaración por parte de un militante de la CNT:
"Existen dos bloques de carácter irreconciliable: el sindicalista puro en el cual existen muchas familias que tienen conflictos entre sí, pero que de alguna forma pueden ponerse de acuerdo, como son los “puntistas”, gente del partido sindicalista pestanista, gente que ha cambiado varias veces de chaqueta en el exilio, otras que provienen del antiguo sindicato vertical, otros que son marxistas reformistas. Entre ellos existen muchos problemas, pues un marxista no puede entenderse con un verticalista. Pero cuando ven un ataque del otro bloque del libertario [se refiere al bloque autónomo], se forma una piña de defensa16."
Y más adelante, hablando de las elecciones sindicales:
"Quizás estas elecciones van a servir para polarizar el movimiento obrero en dos sectores: uno el sector reformista y otro el sector autónomo e independiente. Nosotros esperamos que la CNT se quede en el segundo sector y las alternativas van a ir por ahí, en asambleas de empresas, en comités de delegados de empresas de cara a negociar acuerdos y luego disolverse una vez que se han conseguido los objetivos17."
En una entrevista a un grupo autónomo18, a la pregunta de por qué hay autónomos que se encuentran militando en CNT, responden que cuando el conflicto no atraviesa un periodo revolucionario, sino que se atraviesa un periodo de reflujo, la organización autónoma se concentra en pequeños grupos: “la organización autónoma de forma permanente queda reducida a colectivos de militantes dispersos, organizados localmente algunos [...]. Paralelamente adopta hoy una estructura de afiliación (CNT)”. Es decir, en épocas en las que el movimiento obrero no lleva a cabo una ofensiva revolucionaria, la autonomía obrera no tiene más remedio que desplazarse a organizaciones particulares.
Y es en este punto donde encontramos otra característica típica de la autonomía obrera, que hemos podido leer implícitamente a lo largo de todo este trabajo. La autonomía obrera establece como condición de posibilidad de la organización misma (para que ésta no se burocratice o adopte formas vacías carentes de contenido revolucionario) el conflicto. La organización siempre tiene que ser una exigencia surgida de la confrontación de clase. No puede existir una forma última de organización prescindiendo de la lucha concreta que se desarrolla en los momentos concretos. Por esto, en Por una línea política de clase, se dice que la organización no es la solución del todo. Normalmente se proyecta en la organización el deseo de dar solución a todos los problemas, buscando en ella una compensación a las frustraciones inevitables de toda práctica. Llega a verse la organización como el instrumento fundamental. Se concibe entonces ésta, como algo aparte que tiene vida por sí misma y que puede existir por encima y al margen de los movimientos reales. El instrumento se convierte en un fin válido por sí mismo19.
La organización no es entonces algo exterior al conflicto sino que se desarrolla a la par que él, “será expresión de un movimiento real y deberá vencer toda burocracia. La organización será, no una condición exterior del poder, sino fruto y expresión del poder mismo de la clase”


4. El problema de la lucha armada.

1. La lucha armada en grupos autónomos. Un ejemplo ibérico: el MIL.

Para estudiar la concepción de la lucha armada en los grupos autónomos más concienciados recurriremos a un ejemplo ibérico: el MIL (Movimiento Ibérico de Liberación). El MIL, grupo armado creado en 1971 en Cataluña, conocido primero como Grupos Autónomos de Combate (GAC), concebía las acciones armadas como acciones que surgían de la necesidad de las luchas autónomas. Es por esto que sobre todo realizaron atracos a sucursales bancarias, con el fin de conseguir medios económicos para apoyar a los obreros en huelga o para editar propaganda. La organización armada se considera aquí un grupo de apoyo, lo que muestra una concepción de la lucha armada como en un segundo plano, tratando de satisfacer las necesidades de las asambleas obreras autónomas que ellas no pueden suplir debido a su carácter público (por ejemplo, si se necesita dinero para aguantar una huelga, una asamblea no puede efectuar un atraco, por evidentes cuestiones de seguridad, eso será obra de los militantes clandestinos de los grupos armados). Esta concepción de la lucha armada aparece muy clara en el libro de Telesforo Tajuelo llamado El MIL, Puig Antich y los GARI:
"Para el MIL era importante distinguir entre el concepto de agitación armada y el de lucha armada o militar. Un núcleo de lucha militar no busca planteamientos políticos en función de la lucha de clases sino que se considera a sí mismo como la vanguardia o punta de lanza, y halla en sí mismo toda su justificación. En cambio, un núcleo de agitación armada no puede admitir que se mistifique su actividad, considerándose autosuficiente, sino que se define por la posición que adopta en la lucha de clases. Es decir, un grupo de agitación armada es un grupo de apoyo, que sitúa su propia actividad en el seno del conjunto de la lucha de clases del proletariado y que, además, forma parte de dicha lucha de clases20."

2. La lucha armada en la guerrilla urbana comunista

La lucha armada bajo la forma de guerrilla urbana comunista concibe a la organización armada como la punta de lanza de las luchas. Si el enfrentamiento para acabar con el capitalismo ha de ser en última instancia armado, se necesita crear un ejército al servicio de las luchas obreras. Si el desarrollo de estas luchas se produce en la ciudad, allí habrá de operar la guerrilla. A continuación mostraremos la concepción de la lucha armada que han mantenido dos de las guerrillas urbanas más importantes de la segunda mitad del siglo XX en Europa: las Brigadas Rojas y la RAF (Fracción del Ejército Rojo).
Las Brigadas Rojas se forman como organización en 1972. Nacían como una organización revolucionaria con el objetivo de atraerse a la mayor parte del proletariado hacía sus posturas revolucionarias en compensación a la política reformista y antiobrera del PCI. Sus acciones fueron numerosas, la más importante de ellas fue el secuestro y asesinato de Aldo Moro, presidente del país por parte de la Democracia Cristiana. Uno de los objetivos de esta acción era provocar una contradicción definitiva entre en el vértice del PCI y sus militantes de base, con el fin de romper la política del “compromiso histórico”21.
Las primeras acciones de las Brigadas Rojas fueron destinadas a darse conocer, es por esto que consistieron en acciones donde demostraban su poder a las bases del proletariado de manera espectacular. De esta manera pretendían ampliar su frente de masas. He aquí ya la primera diferencia entre lo que anteriormente llamamos agitación amada y lucha militar. La primera concibe la organización como un grupo de apoyo, mientras que la segunda concibe la organización como grupo de vanguardia, destinado a guiar al proletariado hacia la insurrección generalizada. Es por esto que las primeras acciones de las organizaciones armadas vanguardistas han de ir destinadas a crecer en popularidad, a ganar la confianza del proletariado para que éste se reconozca en las acciones de la organización y dirija su acción política en función de la línea que marque la organización. En la entrevista que Rossana Rossanda y Carla Mosca hacen a Mario Moretti éste explica el secuestro de un dirigente de fábrica de la siguiente manera:
"Acordaos del caso Macchiarini. Es un dirigente de fábrica conocido. Lo cogemos, lo llevamos a un cierto lugar, le hacemos una fotografía que habla por sí sola, dice que existe un grupo revolucionario en el interior del movimiento obrero. No pedimos nada. Conseguido el efecto simbólico, lo dejamos libre después de tres horas.22"
Éste es el mismo esquema que recomienda la RAF23 a la hora de crear los primeros grupos armados:
"En la primera fase, de lo que se trata es de demostrar mediante acciones adecuadas que se están formando grupos armados y que pueden afirmar su existencia frente al aparato estatal; y que ataques armados por sorpresa pueden ser un medio para defender con éxito frente a un sistema represivo un conjunto de intereses legítimos. Por decirlo brevemente: hay que descubrir prácticamente la lucha armada como medio24."
Es decir, vemos que ambos grupos armados de vanguardia comienzan “publicitándose”, tratando de ganar popularidad entre las masas de proletarios. Y a continuación encontramos cómo son la punta de lanza:
"Sería falso empezar a utilizar este medio sólo a partir del momento en que se estuviera seguro de la “aprobación de las masas”; pues esto significaría la renuncia absoluta a esta clase de lucha, al no poderse alcanzar la “aprobación de las masas” más que a través de la lucha."
Ahora ya estamos en condiciones de ver la distinción entre la lucha armada de carácter autónomo y la lucha armada de vanguardia. Para estos últimos, la lucha armada va dirigida a abrir nuevos horizontes de lucha y es la punta de lanza para conseguir pasar a estadios superiores de conflicto en la conquista por el poder. Sin embargo, para los grupos autónomos, la lucha armada permanece más bien insertada dentro de las necesidades del poder autónomo de clase y sólo se desarrolla siendo pautado por este. El tipo de acciones observamos cómo son diferentes (pasando por alto el contexto de cada país): por un lado atraco de sucursales bancarias con vistas a fortalecer la autonomía de clase, por otro lado acciones propagandísticas con base a ganar apoyos entre el proletariado. Esto lo vemos muy bien reflejado en las siguientes palabras de Moretti, en las que distingue los objetivos de las acciones armadas de una organización de vanguardia de los del movimiento autónomo de 1977:
"Me parece que ellos [los autónomos surgidos en el movimiento de 1977] practicaban el nivel de enfrentamiento puntualmente adecuado a la “disputa del territorio” específico sobre el que concentraban las propias luchas. Nosotros, por el contrario, hemos tenido la tendencia marcada, propia de quien ha acometido la lucha armada en los Estados del capitalismo maduro, de simbolizar al enemigo. Es una táctica inevitable para quien se propone ampliar su base de masas y al mismo tiempo intenta influir en la gestión de los procesos comunicativos25."
Vemos la diferencia: por un lado “disputa del territorio” específico sobre el que se concentraban las propias luchas (es decir, por ejemplo la disputa de la calle donde se desarrolla una manifestación y que al pretender ser disuelta por la policía acaba en un tiroteo) y por el otro simbolización del enemigo con vistas a ampliar su base de masas.


5. La necesidad de salir de la fábrica

Durante el transcurso de la década de los setenta el capital lleva a cabo una reestructuración a nivel mundial. Es el paso a un sistema de producción capitalista a nivel internacional. Mediante este ataque del capital a la clase obrera consiguieron desarticular las fuertes luchas obreras que arrancaron desde los sesenta y se desarrollaron durante la década de los setenta. La reestructuración capitalista consistió en deslocalizaciones de empresas en las que se cerraba la fábrica del país y se llevaba a otro lugar del mundo donde era más barata la fuerza de trabajo. Se empezó a producir bajo pedido, se externalizaron los servicios, fomentando que la fábrica encargara a otros talleres la producción. Por ejemplo, una fábrica de coches pide las ruedas a otro taller. De esta manera acaban con el proletariado como sujeto unitario, dividiéndolo, categorizándolo y enfrentándolo entre sí. Es decir, la reestructuración del capital fue una estrategia para acabar con los lugares de antagonismo en el que la clase obrera se hacía fuerte: la fábrica fordista como centro de producción social.
Mario Moretti, en la obra que venimos tratando, insiste en repetidas ocasiones en la necesidad que sentían de salir de la fábrica, necesidad que se agudizó con la reestructuración del capital. Según Moretti, los obreros, mediante las potentes luchas de fábrica, no conseguían pasar a otro plano distinto. Se da la necesidad de pasar al plano político (manteniendo la clásica distinción que ya hemos explicado entre lucha económica y lucha política):
"No puedes agredir al capital únicamente desde la fábrica, lo repito. Lo habíamos intentado: las BR, prescindiendo de algunos compañeros, son obreros, técnicos. Tras el otoño caliente, la clase obrera está entre la espada y la pared. Es preciso saltar al plano político26."
Y más aún:
"Los obreros habían hecho lo que habían podido, lo que se hallaba dentro de su horizonte. Y habían cambiado no pocas cosas. Pero cuando la reestructuración les cambia la fábrica delante de sus narices, se hunde el mito del obrero masa. No he creído nunca, entre paréntesis, que el obrero pudiese ser el motor de la transformación. De todos modos, podía producirse un relanzamiento sólo desde fuera de la fábrica, y nosotros lo hemos llevado a cabo27."
Para Moretti, los obreros se sentían encajonados en la fábrica. El poder que los obreros habían alcanzado en la fábrica era potentísimo, pero no podían pasar más allá de un cierto punto. Se necesitaba pasar al plano político y ahí es donde aparece el proyecto de las Brigadas Rojas. La reestructuración hacía perder poder a los obreros y se necesitaba un relanzamiento de la lucha desde el exterior de la fábrica. En este contexto es donde hemos de entender las acciones de las Brigadas Rojas. Aquí parece que tocamos un punto común a las Brigadas Rojas y al movimiento autónomo: la necesidad de salir de la fábrica. Si las Brigadas Rojas saldrán de la fábrica mediante una organización armada de vanguardia, el movimiento autónomo también tratará de salir de la fábrica con las formas que le correspondan y que veremos a continuación. Pero lo principal en lo que hay que insistir aquí es que encontramos en dos formas distintas de hacer política lo mismo: la necesidad de salir de la fábrica, por lo que nos hace pensar que éste fue un punto clave y decisivo en el seno del movimiento obrero de la Italia de los setenta.
En la construcción de Potere Operario28 (1969) encontramos la misma cuestión. Cuando explican los motivos del paso de La Classe a Potere Operario se refieren a “urgencias de organización”. Descubren “las limitaciones de la ´lucha continua`, del bloqueo de la producción, [...] es necesario, entonces, ir más allá de la gestión obrera de la lucha de fábrica, más allá de la organización de la autonomía, para plantear una dirección obrera sobre lo inminente, sobre el presente y el futuro ciclo de luchas sociales”29. La forma de salir de la fábrica por parte de los grupos autónomos era fortalecer la resistencia en la fábrica pero dotándose de una línea de actuación conjunta, como es buena muestra la creación de este grupo.
En España, la estrategia camina en una dirección similar, siendo el problema el mismo: la reestructuración que hace perder poder a los obreros en la fábrica. El ataque del capital contra la clase trabajadora se da a nivel internacional. Esto es lo que dicen en Por una línea política de clase hoy:
"Estamos asistiendo a un ataque masivo del capital internacional contra la clase trabajadora. [...] El capital no desespera y sabe que para recuperar la iniciativa a largo plazo, tiene que destruir la cohesión del proletariado, la autonomía obrera. Este proceso mundial de reestructuración y división del trabajo, cuyo inmediato beneficiario será el capital monopolista internacional [...] adopta formas distintas en cada estado30."
Frente a la reestructuración del capital, en este mismo texto se repite una y otra vez la necesidad de desarrollar la lucha desde la fábrica.
Esta es la posición básica de la línea política de clase en estos momentos:
VOLVER A LA SOCIEDAD–FÁBRICA PARA IMPULSAR LA LUCHA AUTÓNOMA ANTICAPITALISTA CONTRA EL ESTADO
Los efectos de la reestructuración resultaron fatales para la clase obrera. Quizás, en el caso italiano, lo que mejor lo exprese sean estas palabras de Moretti:
"Una huelga, aun reducida, en Mirafiori significaba en 1972 agredir el dominio capitalista en la fábrica, prefigurar un enfrentamiento concebido en términos de poder que paulatinamente se alargaría, significaba estar a la ofensiva. Una huelga, aun enorme, en la misma fábrica en 1977 (por no hablar de 1980, tras la marcha de los empleados de la FIAT por las calles de Turín) quería decir, por el contrario, defender con uñas y dientes y quizá con desesperación algo que Agnelli ya había sustraído trasladando la producción a otro sitio, “también” a otro sitio, y minando la base estructural de todo aquello que nosotros habíamos proyectado, quizá soñado. No se estaba a la ofensiva, se estaba en las últimas. [...] Dicho con toda exactitud: el movimiento que había sido la espina dorsal de todas las prácticas revolucionarias de al menos medio siglo se estaba apagando, en virtud de los efectos provocados por un fenómeno al que todavía hoy nos resulta difícil enfrentarse: la descomposición de clase producida por la globalización de la producción31."


6. Para terminar

Con la derrota del movimiento obrero se dio pié al paso de la autonomía obrera al autonomismo. Los distintos movimientos autónomos (independientes de partidos y sindicatos) no tienen como eje dinamizador central la fábrica sino que más bien se presentan descentralizadamente en distintos nudos de resistencia frente a la fábrica-social. Se hace del espacio social una red que puede generar un espacio de negocio. Se mercantiliza cada día más espacios vitales. A todo se le trata de sacar rentabilidad. El beneficio económico no sólo se extrae de los centros de trabajo sino también del espacio en el que vivimos cotidianamente. Anuncios en el suelo del Metro, registros informáticos con nuestros datos personales para hacer estudios de mercado y vendernos la mercancía más extravagante, el super de confianza de nuestro barrio, el Círculo de Lectores trayéndonos los libros a casa, la destrucción del medioambiente para construir centros comerciales, la ciudad como un gran centro comercial, la vivienda como un elemento de especulación... Son muestras de que el capital ha salido de la fábrica y trata de colonizar cada vez más espacios de nuestra vida. Frente a este nuevo tipo de capital, las resistencias son distintas. Autónomas pero no en la fábrica sino bajo la forma de lucha por una vivienda digna, movimientos de okupación, defensa de parques y medio ambiente, reclamando la calle como un lugar habitable... Pero esto ya sería otro trabajo.


7. Bibliografía

Las obras utilizadas para realizar este trabajo han sido las siguientes:
- De revistas de la época (algunas sin referencias exactas, por no aparecer), extraídas de la web www.autonomiaobrera.net
- Lucha y teoría. Número 6. Marzo de 1976. Barcelona.
- Lucha y teoría número 4. Junio 1975.
- Por una línea política de clase hoy, en Lucha y teoría nº 7, julio de 1976 y en nº 6, marzo de 1976
- Paul Cardan. Proletariado y Organización. 01/05/1971
- Autonomía obrera o barbarie, en la entrevista de AJOBLANCO nº31 de marzo de 1978 http://www.sindominio.net/ofic2004/historias/autonomia/barbarie.html
- Libros:
. Antonio Negri. Los libros de la autonomía. Tres Cantos (Madrid). 2004. Ediciones Akal
. Telesforo Tajuelo. El MIL, Puig Antich y los GARI. Francia. 1977. Ruedo Ibérico.
. Mario Moretti. Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Móstoles. 1998. Akal
. Grupo Baader-Meinhof. El moderno estado capitalista y la estrategia de la lucha armada. Barcelona. 1981. Icaria Editorial
. Nanni Balestrini y Primo Morotti. La horda de oro. Septiembre de 2006. Madrid. Traficantes de Sueños


Referencias

1 En este trabajo utilizaremos Italia y España a modo de “laboratorio” en el que se desarrolla la autonomía obrera.
2 Para representarnos la lucha obrera de aquellos años es muy útil la apasionante novela de Nanni Balestrini Lo queremos todo (se puede conseguir en Traficantes de Sueños)
3 Antonio Negri. Los libros de la autonomía. Tres Cantos (Madrid). 2004. Ediciones Akal, página 341
4 ídem, página 356-357
5 Citado por: Lucha y teoría. Número 6. Marzo de 1976. Barcelona, página 23.
6 Paul Cardan. Proletariado y Organización. 01/05/1971
7 Véase Lucha y teoría nº 4, página 7
8 Es interesante observar el nivel de discusión teórica de la revista Lucha y teoría. A continuación del artículo en el que se presenta toda práctica sindical como reformista, encontramos dos páginas de “crítica al artículo precedente” en la que se trata de apuntar y presentar las críticas que se consideran oportunas. Así pues, se dice que “con el fin de reforzar la propia posición que considera el sindicalismo en la fase actual del proceso de lucha del movimiento obrero como un elemento reformista, conciliador y, por tanto, de control y freno de la lucha de clases, se pretende hacer creer que en toda su historia – salvo alguna excepción muy contada – el sindicalismo ha jugado el mismo papel de freno del movimiento obrero” (páginas 13 y 14)
9 Lucha y teoría nº 4, página 14
10 Lucha y teoría nº 4, página 14
11 Citado por: Lucha y teoría nº 4, páginas 15 y 16
12 Por una línea política de clase hoy, en Lucha y teoría nº 7, julio 1976.
13 ídem, página 38.
14 ídem, página 38
15 Teoría y práctica, nº 12, octubre de 1977.
16 ídem, página 57
17 ídem, página 62
18 Véase la entrevista cuyo título es Autonomía obrera o barbarie, en la entrevista de AJOBLANCO nº31 de marzo de 1978. Se puede encontrar en Internet en: http://www.sindominio.net/ofic2004/historias/autonomia/barbarie.html
19 Por una línea política de clase hoy, en Lucha y teoría nº 7, julio 1976, página 55
20 Telesforo Tajuelo. El MIL, Puig Antich y los GARI. Francia. 1977. Ruedo Ibérico.
21 Porque no es el objeto del trabajo no me extenderé más en la explicación del surgimiento y rumbo de las Brigadas Rojas. La trayectoria de este grupo debe ser estudiada pormenorizadamente, evitando caer en etiquetaciones facilonas, para esto recomiendo las entrevistas realizadas a Mario Moretti por parte de Carla Mosca y Rossana Rossanda en: Mario Moretti. Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Móstoles. 1998. Akal.
22 Mario Moretti. Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Móstoles. 1998. Akal, página 89.
23 RAF (Fracción del Ejército Rojo), fue una guerrilla urbana que operó en Alemania en la década de los 70, creando una crisis nacional en 1977. Existen notables diferencias en la estrategia que establece la RAF y las Brigadas Rojas, como consecuencia del distinto contexto (distinto país) en el que se desenvuelven. No puedo extenderme aquí sobre esta guerrilla, por lo que recomiendo la lectura de su obra: Grupo Baader-Meinhof. El moderno estado capitalista y la estrategia de la lucha armada. Barcelona. 1981. Icaria Editorial. 24 Grupo Baader-Meinhof. El moderno estado capitalista y la estrategia de la lucha armada. Barcelona. 1981. Icaria Editorial, página 88.
25 Mario Moretti. Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Móstoles. 1998. Akal, página 284.
26 Mario Moretti. Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Móstoles. 1998. Akal, página 71
27 ibídem, página 68 y 69
28 En julio de 1969 se celebró en Turín un encuentro de comités y vanguardias obreras organizado por el semanario La Classe. El objetivo era construir una organización a nivel nacional. Los desencuentros hicieron que el proyecto fracasase y durante el verano el grupo La Classe da origen a Potere Operario, con fuerza en Roma y Véneto.
29 Nanni Balestrini y Primo Morotti. La horda de oro. Septiembre de 2006. Madrid. Traficantes de Sueños, página 386.
30 Por una línea política de clase hoy, en Lucha y teoría nº 7, julio 1976, página 11.
31 Mario Moretti. Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Móstoles. 1998. Akal, página 285


Extraído del Klinamen

sábado, 13 de septiembre de 2008

KRS ONE

KRS ONE "Sound of da police", de su primer disco en solitario Return of the boom bap. Brutalísimo tema del año 1993.



miércoles, 10 de septiembre de 2008

"Besos al Besós. Crónica de una lucha anunciada." Sant Adriá del Besós, octubre de 1990.



El barrio de Sant Adriá del Besós en Barcelona se levantó a finales de octubre de 1990 contra la intención del ayuntamiento de construir más viviendas en un solar vacío reivindicado por los vecinos como espacio para equipamientos. El documental nos acerca lo sucedido durante esos días de enfrentamiento en un barrio tomado por la policía. El ayuntamiento la envió cuando los habitantes del Besós se decidieron a no permitir la construcción las viviendas. Equipamientos sí, viviendas no fue la consigna vecinal durante esos días de lucha colectiva, sustentada por una asamblea no controlada por ideólogos o aparatos políticos en la que podían participar todos los habitantes del barrio. Los vecinos consiguieron la paralización de las obras. Aquí va un vídeo del youtube con los tres primeros minutos del documento.




Un nuevo nombre hemos gestado en la plaza
sonoro y redondo como grito de batalla:
25 de octubre, qué de resonancia tiene en nuestras almas.
Como hijo legítimo, lleva el nombre de nuestra sangre hermanada,
grabemos esta fecha en el muro y que no la borre ningún mandatario de paja.
El pueblo soberano es quien manda,
desoigamos otras voces, cerrémonos en banda,
ya nada tienen que decirnos voces extrañas.
Rompamos sus insignias, sus caballos de batalla,
que por siempre impere nuestra voluntad, desechemos las cosas bastardas.
Al barrio le ha nacido el alma.


martes, 9 de septiembre de 2008

Def Con Dos

Def Con Dos "Acción Mutante", la banda sonora de la película de Alex de la Iglesia.
Somos mutantes no pijos de playa ni maricones diseño.



lunes, 8 de septiembre de 2008

Napalm Death

Napalm Death "Suffer the children" del Harmony Corruption 1990.



miércoles, 3 de septiembre de 2008

CÓMO EL FRANQUISMO DEVIENE DEMOCRÁTICO

(Primera parte del Manuscrito encontrado en Vitoria de 1977)

"Cuando basta la legalidad para salvar la sociedad, la legalidad; cuando no basta, la dictadura." Donoso Cortés, Discurso del 4-1-1849.


Compañeros,
La historia moderna ha trastocado a la burguesía española los términos de la alternativa que le formulaba hace más de un siglo Donsoso Cortés: cuando la dictadura no basta ya para salvar su dominio sobre la sociedad, la democracia entonces. Hay que resucitar la democracia para que, llegado el momento en que la dictadura se pierda, la revolución no se encuentre.
Con la constante profundización de la crisis social y el avance salvaje de su solución proletaria, el centro de gravedad de la realidad se desplazó tan lejos de lo que pretendía representarla, que en la esfera del poder todo se ha visto como desequilibrado, y cada escalón de la representación jerárquica en vilo. Los actuales detentores del poder estatal, para negociar su acuerdo con los burócratas de la oposición, han debido contradecirse con su propia legalidad, recuerdo de los tiempos en que podían permitirse el desprecio de las apariencias, que hoy deben organizar a toda velocidad. Los franquistas, que tanto tiempo han humillado con su triunfo al proletariado, han tenido que humillarse ahora para que el proletariado no triunfe y los burócratas de la oposición que han corrido a depositar la fianza de la nueva legitimidad democrática del poder, han tenido también que correr tras su propia legitimidad, dar la cara, lisonjear a los trabajadores y rebajarse ante ellos para ser, si no aceptados, al menos no rechazados. Durante este último año de carreras por la estabilización democrática del capitalismo español, el partido del orden -franquistas y oposición- pudo parecer tan incoherente como el propio orden, fundado entonces sobre una mezcla cómica de legalidad irreal y de realidades ilegales. Pero sin embargo, se ha mostrado profundamente unido en la práctica, por la división del trabajo represivo -unos desde fuera y otros desde dentro de la clase trabajadora- contra la autonomía en marcha.
Si contemplamos, sin ilusionarnos, la verdad del pasado reciente, comprenderemos rápido el futuro inmediato que se avecina. Cara a la oleada de huelgas del invierno del 76, las múltiples fracciones de un régimen en desagregación y de una oposición en aglomeración se han visto obligadas a salvar, juntas y sin perder tiempo, la realidad del orden capitalista cuyas futuras apariencias políticas se disputaban. Cuando el pasado contrarrevolucionario se deshace en todas partes, allí donde se dio su unidad, encima de los cadáveres de los revolucionarios de 1936, es donde muestra mejor en su devenir putrefacto la verdad de su ser: su unidad real se descompone en sus elementos primitivos, quienes uno por uno conocen un último sobresalto de falsa juventud, su división aparente se disuelve por la unificación a la que la revolución obliga a sus enemigos. Cuando el franquismo deviene democrático, todo lo que sucedió ante el proletariado (sindicalismo, anarquismo, estalinismo, franquismo) debe serle opuesto ahora simultáneamente. La demasiado evidente irrealidad de esa democracia política que nos cuelan, nacida senil, cuando se trata de lanzar al mercado las diversas variantes de programas gubernamentales, entre los que el ciudadano será llamado a escoger, consiste en que el margen de maniobra social de los dirigentes, o pretendidos tales, es tan reducido que si presentan ligeros matices plausibles de seudoelección, enormes dificultades les llueven. De tal forma que lo que franquistas y la oposición quieren hacer pasar por una grandiosa renovación histórica, aparece sin poder disimularse como una sórdida acumulación de regateos, apaños, golpes bajos y maniobras efectuadas fébrilmente en una atmósfera de demagogia y decrepitud.
Lo que hace diez años hubiera sido una maniobra de fuerza de parte de la burguesía española, mostrándose capaz de liquidar su pasado terrorista para dominar sin estado de excepción, manifiesta hoy su debilidad y sus temores en el momento en que debe preparar su porvenir represivo. "El gran abrazo de toda la familia española", como decía Franco, y la "reconciliación nacional", como decía Carrillo, se juntan en su verdad común contrarrevolucionaria; y como tras tales abrazos suelen haber celestinas, una de ellas Tierno Galván, bordará el sentido de la efusión: "El Gobierno ha presentado un proyecto inteligente. Un pacto político con la oposición podría disminuir las protestas sociales y económicas que arriesgan a transformarse en revuelta contra la forma institucional del Estado", terminando con una llamada a un "frente único de todos los partidos democráticos" y del régimen para salvarla (declaraciones del 12 de agosto del 76).
No será la primera vez ni la última que el poder dominante busque su salvación en la organización de elecciones para darse el tiempo de salir de "una de las más grandes crisis económicas, sociales y políticas del siglo XX". Si bien es verdad que "las crisis no se resuelven sino por saltos espectaculares en adelante", este gran salto en adelante del espectáculo no podría ser asegurado con la celebración de elecciones, sino llegando en profundidad a una falsificación general de las relaciones sociales. Aparte del subdesarrollo de las técnicas de la mentira en la información y la cultura, que será pronto remediado -basta ver la gran creación de empleos en el sector- faltan las propias raíces de la falsificación social, dada la poca presencia de representación obrera. Lá formación de sindicatos ha fracasado, y no por falta de disposición del gobierno y la patronal, sino por la negativa de los trabajadores para sindicarse. A principios de este año la suma total de afiliados al sindicalismo, dejado atrás por la ofensiva proletaria, CCOO, UGT, CNT, USO, STV, era inferior a 200.000, de los que hay que descontar una buena parte de estudiantes y cuadros. ¡Qué ridícula situación en lo que o arruinado -la CNS- se abandona porque no sirve, y lo que podía servir -los sindicatos de la oposición- no resulta porque no se sostiene!
Así pues, compañeros, una forma de contrarrevolución termina de envejecer y cuando intenta rejuvenecerse por una tardía renovación democrática, como hubiera dicho hoy el viejo Hegel, el abigarramiento político no puede hacer otra cosa que repintar gris sobre gris la grisalla crepuscular de este reino de sombras.


Compañeros,
Cuando la situación a la muerte de Franco gritó "¡hagan juego!" a los capitalistas, los trabajadores respondieron con sus huelgas en "¡no va más!". Los neofranquistas intronizados por Juan Carlos, que habían creído aún tener tiempo para acordar a su hora y bajo sus condiciones un lugar bajo el sol de la democracia a los burócratas de la oposición, tuvieron que aceptar desde el principio la ayuda que la oposición no podía sino ofrecerles, ayuda que efectivamente les proporcionó y que fue causa determinante en la liquidación del movimiento huelguístico más importante desde la guerra civil.
Desde la entrada en funciones del primer gobierno de la monarquía, unos 100.000 trabajadores estaban en huelga principalmente en Madrid, Cataluña y el País Vasco. El movimiento se extiende a la vez que se radicaliza, poniendo en peligro, con la práctica de las asambleas y la formación de piquetes de extensión de la lucha, el legalismo de los burócratas sindicalistas, y desbordando a todas las organizaciones; en enero la huelga está presente en muchos puntos de España, pero será en Madrid donde la autonomía obrera libre su primera gran batalla en la que actuarán 320.000 huelguistas de la construcción, del metal y de servicios públicos principalmente. El ministro de Relaciones Sindicales pedirá una tregua a la que responde un acuerdo USO-CCOO-UGT diciendo que "no se trata de frenar ni de radicalizar las huelgas sino de encontrar una salida negociable". Los estalinistas, que sin poder controlar las huelgas pueden al menos bloquearlas, serán sus principales liquidadores. Serán los primeros en aceptar las promesas de los patronos, los patronos los primeros en no cumplirlas, y ellos en aceptar su incumplimiento. El mismísimo Ariza, despedido de Perkins, pedirá a sus compañeros que "no alteren la normalidad del trabajo" ilustrando caricaturalmente la impotencia de las Comisiones Obreras en la utilización de las huelgas como fuerza de apoyo a la política estalinista y su conciencia de tal impotencia. Al conseguir hundir la huelga más importante "Standard Eléctrica -con falsas informaciones, votaciones trucadas, acuerdos no votados, delegaciones no representativas, y todo lo que su larga práctica de la maniobra les ha enseñado en el arte de la mentira, lograban romper el frente huelguística y desmoralizarlo: primero en las grandes empresas del metal, luego las pequeñas, luego todas las empresas en huelga. El gobierno militarizaría Correos, la Renfe y el Metro, y los despidos, sanciones, detenciones y amenazas harían el resto. Según el principio de "un repliegue ordenado para acumular fuerzas posteriormente" apoyado con las artimañas que se sabe, una a una caerían todas las huelgas: en el Bajo Llobregat, en Málaga, en Valencia, en Vigo, en Asturias, en Sevilla, en Valladolid, en Barcelona, en Tarragona, en Elda, en Alicante... Las huelgas que resistieron como Laforsa en el Bajo Llobregat, las tres factorías de Michelín, Roca de Gavá, Vers, Hutchinson y Terpel en Madrid, etc. quedaron aisladas y condenadas a perder por desgaste. Y en Vitoria, donde el movimiento de las asambleas de huelguistas había llegado ya al punto más allá del cual todo es revolución, donde toda recuperación se desarma y donde sólo las balas lo pueden detener, las balas de la policía dijeron la última palabra de la democracia, y las lamentaciones moralizantes de la oposición dieron el tono. Las barbas en remojo de todos los mantenedores del orden burgués se habían salvado de ser afeitadas.
La batalla que comenzó en Madrid y terminó en Vitoria es el primer choque del proletariado contra la oposición, en adelante adosada al franquismo: el reparto de las tareas represivas se estableció, y la policía hizo lo que las mentiras y maniobras de los burócratas no pudieron hacer. Camacho, hablando de la manía de las huelgas recuerda oportunamente a Jesús Hernández hablando de la "manía de la colectivización y de las incautaciones". La vuelta al trabajo en Madrid y en el resto de España fue una victoria muy costosa al quedar el dique sindical de la oposición zapado y resquebrajado. Los estalinistas tendrán, en consecuencia, que abandonar su proyecto de adquirir la CNS "con los ascensores en marcha", intermediario inútil para todos, dejado sólo con su inoperancia. Y debiendo correr por la base tras la recuperación de las asambleas, renunciarán a tomar desde arriba el monopolio de la representación obrera, teniendo que acompañar a la UGT y a la USO cuya eficacia liquidadora fue bastante menor, en la negociación con el gobierno y los patronos. Y aunque recuperaron el sindicalismo paralelo, de los comités formados en cada empresa y de las comisiones negociadoras montadas fuera de las asambleas y desde lo alto, de nada les sirvió, pues este sindicalismo paralelo, al estar obligado a pasar por las asambleas, no se sostenía por mucho tiempo cuando éstas cesaban, y cuando se multiplicaban, su mentira debía de triunfar en todas si no quería perder en una todo lo que ganó en las demás. Pues las asambleas de huelguistas, por muy imperfecto que sea su control de la lucha, contienen el proyecto de una autonomía total de la decisión y de la ejecución que tiene que organizar la desaparición de toda representación exterior. En conclusión, el triste papel que jugará la oposición político-sindical a lo largo del actual periodo histórico, será el de sostener como sea el gobierno, incluso en detrimento de sí misma, sin jamás poder garantizar su tranquilidad.


Compañeros,
La entrada en acción es a la guerra lo que el pago al contado es al comercio. La batalla de Vitoria del 3 de marzo fue ese momento de la verdad donde todos los protagonistas de la guerra social tuvieron que parecer efectivamente lo que eran. Los trabajadores, sin jefes, se lanzaron valientemente a la lucha mientras que, ante esta innombrable autonomía, tanto patronos como burócratas enterrábanse en el inmovilismo: unos esperando, aunque sin creerlo, que aquélla reconociese la mediación del sindicato vertical, cuyos "enlaces" eran obligados a dimitir por los trabajadores, los otros sin esperar ya que pudiera servirles el reconocimiento de la mediación de su sindicalismo y limitándose a pedir que su bastión, la factoría Michelín, se sumase a la huelga. En dos meses de organización autónoma de la lucha (entre asambleas cotidianas fábrica por fábrica y asambleas comunes dos veces por semana, sin estar éstas habilitadas para tomar decisiones que no hubiesen sido antes aprobadas en asambleas de fábrica), los trabajadores de Vitoria reunieron las condiciones prácticas de su conciencia ofensiva posible; al adoptar por principios fundamentales sin discusión posible "todo el poder de la clase obrera para la asamblea" y "todo dentro de la asamblea, nada fuera de ella" tomaron la iniciativa que puede conducir a todo, es decir, a la revolución, que no debe dejar nada exterior a ella. Pero los obreros, mientras, no llegaron a reconocer hasta ese punto el alcance de su desafío a toda la sociedad existente, y se disimularon a sí mismos el sentido total de su autoorganización, viendo en ello solamente un mejor método de defensa. Sin embargo, lo que aún ignoraban, el Estado debía saberlo ya, y la burocracia sindical que buscaba constituirse aún mejor. En el movimiento que arrastra a los trabajadores de una empresa, para desmentir a los que hablan en su nombre y prevenirse contra las maniobras hasta imponer el control directo de su asamblea general, estos se apropian de una necesidad nueva, la necesidad de comunicación, y entonces, lo que al principio parecía el medio se convierte en el fin: la comunicación directa supera a la lucha defensiva contra las representaciones, aboliendo las condiciones de separación que vuelven necesaria la representación. Por eso los representantes sindicales podían decir que se identificaban con los fines perseguidos pero en absoluto con los medios empleados: en efecto, las necesidades de la lucha conducían irresistiblemente a los trabajadores al olvido de reivindicar, para así tomar lo que necesitasen. Este proceso tenía que ser interrumpido donde estuviese más avanzado: Vitoria había llegado a ser demasiado ejemplar respecto de lo que puede hacer el proletariado sin partidos y sin sindicatos, en el momento en que la promesa de concederlos se consideraba como la respuesta a todas sus necesidades. El 3 de marzo la huelga era general en la ciudad, y las manifestaciones en el centro de la ciudad asistían a la construcción de las primeras barricadas y a los primeros enfrentamientos violentos donde la policía usa las armas. Las ilusiones pacifistas de los comienzos se disiparon. La policía se replegó esperando refuerzos. Provisionalmente dueños de la calle, los trabajadores se contentaron con reforzar el sistema de barricadas, y lo que es peor, llegaron tan lejos en su ingenuidad que se presentaron, como si nada pasara, en la asamblea prevista en la iglesia de San Francisco. Para quien no guste de santificar ideológicamente lo que todavía era la debilidad de la organización autónoma, denunciando a destiempo a la policía, que como era muy de prever hizo su trabajo, hay que decir que sobretodo fue la inconsciencia de los trabajadores la que les libró en las peores condiciones a la capacidad de tiro de sus enemigos: reunidos en la iglesia para escuchar otra vez los apaciguamientos legalistas de los cantamañanas que aseguraban que la policía no entrará "porque las autoridades no lo permitirán", al tiempo que la encerrona se cernía sobre ellos, a pesar de las valientes tentativas de diversión de los que se quedaron fuera. La policía pudo recoger de este modo la iniciativa que los trabajadores le habían cedido. Escogiendo la vía de la decisión por las armas, el EStado corría el riesgo de poner fin a la primera forma espontánea de la ofensiva proletaria y apostaba, imponiéndole a tiros la conciencia de lo que estaba en juego, a que no sabría organizar rápidamente sus propias armas y su respuesta. El franquismo corrió tal riesgo porque lo calculó junto con la oposición:las burocracias sindicales y políticas dejaron que la represión llegase y pasase, sin llamar a la huelga nacional general, puesto que por primera vez en su vida se arriesgaban a ser escuchadas y seguidas, si no precedidas (como fue el caso de varias huelgas generales locales como la de Pamplona). En la misma Vitoria, la violencia desesperada de después del tiroteo daba cuenta de que la determinación de los trabajadores, aunque inorganizada y sin medios, no había sido aniquilada. Pero la rabia de las acciones destructoras únicamente expresa, y bien claro, la rabia de no haberlas hecho antes y con más eficacia. La única superación posible de la lucha consistía en que el motín se transformarse en insurrección, lo que significaba llamar a la revolución en toda España (el Estado fue perfectamente consciente de ello y se apresuró a cortar las comunicaciones telefónicas de Vitoria con el exterior). Los prolerarios de Vitoria no habían llegado tan lejos en ese terreno: la propia comunicación entre ellos mismo, cuya autodefensa no imaginaron, se encontró completamente desorganizada por la represión. Fue necesario que la pólvora hablase para que las asambleas callasen: el silencio reina en Vitoria. La Comisión de trabajadores de la factoría Forjas Alavesas que lanzó la huelga el 9 de enero escribió en su análisis de la lucha: "No hay mejor forma de resolver el conflicto que desarmar a una de las partes. Primero porque nos obligan las metralletas. Y segundo, nos han desarmado, entendiendo como arma fundamental la asamblea!" (Valoración de la huelga de Forjas Alavesas). Como cada vez que toma la iniciativa del ataque frontal, el Estado obligó a los trabajadores a transformar el propio método de guerra de ellos en el suyo. Y para dominar este método antes de ser dominados -como en la guerra civil- con el fin de utilizarlo sin reproducirlo en nada, como deben hacer con todo lo que se apropian de este mundo, harán falta para la clase obrera otros muchos Vitoria.


Compañeros,
El primer gobierno de la monarquía murió en Vitoria. Su nacimiento no fue debido al común acuerdo de los pretendientes a la herencia de Franco, sino a la negociación del entonces presidente Arias con los arribistas más hábiles y veloces del momento. Los franquistas no incluidos, disconformes con el partido del Gobierno, escogieron cada uno su propio partido, atrincherándose en las parcelas del poder que habían podido amasar en las instituciones estatales tras el reparto ocurrido tras la muerte de Franco, y si bien no podían dirigirle desde allí, podían al menos detenerle. Para transformar las instituciones franquistas sin convulsiones, modernizar el Estado con éxito y levantar la economía, el Gobierno tenía que reorganizar al franquismo como partido gubernamental, comoponiendo sus fragmentos renovables y ganar la colaboración de la oposición cediéndole una parte de responsabilidad en ello, sin amenazar los intereses de las fuerzas presentes en el aparato estatal. Había que ganar nuevos amigos fuera y evitar que se volvieran enemigos los de dentro.
El hombre aparentemente fuerte del momento, Fraga, hizo lo que hacen los enanos ante las grandes ocasiones: tropezar y despeñarse. Se fabricó, por vía de nombramientos desde sus ministerios, un simulacro de partido personal y quiso imponer sus condiciones a todo el mundo negociando por separado. Pero para imponerse le faltaba fuerza para ganar tiempo y astucia para utilizarlo. El movimiento de huelgas había llegado mientras tanto al punto de poder adelantar de un día para otro toda su realidad subversiva: a finales de marzo del 76 el órgano oficial de la democracia oficiosa, Cambio 16, escribía: "después de Vitoria todo es posible", y hacía votos por un nuevo gobierno que supiera ponerse de acuerdo con la oposición "para obtener a cambio una tregua en las calles y en las fábricas". Fraga, al detener a Camacho y a algunos otros, buscaba para su desgracia excusas en vez de remedios, reprochando a la oposición el no haber conseguido detener la realidad, como si ésta no hubiese tenido que seguirla para no perder la posibilidad de controlarla.
Al pretender comprar la oposición a crédito, no le proporcionó ningún medio de actuación eficaz, porque sabía él que de todas formas ésta debía de trabajar de balde cuando todo vacilaba ante el movimiento de huelgas. Así quedó en su centro sólo, entre los franquistas unidos contra él para salvar su Estado y la oposición aglutinada en la Coordinación Democrática para negociar esa salvación con quien quisiera escucharla, y ocupar los "vacíos de poder" qe la inminete caída del Gobierno pudiera dejar. La desmovilización del movimiento de solidaridad con Vitoria y del 1º de Mayo, fue el último trabajo sin cobrar de la oposición, que proporcionó unas semanas más de vida al Gobierno de Arias y la estocada final al movimiento de huelgas, quien perdió la última oportunidad de unificarse y reemprender el ataque. El fracaso inaugural de Fraga y el equipo de Arias, marca el fin de las ilusiones autoritarias del franquismo. En adelante este tendrá que tomar en serio la democracia. Como lo declarará más tarde el nuevo presidente del Gobierno, Suárez: "De una parte hay una oposición muy activa, muy inteligente, pero que no tiene la experiencia del poder, de otra hay gobernantes que no tienen la menor idea de lo que es la vida de los partidos. Se trata de hacerles trabajar juntos, todo se centra en eso." (Cambio 16, 6-12 de septiembre del 76).
A causa de la violencia obrera incontrolada, la democracia perdió su primera batalla antes de existir, tendría en lo sucesivo que reconstituir fuerzas en su retaguardia, sacrificando todas las posiciones peligrosas y vulnerables que le legó el sistema de defensa anterior. Toda batalla perdida es un factor de debilitamiento y desagregación: la necesidad más urgente es concentrarse para hallar en tal concentración un orden, nuevos bríos y confianza. Esta concentración sólo puede realizarse alrededor de las fuerzas menos afectadas por el combate; no podría tratarse pues sino de las organizaciones democráticas de la oposición que el capitalismo español aprendió a considerar de algún modo como su reserva estratégica. Pero como lo ha demostrado Clausewitz, "Tanto las reservas tácticas son recomendables, tanto la idea de guardar como reserva estratégica fuerzas que ya están preparadas es contraria al sentido común. La razón está en que las batallas deciden el cariz de la guerra y que el empleo de reservas tácticas precede a la decisión, mientras que el de reservas estratégicas la sigue". Y de hecho, esta última carta que el capitalismo quiso guardar en la manga, tuvo que ser jugada desde el comienzo de la partida: entre los trabajadores y el Estado (es decir, sus fuerzas del orden, militares y policiales) sólo existía el cordón frágil y suelto de las burocracias político-sindicales para soportar el primer choque de la ofensiva obrera. Así pues, en realidad, éstas han constituido más bien avanzadillas, expuestas en terreno abierto, y las fuerzas represivas del Estado, su reserva táctica cuyo empleo debía decidir el resultado de la batalla. Los asesinatos de la policía a lo largo de la "semana sangrienta" fueron realizados en el momento en que la burocracia, muy usada por dos meses de maniobras y mentiras, iba a ser barrida. Había que asustar a los trabajadores para llevarles a las razones moderadas de la oposición. El 13 de marzo del 76, el semanario Triunfo, órgano del estalinismo amplio, publicaba: "Es indudable que la clase trabajadora debe recoger también sus enseñanzas de estos sucesos. La primera de ellas es que el recurso de la violencia, además de ser éticamente condenable, lo es políticamente, pues le está haciendo el juego a la reacción... Todos los que tengan en sus manos la posibilidad de influir en una clase obrera que está privada de partido, privada de sindicatos y desatendida continuamente en sus reclamaciones debe hacerlo en el sentido de recomendar calma y sosiego. Si las huelgas, las manifestaciones o las reuniones se convierten en motines, la clase trabajadora tiene todas las de perder". El recurso a la intimidación fue uno de los argumentos más usados por los burócratas para terminar con la huelgas en la semana siguiente. Los patronos fueron quienes más provecho inmediato sacaron de la victoria de los sindicatos seudo-clandestinos sobre los huelguistas. Primero, manteniendo los despidos y las sanciones, luego, introduciendo una legislación específica contra los piquetes de huelga, y después, logrando la suspensión del artículo 35 de la Ley de Relaciones Laborales, que les concede el despido libre. Los sindicatos dejaron pasar las tres cosas. Finalmente, los patronos abandonan la CNS dotándose de sindicatos propios dispuestos a un mañana dialogador con los sindicatos obreros, cuyas capacidades de control, de división y de falsificación deben desarrollarse al máximo y pronto para hacer frente al próximo e inevitable movimiento de masas. Se necesitan dirigentes "que sean tan capaces de convocar al paro como de ordenar la vuelta al trabajo" (Rivera Rovira - Presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona); y hay recomendaciones especiales: si el patrono catalán Duran Farrell fuera obrero, según él, "sería de Comisiones Obreras". Por su parte los sindicatos, no van a tener dificultad en convencer de sus buenas intenciones a los capitalistas, aunque tengan mucha en hacer que los trabajadores las hagan suyas: por 25.000 ptas. de cuota de inscripción, jefes de personal y gerentes de más de cien empresas del país pudieron ver y oir en directo a los dirigente de las "ilegales" CCOO, USO y UGT... Todos ellos insistieron en el diálogo: "los trabajadores no hacemos las huelgas por placer", "los trabajadores no queremos hundir a las empresas", "la lucha de clases no excluye el diálogo sino que lo presupone"... Nadie quería espantar a los empresarios, y por ello uno de los empresarios presentes exclamó: "¡Qué pena que los trabajadores que están en la empresa no piensen lo mismo que los que están en esta sala!" (Cambio 16 -24 a 30 de mayo del 76). Pero no basta con querer servir, hay que poder ser útil, hay que estrechar lazos para evitar sorpresas como Vitoria, la aparición de formaciones revolucionarias "desconocidas" y el desbordamiento de las burocracias sindicales. En las grandes capitales se crearán coordinadoras de sindicatos (como la COS en Madrid) dispuestas a ocupar el hueco que la CNS nunca llenó, y los estalinistas renunciarán a transformar la CNS en una Intersindical a la portuguesa; los grupúsculos de todo pelaje entrarán en masa en las diversas centrales sindicales.
El Gobierno plegó y la opisición se replegó para después preparar juntos el contraataque. El segundo equipo neofranquista, entrará con el programa de organizar esta misma progresión democrática en el terreno social puesto peligrosamente al descubierto por el movimiento de las asambleas que lo revolvió de arriba a abajo, aunque sólo lo haya ocupado parcialmente, y al que se trata de reconquistar con nuevos medios y nuevos aliados. "Los trabajadores han tomado la empresa como campo de operaciones" (J. Garrigues Waiker), y de esta concetración exclusiva en su terreno directo de unificación es de donde tendrá que distraerles.


Comapañeros,
En España, podemos decir que se plantean concentrados en el tiempo todos los dilemas actuales de las clases propietarias del mundo, que al no poder salvar la economía, ni ser salvados por ella, discuten de la manera de administrar su fracaso y de ser posible hacerlo rentable para fortalecer el Estado, disfrazándolo de "crisis energética" o de "crisis económica". Frente a la crisis de la economía, se trata aquí como en todas partes de persuadir a los trabajadores por intermedio de los sindicatos y de los partidos, de que la economía es la alienación natural que conviene administrar lo mejor posible, y no la alienación histórica que hay que superar lo más pronto posible; pero como el desarrollo de la crisis del fenómeno económico en su conjunto se ve acelerado en España por una crisis económica particular, y sus efectos multiplicados por la ausencia de control sindical, las dificultades en obtener la adhesión de las masas al austeridad dramatizada están considerablemente aumentadas, y los plazos para instalar "el desarrollo de tipo nuevo", en cuya búsqueda todos los poderes modernos parten en campaña, aún más acortados. Ante todo, la economía española necesita un nuevo "plan de estabilización": podrá tener préstamos del capitalismo internacional, pero sobre todo, debe buscar las condiciones de rentabilidad cara a los trabajadores, por cuanto cada huelga, a poco que se prolongue, se convierte en asunto de Estado, obligándole a intervenir sin reparar medios disuasorios y planteando al mismo tiempo la cuestión de la autodefensa. La oposición propone como remedio la democracia política, es decir, que le dejen sitio en el Gobierno no sólo para respetar la economía, como ha venido haciendo hasta hoy, sino para salvarla logrando un pacto social; por consiguiente, está dispuesta a dejar de no atacar la economía si se le deja defenderla. Pero tal sofisma no puede engañar al gobierno, que ve a la oposición hacer todo lo que puede contra la movilización y radicalización de los trabajadores, y que sabe que si no hace más es porque no puede. Así el segundo gobierno de la Monarquía deja a la oposición ilusionarse con la promesa de alguna migaja electoral, mientras se consagra a la adaptación controlada de las insitituciones. Y no es por una pretendida traición de la oposición por lo que el neofranquismo se ha estabilizado. Primero, porque la oposición no estaba en disposición de impedirlo, después, porque no quería otra cosa que lo que finalmente se le va a conceder, aunque hubiera deseado poder darse las apariencias de haberlo conseguido tras gran lucha, e incluso de esto ha tenido que perder la esperanza: habló de república, luego de un rey más demócrata, luego de un gobierno constituyente de unión nacional, luego de algún ministerio y hoy de que simplemente se le deje presentar a las elecciones. Hay que ver que con la acción del gobierno de Suárez y la pasividad de la oposición, el régimen ha efectuado su retirada en orden con el mínimo de pérdidas. Y al conseguir, de este modo, guardar el control de la situación política, ha preservado sus posibilidades de volverlo a tomar en todo el terreno social. Combinando hábilmente la tolerancia respecto a los detalles y la represión sobre lo esencial, el poder ha mantenido el contacto con el proletariado que le apresuraba, evitando así que sus movimientos se acelerasen y se volviesen pronto en una precipitación desordenada que le hubiera obligado, a causa de la desagregación interna consecuente, a sacrificios bastante importantes. Contasta la firmeza inesperada del Gobierno Suárez - Gutiérrez Mellado con la cobardía confusa de la oposición, cuya prudencia era el punto más excelente de su coraje y la oscuridad de sus regateos lo más claro de su prudencia. Al volverse la politica asunto de cálculo, bastó al Gobierno negociar separadamente con sus principales componentes para deshinchar el bluff de su "coordinación democrática": cada uno temió entonces perder si quedaba asociado a los otros, o al menos sacar una menor ventaja, y la rivalidad que resultó de esta disparidad inevitablemente les dividió. Pero incluso sin esto, Coordinación Democrática tenía que dejar de existir de hecho, desde el momento en que el Gobierno la reconociera con los estalinistas inclusive, y tal reconocimiento quedó sancionado con la apertura de diálogo de Suárez. El desenganche de los partidos inútiles -los maoístas y los pequeños grupos accidentales, como el de Trevijano y los Carlistas- no será un precio que se pague sino un lastre que se tire. La oposición remodelada acudirá más presentable con su nueva "comisión negociadora" a preparar junto con el Gobierno la liquidación de las huelgas de otoño, disipando sus últimos sueños de gloria y recordando con nostalgia ¡cuán bello era ser demócrata bajo Franco!.


Compañeros,
El proletariado revolucionario existe, y la larga serie de ejemplares huelgas del otoño, en el País Vasco, en Barcelona, en Sabadell, en Tenerife, en Valencia, en Madrid, en León, en Gavá, etc., lo demuestra. El proletariado, que ni reposa ni deja a nadie reposar, ha hecho cambiar de táctica al gobierno, quien hoy debe ocuparse menos de sí mismo y más de la oposición, a fin de que aunque su posición no se refuerce, la de la oposición no decaiga, para no dejar libre a la revolución en el terreno social. Podíamos preguntarnos si el Gobierno, ante la violencia en las calles y las fábricas, ha tenido una visión pesimista de su futuro o la impresión de un caos preinsrreccional difuso, o si simplemente ha olido a quemado. Lo cierto es que sea una cosa, sea otra, o sean todas, ha actuado con rapidez, dando el "sí" a los sindicatos y partidos,organizando su propio partido y fijando fecha de las elecciones. Las provocaciones de la extrema derecha han dado la coartada que justifica que lo que antes era un acuerdo tácito sea hoy un acuerdo público: los últimos sangrientos sucesos de febrero han servido a la oposición para proclamar abiertamente su apoyo al Gobierno y pedirle ocultamente que no la abandone ante la avalancha de huelgas antisindicalistas que no tardarán en venir.
En definitiva, el franquismo devenido plenamente democrático y la oposición plenamente franquista cerrarán con su democracia la puerta a la revolución. Al proletariado le tocará abrirla.

Cómo el franquismo deviene democrático, 1ª parte del texto titulado Manuscrito encontrado en Vitoria escrito por Los Incontrolados. Está extraído del libro Los Incontrolados. Crónicas de la España Salvaje 1976-1981. Coedición de la Editorial Klinamen y de la Biblioteca Social Hermanos Quero 2004.

martes, 2 de septiembre de 2008

IAM

IAM "Petit fére" de su disco L'ecole du micro d'argent 1997



lunes, 1 de septiembre de 2008

Inmortal Technique

Inmortal Technique "Cause of death". ¡Adelante guerrilleros rappers!

#el vídeo con los subtítulos en castellano ha sido eliminado por los administradores de Youtube. Aquí vuelve con subtítulos en francés.