martes, 16 de septiembre de 2008

LA AUTONOMÍA OBRERA EN SU SITIO. Por Manuel Escribano Pérez

Análisis de las tesis principales del movimiento obrero autónomo, especificación de su contexto histórico-productivo y una reflexión del porqué de su derrota, con el objetivo de plantearnos si hoy día es posible la autonomía obrera a la hora de dinamitar el sistema capitalista.

Índice
1. Introducción
2. Los operaístas. Postulados teóricos
3. La autonomía obrera como autoorganización proletaria
3. 1. Independiente de partidos
3. 2. Independiente de sindicatos
4. El problema de la lucha armada:
-La lucha armada en grupos autónomos. Un ejemplo ibérico: el MIL
-La lucha armada en la guerrilla urbana comunista
5. La necesidad de salir de la fábrica
6. Para terminar
7. Bibliografía


1. Introducción

A continuación vamos a hablar de la autonomía obrera. Por autonomía obrera se entiende un tipo de organización proletaria al margen de partidos y sindicatos. Este modo de organización obrera sólo se puede comprender si reparamos en la actuación de los principales partidos y sindicatos de corte obrero de los años 60 y 70 en Italia y en España1. Estas organizaciones, ideadas en un principio para la emancipación de los trabajadores de la explotación capitalista, estaban ahora actuando como barrera de contención de los movimientos obreros de la época. Más adelante profundizaremos en esto, pero primero, como estrategia psicológica para desbloquear nuestras cabezas del torrente de datos que recibimos a diario, trataremos de representarnos en imágenes algunas de las cosas que sucedieron por estos años en Italia. Primero, tal como si estuviésemos investigando un crimen, nos representaremos el lugar de los hechos2. Para esto, valga esta descripción de una de las más importantes fábricas italianas donde se desarrolló la lucha proletaria: Casi tres millones de metros cuadrados, la mitad techados, 37 puertas de entrada distribuidas a lo largo de casi diez mil kilómetros, 22 kilómetros de carreteras internas, 40 kilómetros de líneas de ferrocarril, otros 40 de cadenas de montaje, 13 kilómetros de vías subterráneas y una población obrera que en los momentos punta llega a 60.000 personas. Ésta es la Mirafiori de 1968, el mayor establecimiento de la FIAT, la fábrica más grande del mundo y el corazón industrial y obrero de Italia. Mirafiori es el mayor establecimiento de la FIAT en Turín, pero no el único. Relativamente cerca hay otros centros: Spa Stura, Lingotto y Rivalta, por citar sólo los principales.3 Visto el escenario, ahora veremos los actores. Para comprender estos años no basta con imaginar las manifestaciones de trabajadores en el 1º de Mayo (llamada fiesta del trabajo hoy día) que vemos en televisión, donde éstos llevan cada uno una banderita industrial de CCOO o de UGT porque parece que así se protesta más. En febrero de 1968 los sindicatos de masas firmaron en Italia un acuerdo penoso para los trabajadores del caucho. La desilusión de los trabajadores con estas organizaciones no se hizo esperar y conformaron el CUB (Comité Unitario de Base), una organización alternativa a las grandes centrales sindicales para presionar a la dirección de la Pirelli de Bicocca.
Los obreros del CUB querían una reducción de los ritmos de trabajo. Para conseguir esto ponen en práctica formas de lucha que luego se extenderán ampliamente entre los obreros italianos, tales como la autorreducción del rendimiento de trabajo (trabajaban más lento o bien las máquinas se “estropeaban” constantemente) o huelgas imprevistas (los obreros dejaban de trabajar sin previo aviso para la empresa, siendo esto desastroso para la programación de la producción). El 1 de octubre de 1968 convocaron una huelga general que fue todo un éxito. Se produjeron más paros y la convocatoria de otra huelga general. Como consecuencia de la gran conflictividad obrera, Pirelli cierra la fábrica de Bicocca. Los obreros responden tratando de invadir el rascacielos de la Pirelli. Justo después se firma un acuerdo, pero la conflictividad obrera no acaba4.
Las fotografías que a continuación mostramos reflejan el grado de conflictividad de aquella época y el nivel medio-alto de violencia difusa que se alcanzó, con manifestaciones en las que frecuentemente se acababa abriendo fuego contra la policía.

- 14 de mayo de 1977, Milán, Vía De Amicis: un manifestante dispara contra la policía


- 14 de mayo de 1977, Milán, Vía De Amicis: un manifestante dispara contra la policía en presencia de dos compañeros


- Otra buena muestra de los “ánimos” de aquella época, son las siguientes fotos, en las que se aprecia la simbología ofensiva con la que se operaba en aquellos años: manifestantes caminan en bloque (parapetados de cascos y chubasqueros para repeler los ataques de la policía) con carteles en los que podemos ver la hoz y el martillo atravesada por un fusil.


- Autónomos simulan con la mano la pistola P38


La práctica autónoma de clase es una práctica que se desarrolla principalmente en la fábrica. Aquí es de donde bebe toda su vitalidad. Su condición es el obrero-masa, entendiendo por éste a aquel obrero que se desarrolla principalmente en la fábrica fordista. El fordismo es un sistema de producción que se desarrolla desde finales de los años 30 hasta principios de los 70. Consiste en la organización científica del trabajo. Frente al anterior obrero cualificado, tipificado como profesional, aparece un nuevo tipo de obrero descualificado. Esto resulta de la maquinización del trabajo. El trabajo se organiza en torno a cadenas de montaje en las que los obreros no son más que una extensión de las máquinas. Las máquinas son las que marcan los ritmos productivos y los obreros no pueden más que seguirlas. De ésta manera se optimiza la producción de tal manera que los obreros no pierden tiempo en la planificación del trabajo. Se convierte así la fábrica en el corazón del sistema productivo. El obrero típico de este sistema productivo hemos dicho que es el obrero-masa. Cantidad de obreros han de poner en funcionamiento cada día la maquinaria productiva. Gracias a esta concentración obrera en la fábrica los obreros se hacen fuertes y ganan cotas de poder. El rechazo al trabajo se convierte en un lema y en una actitud típica de los años sesenta y setenta en Italia. Es en este contexto donde hemos de situar el operaísmo o lucha autónoma proletaria. Los obreros comienzan a controlar la fábrica, es muy fácil paralizar la producción, unos pocos obreros en una cadena de montaje bastan para ello. Proliferan las asambleas de fábrica y la autoorganización obrera al margen de centrales sindicales y partidos clásicos. En Italia, las centrales sindicales (CGIL, CISL, UIL) van a remolque de las luchas obreras. Los obreros, aún afiliados a ellas, son portadores de una conflictividad obrera mayor de la que desean los vértices de los sindicatos. Las bases desbordan a los vértices, que en muchas ocasiones acaban aceptando las luchas obreras a regañadientes para no generar una ruptura total entre ellas y el proletariado, perdiendo así todo poder sobre los obreros.


2. Los operaístas. Postulados teóricos.

Los primeros textos teóricos de los operaístas surgen a principios de los años 60, siendo los principales teóricos Panzieri, Mario Tronti y Toni Negri, que escribirán en los Quaderni Rossi. Estos autores introducen la categoría de trabajo vivo (sacada a su vez de los Grundrisse de Marx), que hace referencia a la corporeidad de los trabajadores. Los obreros, al ser cuerpos vivos, nunca podrán ser completamente reducidos a meras funciones de una máquina. La tesis principal que sostienen es que de lo que se trata no es de entender cómo funciona el capitalismo para después comprender los efectos que produce en la clase trabajadora, tesis mantenida tradicionalmente por los socialdemócratas alemanes y por el materialismo histórico. Lo que los operaístas proponen (en este caso Tronti) es “un cambio en la prioridad histórica entre capital y trabajo. Comenzar a ver el capital como función de la clase obrera, o más precisamente, el sistema capitalista como un momento (fase) en el desarrollo político de la clase obrera”5. Los obreros se adelantan así al capital y no al revés, produciendo formas de poder obrero que el capital se apresura a destruir. Según esta tesis, el capitalismo no funcionaría según sus propias leyes sino a remolque de la clase trabajadora, tratando de desactivar las formas de poder obrero que ésta genera. Éste es otro de los sentidos en los que se dice que la clase obrera es autónoma, ya que genera experiencias propias independientes del control capitalista. La respuesta antiobrera del capital será la reestructuración, que estudiaremos más adelante. Otro concepto clásico que encontramos en gran número de textos de los operaístas y de los autónomos españoles es el de composición de clase. Se sitúa frente a ciertas concepciones clásicas del proletariado como sujeto homogéneo con intereses indiferenciables. Éste indica la heterogeneidad de los distintos elementos que componen la clase obrera. En Italia este concepto sirvió para pensar las diferencias entre los distintos tipos de obreros (si eran inmigrantes o no, etc.) y poder articular alguna suerte de unidad entre distintos proletarios con un enemigo común: el capitalismo.


3. La autonomía obrera como autoorganización proletaria

La autoorganización obrera venía motivada por dos elementos. El primero de ellos es debido al obrero como obrero-masa: en la fábrica se articulan fácilmente formas de poder obrero que son independientes del poder del partido o del poder del sindicato. Los obreros mediante asambleas de fábrica se encuentran en una fácil disposición de presionar a sus respectivas direcciones. La acción obrera contra la fábrica se materializa así en forma de absentismo laboral, sabotaje, autorreducción del rendimiento en el trabajo, paros imprevistos... Los obreros se hacen fuertes en la fábrica con independencia de los sindicatos y partidos clásicos. La autoorganización obrera, prescindiendo de estas organizaciones, será una realidad que alcanzará países como Italia y España, apareciendo así la autonomía obrera como tendencia dentro del movimiento obrero.

3. 1. Independiente de partidos

Los rasgos básicos de la autonomía obrera los veremos en contraposición con las líneas tradicionales que ha llevado a cabo el movimiento obrero, salvándose quizás de éste al anarquismo. En los años de la autonomía obrera los obreros se encuentran con que uno de los obstáculos revolucionarios que frenan el ataque al capital y el contrapoder proletario son los partidos y los sindicatos. Así ocurrió como ya hemos visto en la formación del CUB pero también en otras muchas experiencias. En un texto de autónomos españoles podemos encontrar la crítica teórica que se realiza a los partidos. El título de este texto es Proletariado y Organización6, texto de Cardan traducido y publicado por los Grupos Obreros Autónomos (GOA). Éste texto comienza preguntándose cómo la revolución rusa de 1917, revolución que tachan de triunfante, pudo acabar degenerando y convirtiéndose en una burocracia. El diagnóstico que los GOA realizan es que “el proletariado no ha asumido la dirección de la revolución y de la sociedad nacida de ella”. Según ellos, la burocracia acabó controlando la producción, siendo que “el socialismo no es ni puede ser otra cosa que la gestión de la producción, de la economía y de la sociedad por los trabajadores”. Para los GOA no existe problema técnico alguno para que el propio proletariado autoorganizado dirija la producción, sin necesidad de estar dirigido por la élite intelectual que sería la burocracia. Para los GOA el problema es político y consiste únicamente en pensar qué líneas hay que desarrollar para provocar la fundición en un mismo proletariado de los técnicos y obreros manuales propiamente dichos.
La pregunta principal que cabe hacerse es cómo se ha podido dar históricamente la degeneración de las organizaciones obreras, es decir, cómo organizaciones que la clase obrera creó para emanciparse se han podido convertir en un impedimento para profundizar en los procesos revolucionarios. La tesis principal para explicar el carácter contrarrevolucionario de los partidos políticos la asientan en afirmar que esas organizaciones han establecido un modelo burgués de organización. Para ellos, si el capitalismo consiste en que una clase somete o dirige a otra, ésta es una estructura que también se puede implementar dentro de las organizaciones que la clase obrera crea para liberarse de la estructura de dominación capitalista. Es decir, las relaciones de dirigismo internas a las organizaciones obreras acaban siendo un impedimento para la emancipación del proletariado. Esto es debido a que se establece una diferenciación entre la organización y el proletariado. Al proletariado le vendría impuesta la línea política desde fuera de él mismo en el seno de sus propias organizaciones. Esto para los GOA es completamente inaceptable y proviene de un error todavía más profundo. Este error es aquel que consiste en pensar que la teoría revolucionaria es previa a los procesos revolucionarios, es decir, proviene de concebir la teoría revolucionaria como una técnica. Esta consideración de la teoría revolucionaria como una técnica pasa a impregnar el programa de las organizaciones políticas. Para los GOA, la teoría revolucionaria se crea sobre la propia acción revolucionaria, lo que no quiere decir que exista práctica sin teoría. Para los marxistas-leninistas, “la función del partido revolucionario sería la de ´importar` el socialismo al proletariado”, que por propia experiencia no podría llegar al socialismo. Los obreros, lo más que podrían hacer es identificarse con el partido que encarna esa verdad. Sin embargo, resulta curioso la multitud de “excusas” que los marxistas-leninistas se tienen preparadas para contestar si el proletariado no se pliega a sus directrices. Se apresurarán a decir que no han sabido hacer que su programa sea bastante concreto, que su propaganda no era lo suficientemente convincente, que se han equivocado sobre la apreciación de la situación, etc. Para los GOA, la división entre dirección y ejecución de las acciones revolucionarias, una vez instaurada, tiende a profundizarse. Se podría considerar que esa división no podría profundizarse de ponerse un freno “democrático”. Sin embargo, lo cierto es que este freno no quiere decir que la mayoría dirige sino que la mayoría designa a sus dirigentes, por los que estos dirigentes bien podrían durante su gobierno transformar al partido de tal manera que tendiesen a su perduración en el poder. Es por esto que critican el “centralismo democrático”:
"Considérese, por ejemplo, el "centralismo democrático", tal y como se supone debe de funcionar en un partido leninista ideal. El que el "comité central" sea designado por un "congreso democráticamente elegido" no cambia en nada el hecho de que este comité, una vez elegido, es el dueño absoluto de la organización, de hecho y de derecho; y no solo porque según los estatutos tenga toda clase de poderes sobre el cuerpo del partido (pudiendo disolver las organizaciones de base, expulsar militantes, etc.), sino porque en esas condiciones puede determinar la composición del congreso siguiente."
El texto continúa diciendo que en España se ha abierto un nuevo proceso que permite a la clase obrera dotarse de su propia organización. Para ellos, como consecuencia de la dictadura, los partidos y sindicatos todavía no están lo suficientemente consolidados como para neutralizar la autoorganización obrera. De hecho, según afirman, la mayoría de obreros se desentienden de las organizaciones burocráticas. Pueden votarlas como mal menor o recurrir a ellas como uno recurre a una fregona o a los bomberos, por mera pragmática, pero esto no quiere decir que la clase obrera no esté tejiendo sus propias formas de organización.
Otra de las ideas centrales que aparecen en este texto es la de establecer una división entre lucha política y lucha económica. Para los marxistas-leninistas clásicos, la lucha política vendría dada en el partido y tendría como función dirigir a las luchas meramente económicas que se desarrollan en los sindicatos. De esta manera dividen lucha política y lucha económica. Los GOA, al considerar que la explotación capitalista es indivisible consideran que la lucha contra el capital también lo es. Además, esta división sólo cobra sentido si concibes la teoría revolucionaria como una técnica que se alcanza fuera de las luchas para ser aplicada a éstas. De ésta manera, el partido, al ser la encarnación de la verdad revolucionaria, tendría que dirigir la lucha de masas organizada en sindicatos y desprovista de contenido político por no haber alcanzado todavía la teoría revolucionaria.

3. 2. Independiente de sindicatos

Ahora nos pasaremos a ocupar de la crítica a los sindicatos. Tal como ya hemos dicho anteriormente, uno de los postulados básicos que suelen mantener los militantes que funcionan según la autonomía de clase es que la teoría revolucionaria se forja al calor de la luchas. Es por esto que para comprender la crítica a los sindicatos hemos de reparar en el contexto histórico en el que estamos, donde los vértices que dirigen los sindicatos no se sitúan a la vanguardia de las luchas, fomentándolas, creando conflictos ahí donde existía paz social, sino que más bien se sitúan en la retaguardia, tratando de detener un tren que ya está en marcha y que camina imparable. Es así como ocurrió durante la huelga desencadenada en Francia, al igual que ocurrió durante unos cuantos años en Italia (donde los sindicatos CGIL, CISL y UIl iban por detrás de los trabajadores y apoyaban las movilizaciones a regañadientes, para no perder definitivamente el control sobre los obreros) y también en España, aunque con otras peculiaridades, fruto de la dictadura franquista. Para desarrollar ésta crítica tomaremos como hilo principal un artículo llamado Capitalismo y sindicato, dividido en dos partes que aparecen cada una en un número de la revista Lucha y teoría. Así, en Capitalismo y sindicato 1, se nos hace un repaso histórico del papel desempeñado a cabo por los sindicatos en el transcurso de las luchas obreras. La tesis que se mantiene es que los sindicatos desempeñan un papel reformista desde el primer momento de su aparición. En un principio fueron rechazados por los patronos, pero a continuación fueron ensalzados por los propios patronos. En este punto del artículo, los autores introducen una cita de Engels:
"Los sindicatos maldecidos como obra del diablo hace poco, fueron sin embargo cortejados y protegidos por los industriales como unas instituciones altamente legítimas y como medios útiles para propagar entre los obreros sanas ideas económicas7"
Según el autor de este escrito, los sindicatos han servido históricamente para propagar el amor al trabajo entre los obreros. Al organizarse sobre el mundo del trabajo, tienden a una mitificación de la labor que realizan los obreros en sus puestos de trabajo, alabando así el trabajo asalariado y reivindicando únicamente mejoras parciales que no pueden pasar a un plano revolucionario. Esta visión parece un tanto sesgada, tal como en un segundo artículo de contestación que aparece en esta revista se dice. La acusación de otros autónomos es que este artículo deforma la historia de los sindicatos obreros para acabar en la defensa de la autonomía de clase, cosa que resulta inaceptable para los autónomos mismos que quieren estudiar la historia del movimiento obrero sin someterla a falsificación alguna promovida por posturas del presente8. El punto sobre el cual se deforma la historia de los sindicatos obreros podríamos decir que es compartido por toda la autonomía obrera: el rechazo del trabajo. Esta reivindicación del derecho a no trabajar resultó conflictiva con los obreros que practicaban un sindicalismo clásico, que defendían el trabajo como práctica que dignificaba al obrero aún en condiciones de explotación. En la segunda parte del artículo (Capitalismo y sindicatos 2), los autores mantienen la tesis de que la organización sindical va ligada al obrero cualificado. Para ellos, en la producción fordista, donde el tipo de obrero que prima es el descualificado, se hace necesario superar las estructuras sindicales y promover la autoorganización obrera al margen de estas organizaciones:
"Los sindicatos, estaban ligados a una clase obrera muy específica cuyo común denominador era la cualificación. Después de la ofensiva capitalista que culmina en la crisis del 29, esta clase obrera es prácticamente inexistente. Alterada la composición política de la clase, la forma organizativa permanece únicamente como un esqueleto sin vida9."
"La consecuencia de esto es que cuando una forma organizativa ya no le sirve al proletariado, cuando la forma organizativa es una mera institución cuyos objetivos políticos no son revolucionarios, la burguesía salta sobre ella y la recupera para sí, volviéndose contra los trabajadores10."
Para los autores, los sindicatos se han convertido en locutores entre los trabajadores y la patronal, no promoviendo así un ataque directo del proletariado contra el capitalismo sino cumpliendo la función de recuperar las luchas obreras y volverlas inocuas en su confrontación con el sistema capitalista. Aquí recuerdan especialmente el papel de los sindicatos franceses en la revuelta del 68. Una declaración firmada por la CGT, la CFDT y FO comunica a los obreros lo siguiente: “os pedimos que paréis a partir de hoy el trabajo, que volváis a casa y que sigáis atentamente las órdenes dadas en los comunicados de nuestras organizaciones”. Observamos aquí cómo los sindicatos promueven la desorganización obrera para quedar ellos al frente de las luchas obreras. En otra declaración conjunta de la CGT y la CFDT dicen que “las CGT y la CFDT están a punto de tomar parte en verdaderas conversaciones sobre las reivindicaciones esenciales de los trabajadores”11. Vemos pues la fórmula. Los sindicatos tratan de dominar el movimiento obrero a la vez que negocian las “reivindicaciones esenciales de los trabajadores”. De esta manera desarman a los obreros de la autonomía necesaria para no depender de la voluntad de los vértices sindicales. Y como los vértices sindicales están integrados en el sistema y se mueven según sus reglas, el resultado no pudo ser más desastroso: el conocido “pacto de Grenelle”, donde se produce alzas de salario del 12,5 % y otras mejoras varias, todo para romper el movimiento unitario y autónomo a cambio de aumentos salariales. De esta manera, desmovilizan a los obreros para integrarlos de nuevo en el marco capitalista.
En otro largo texto, Por una línea política de clase hoy12, donde se realiza un exhaustivo análisis de la realidad social del momento así como de las posibles líneas políticas a desarrollar, se critica fundamentalmente el sindicato como consecuencia de la división entre lucha política y lucha económica. Por esto consideran que “el sindicato mixtifica la noción de autonomía obrera, pues actúa como ´correa de transmisión` de la línea política que le dirige”13. La alternativa parece doble: o boicotear e ignorar cualquier tipo de militancia sindical o bien “aprovechar la plataforma sindical para ampliar la audiencia de la lucha por la organización autónoma de los trabajadores, intentando desbordar con la práctica de la acción directa el [...] control al que hemos aludido”14 Sin embargo y particularmente en España, ¿qué cabe pensar de un sindicato como CNT (Confederación Nacional del Trabajo), que no sigue esta división sino que se encuadra dentro del sindicalismo revolucionario pretendiendo acabar con el sistema capitalista y que además funciona de modo totalmente horizontal? Aquí muchos autónomos españoles, sin defender la organización obrera a través de los sindicatos, optaron por introducirse en esta organización para fomentar la autonomía obrera entre los propios trabajadores. Un buen y sintomático documento de las dos tendencias en el interior de la CNT es un artículo llamado La CNT a debate15. En este artículo encontramos la siguiente declaración por parte de un militante de la CNT:
"Existen dos bloques de carácter irreconciliable: el sindicalista puro en el cual existen muchas familias que tienen conflictos entre sí, pero que de alguna forma pueden ponerse de acuerdo, como son los “puntistas”, gente del partido sindicalista pestanista, gente que ha cambiado varias veces de chaqueta en el exilio, otras que provienen del antiguo sindicato vertical, otros que son marxistas reformistas. Entre ellos existen muchos problemas, pues un marxista no puede entenderse con un verticalista. Pero cuando ven un ataque del otro bloque del libertario [se refiere al bloque autónomo], se forma una piña de defensa16."
Y más adelante, hablando de las elecciones sindicales:
"Quizás estas elecciones van a servir para polarizar el movimiento obrero en dos sectores: uno el sector reformista y otro el sector autónomo e independiente. Nosotros esperamos que la CNT se quede en el segundo sector y las alternativas van a ir por ahí, en asambleas de empresas, en comités de delegados de empresas de cara a negociar acuerdos y luego disolverse una vez que se han conseguido los objetivos17."
En una entrevista a un grupo autónomo18, a la pregunta de por qué hay autónomos que se encuentran militando en CNT, responden que cuando el conflicto no atraviesa un periodo revolucionario, sino que se atraviesa un periodo de reflujo, la organización autónoma se concentra en pequeños grupos: “la organización autónoma de forma permanente queda reducida a colectivos de militantes dispersos, organizados localmente algunos [...]. Paralelamente adopta hoy una estructura de afiliación (CNT)”. Es decir, en épocas en las que el movimiento obrero no lleva a cabo una ofensiva revolucionaria, la autonomía obrera no tiene más remedio que desplazarse a organizaciones particulares.
Y es en este punto donde encontramos otra característica típica de la autonomía obrera, que hemos podido leer implícitamente a lo largo de todo este trabajo. La autonomía obrera establece como condición de posibilidad de la organización misma (para que ésta no se burocratice o adopte formas vacías carentes de contenido revolucionario) el conflicto. La organización siempre tiene que ser una exigencia surgida de la confrontación de clase. No puede existir una forma última de organización prescindiendo de la lucha concreta que se desarrolla en los momentos concretos. Por esto, en Por una línea política de clase, se dice que la organización no es la solución del todo. Normalmente se proyecta en la organización el deseo de dar solución a todos los problemas, buscando en ella una compensación a las frustraciones inevitables de toda práctica. Llega a verse la organización como el instrumento fundamental. Se concibe entonces ésta, como algo aparte que tiene vida por sí misma y que puede existir por encima y al margen de los movimientos reales. El instrumento se convierte en un fin válido por sí mismo19.
La organización no es entonces algo exterior al conflicto sino que se desarrolla a la par que él, “será expresión de un movimiento real y deberá vencer toda burocracia. La organización será, no una condición exterior del poder, sino fruto y expresión del poder mismo de la clase”


4. El problema de la lucha armada.

1. La lucha armada en grupos autónomos. Un ejemplo ibérico: el MIL.

Para estudiar la concepción de la lucha armada en los grupos autónomos más concienciados recurriremos a un ejemplo ibérico: el MIL (Movimiento Ibérico de Liberación). El MIL, grupo armado creado en 1971 en Cataluña, conocido primero como Grupos Autónomos de Combate (GAC), concebía las acciones armadas como acciones que surgían de la necesidad de las luchas autónomas. Es por esto que sobre todo realizaron atracos a sucursales bancarias, con el fin de conseguir medios económicos para apoyar a los obreros en huelga o para editar propaganda. La organización armada se considera aquí un grupo de apoyo, lo que muestra una concepción de la lucha armada como en un segundo plano, tratando de satisfacer las necesidades de las asambleas obreras autónomas que ellas no pueden suplir debido a su carácter público (por ejemplo, si se necesita dinero para aguantar una huelga, una asamblea no puede efectuar un atraco, por evidentes cuestiones de seguridad, eso será obra de los militantes clandestinos de los grupos armados). Esta concepción de la lucha armada aparece muy clara en el libro de Telesforo Tajuelo llamado El MIL, Puig Antich y los GARI:
"Para el MIL era importante distinguir entre el concepto de agitación armada y el de lucha armada o militar. Un núcleo de lucha militar no busca planteamientos políticos en función de la lucha de clases sino que se considera a sí mismo como la vanguardia o punta de lanza, y halla en sí mismo toda su justificación. En cambio, un núcleo de agitación armada no puede admitir que se mistifique su actividad, considerándose autosuficiente, sino que se define por la posición que adopta en la lucha de clases. Es decir, un grupo de agitación armada es un grupo de apoyo, que sitúa su propia actividad en el seno del conjunto de la lucha de clases del proletariado y que, además, forma parte de dicha lucha de clases20."

2. La lucha armada en la guerrilla urbana comunista

La lucha armada bajo la forma de guerrilla urbana comunista concibe a la organización armada como la punta de lanza de las luchas. Si el enfrentamiento para acabar con el capitalismo ha de ser en última instancia armado, se necesita crear un ejército al servicio de las luchas obreras. Si el desarrollo de estas luchas se produce en la ciudad, allí habrá de operar la guerrilla. A continuación mostraremos la concepción de la lucha armada que han mantenido dos de las guerrillas urbanas más importantes de la segunda mitad del siglo XX en Europa: las Brigadas Rojas y la RAF (Fracción del Ejército Rojo).
Las Brigadas Rojas se forman como organización en 1972. Nacían como una organización revolucionaria con el objetivo de atraerse a la mayor parte del proletariado hacía sus posturas revolucionarias en compensación a la política reformista y antiobrera del PCI. Sus acciones fueron numerosas, la más importante de ellas fue el secuestro y asesinato de Aldo Moro, presidente del país por parte de la Democracia Cristiana. Uno de los objetivos de esta acción era provocar una contradicción definitiva entre en el vértice del PCI y sus militantes de base, con el fin de romper la política del “compromiso histórico”21.
Las primeras acciones de las Brigadas Rojas fueron destinadas a darse conocer, es por esto que consistieron en acciones donde demostraban su poder a las bases del proletariado de manera espectacular. De esta manera pretendían ampliar su frente de masas. He aquí ya la primera diferencia entre lo que anteriormente llamamos agitación amada y lucha militar. La primera concibe la organización como un grupo de apoyo, mientras que la segunda concibe la organización como grupo de vanguardia, destinado a guiar al proletariado hacia la insurrección generalizada. Es por esto que las primeras acciones de las organizaciones armadas vanguardistas han de ir destinadas a crecer en popularidad, a ganar la confianza del proletariado para que éste se reconozca en las acciones de la organización y dirija su acción política en función de la línea que marque la organización. En la entrevista que Rossana Rossanda y Carla Mosca hacen a Mario Moretti éste explica el secuestro de un dirigente de fábrica de la siguiente manera:
"Acordaos del caso Macchiarini. Es un dirigente de fábrica conocido. Lo cogemos, lo llevamos a un cierto lugar, le hacemos una fotografía que habla por sí sola, dice que existe un grupo revolucionario en el interior del movimiento obrero. No pedimos nada. Conseguido el efecto simbólico, lo dejamos libre después de tres horas.22"
Éste es el mismo esquema que recomienda la RAF23 a la hora de crear los primeros grupos armados:
"En la primera fase, de lo que se trata es de demostrar mediante acciones adecuadas que se están formando grupos armados y que pueden afirmar su existencia frente al aparato estatal; y que ataques armados por sorpresa pueden ser un medio para defender con éxito frente a un sistema represivo un conjunto de intereses legítimos. Por decirlo brevemente: hay que descubrir prácticamente la lucha armada como medio24."
Es decir, vemos que ambos grupos armados de vanguardia comienzan “publicitándose”, tratando de ganar popularidad entre las masas de proletarios. Y a continuación encontramos cómo son la punta de lanza:
"Sería falso empezar a utilizar este medio sólo a partir del momento en que se estuviera seguro de la “aprobación de las masas”; pues esto significaría la renuncia absoluta a esta clase de lucha, al no poderse alcanzar la “aprobación de las masas” más que a través de la lucha."
Ahora ya estamos en condiciones de ver la distinción entre la lucha armada de carácter autónomo y la lucha armada de vanguardia. Para estos últimos, la lucha armada va dirigida a abrir nuevos horizontes de lucha y es la punta de lanza para conseguir pasar a estadios superiores de conflicto en la conquista por el poder. Sin embargo, para los grupos autónomos, la lucha armada permanece más bien insertada dentro de las necesidades del poder autónomo de clase y sólo se desarrolla siendo pautado por este. El tipo de acciones observamos cómo son diferentes (pasando por alto el contexto de cada país): por un lado atraco de sucursales bancarias con vistas a fortalecer la autonomía de clase, por otro lado acciones propagandísticas con base a ganar apoyos entre el proletariado. Esto lo vemos muy bien reflejado en las siguientes palabras de Moretti, en las que distingue los objetivos de las acciones armadas de una organización de vanguardia de los del movimiento autónomo de 1977:
"Me parece que ellos [los autónomos surgidos en el movimiento de 1977] practicaban el nivel de enfrentamiento puntualmente adecuado a la “disputa del territorio” específico sobre el que concentraban las propias luchas. Nosotros, por el contrario, hemos tenido la tendencia marcada, propia de quien ha acometido la lucha armada en los Estados del capitalismo maduro, de simbolizar al enemigo. Es una táctica inevitable para quien se propone ampliar su base de masas y al mismo tiempo intenta influir en la gestión de los procesos comunicativos25."
Vemos la diferencia: por un lado “disputa del territorio” específico sobre el que se concentraban las propias luchas (es decir, por ejemplo la disputa de la calle donde se desarrolla una manifestación y que al pretender ser disuelta por la policía acaba en un tiroteo) y por el otro simbolización del enemigo con vistas a ampliar su base de masas.


5. La necesidad de salir de la fábrica

Durante el transcurso de la década de los setenta el capital lleva a cabo una reestructuración a nivel mundial. Es el paso a un sistema de producción capitalista a nivel internacional. Mediante este ataque del capital a la clase obrera consiguieron desarticular las fuertes luchas obreras que arrancaron desde los sesenta y se desarrollaron durante la década de los setenta. La reestructuración capitalista consistió en deslocalizaciones de empresas en las que se cerraba la fábrica del país y se llevaba a otro lugar del mundo donde era más barata la fuerza de trabajo. Se empezó a producir bajo pedido, se externalizaron los servicios, fomentando que la fábrica encargara a otros talleres la producción. Por ejemplo, una fábrica de coches pide las ruedas a otro taller. De esta manera acaban con el proletariado como sujeto unitario, dividiéndolo, categorizándolo y enfrentándolo entre sí. Es decir, la reestructuración del capital fue una estrategia para acabar con los lugares de antagonismo en el que la clase obrera se hacía fuerte: la fábrica fordista como centro de producción social.
Mario Moretti, en la obra que venimos tratando, insiste en repetidas ocasiones en la necesidad que sentían de salir de la fábrica, necesidad que se agudizó con la reestructuración del capital. Según Moretti, los obreros, mediante las potentes luchas de fábrica, no conseguían pasar a otro plano distinto. Se da la necesidad de pasar al plano político (manteniendo la clásica distinción que ya hemos explicado entre lucha económica y lucha política):
"No puedes agredir al capital únicamente desde la fábrica, lo repito. Lo habíamos intentado: las BR, prescindiendo de algunos compañeros, son obreros, técnicos. Tras el otoño caliente, la clase obrera está entre la espada y la pared. Es preciso saltar al plano político26."
Y más aún:
"Los obreros habían hecho lo que habían podido, lo que se hallaba dentro de su horizonte. Y habían cambiado no pocas cosas. Pero cuando la reestructuración les cambia la fábrica delante de sus narices, se hunde el mito del obrero masa. No he creído nunca, entre paréntesis, que el obrero pudiese ser el motor de la transformación. De todos modos, podía producirse un relanzamiento sólo desde fuera de la fábrica, y nosotros lo hemos llevado a cabo27."
Para Moretti, los obreros se sentían encajonados en la fábrica. El poder que los obreros habían alcanzado en la fábrica era potentísimo, pero no podían pasar más allá de un cierto punto. Se necesitaba pasar al plano político y ahí es donde aparece el proyecto de las Brigadas Rojas. La reestructuración hacía perder poder a los obreros y se necesitaba un relanzamiento de la lucha desde el exterior de la fábrica. En este contexto es donde hemos de entender las acciones de las Brigadas Rojas. Aquí parece que tocamos un punto común a las Brigadas Rojas y al movimiento autónomo: la necesidad de salir de la fábrica. Si las Brigadas Rojas saldrán de la fábrica mediante una organización armada de vanguardia, el movimiento autónomo también tratará de salir de la fábrica con las formas que le correspondan y que veremos a continuación. Pero lo principal en lo que hay que insistir aquí es que encontramos en dos formas distintas de hacer política lo mismo: la necesidad de salir de la fábrica, por lo que nos hace pensar que éste fue un punto clave y decisivo en el seno del movimiento obrero de la Italia de los setenta.
En la construcción de Potere Operario28 (1969) encontramos la misma cuestión. Cuando explican los motivos del paso de La Classe a Potere Operario se refieren a “urgencias de organización”. Descubren “las limitaciones de la ´lucha continua`, del bloqueo de la producción, [...] es necesario, entonces, ir más allá de la gestión obrera de la lucha de fábrica, más allá de la organización de la autonomía, para plantear una dirección obrera sobre lo inminente, sobre el presente y el futuro ciclo de luchas sociales”29. La forma de salir de la fábrica por parte de los grupos autónomos era fortalecer la resistencia en la fábrica pero dotándose de una línea de actuación conjunta, como es buena muestra la creación de este grupo.
En España, la estrategia camina en una dirección similar, siendo el problema el mismo: la reestructuración que hace perder poder a los obreros en la fábrica. El ataque del capital contra la clase trabajadora se da a nivel internacional. Esto es lo que dicen en Por una línea política de clase hoy:
"Estamos asistiendo a un ataque masivo del capital internacional contra la clase trabajadora. [...] El capital no desespera y sabe que para recuperar la iniciativa a largo plazo, tiene que destruir la cohesión del proletariado, la autonomía obrera. Este proceso mundial de reestructuración y división del trabajo, cuyo inmediato beneficiario será el capital monopolista internacional [...] adopta formas distintas en cada estado30."
Frente a la reestructuración del capital, en este mismo texto se repite una y otra vez la necesidad de desarrollar la lucha desde la fábrica.
Esta es la posición básica de la línea política de clase en estos momentos:
VOLVER A LA SOCIEDAD–FÁBRICA PARA IMPULSAR LA LUCHA AUTÓNOMA ANTICAPITALISTA CONTRA EL ESTADO
Los efectos de la reestructuración resultaron fatales para la clase obrera. Quizás, en el caso italiano, lo que mejor lo exprese sean estas palabras de Moretti:
"Una huelga, aun reducida, en Mirafiori significaba en 1972 agredir el dominio capitalista en la fábrica, prefigurar un enfrentamiento concebido en términos de poder que paulatinamente se alargaría, significaba estar a la ofensiva. Una huelga, aun enorme, en la misma fábrica en 1977 (por no hablar de 1980, tras la marcha de los empleados de la FIAT por las calles de Turín) quería decir, por el contrario, defender con uñas y dientes y quizá con desesperación algo que Agnelli ya había sustraído trasladando la producción a otro sitio, “también” a otro sitio, y minando la base estructural de todo aquello que nosotros habíamos proyectado, quizá soñado. No se estaba a la ofensiva, se estaba en las últimas. [...] Dicho con toda exactitud: el movimiento que había sido la espina dorsal de todas las prácticas revolucionarias de al menos medio siglo se estaba apagando, en virtud de los efectos provocados por un fenómeno al que todavía hoy nos resulta difícil enfrentarse: la descomposición de clase producida por la globalización de la producción31."


6. Para terminar

Con la derrota del movimiento obrero se dio pié al paso de la autonomía obrera al autonomismo. Los distintos movimientos autónomos (independientes de partidos y sindicatos) no tienen como eje dinamizador central la fábrica sino que más bien se presentan descentralizadamente en distintos nudos de resistencia frente a la fábrica-social. Se hace del espacio social una red que puede generar un espacio de negocio. Se mercantiliza cada día más espacios vitales. A todo se le trata de sacar rentabilidad. El beneficio económico no sólo se extrae de los centros de trabajo sino también del espacio en el que vivimos cotidianamente. Anuncios en el suelo del Metro, registros informáticos con nuestros datos personales para hacer estudios de mercado y vendernos la mercancía más extravagante, el super de confianza de nuestro barrio, el Círculo de Lectores trayéndonos los libros a casa, la destrucción del medioambiente para construir centros comerciales, la ciudad como un gran centro comercial, la vivienda como un elemento de especulación... Son muestras de que el capital ha salido de la fábrica y trata de colonizar cada vez más espacios de nuestra vida. Frente a este nuevo tipo de capital, las resistencias son distintas. Autónomas pero no en la fábrica sino bajo la forma de lucha por una vivienda digna, movimientos de okupación, defensa de parques y medio ambiente, reclamando la calle como un lugar habitable... Pero esto ya sería otro trabajo.


7. Bibliografía

Las obras utilizadas para realizar este trabajo han sido las siguientes:
- De revistas de la época (algunas sin referencias exactas, por no aparecer), extraídas de la web www.autonomiaobrera.net
- Lucha y teoría. Número 6. Marzo de 1976. Barcelona.
- Lucha y teoría número 4. Junio 1975.
- Por una línea política de clase hoy, en Lucha y teoría nº 7, julio de 1976 y en nº 6, marzo de 1976
- Paul Cardan. Proletariado y Organización. 01/05/1971
- Autonomía obrera o barbarie, en la entrevista de AJOBLANCO nº31 de marzo de 1978 http://www.sindominio.net/ofic2004/historias/autonomia/barbarie.html
- Libros:
. Antonio Negri. Los libros de la autonomía. Tres Cantos (Madrid). 2004. Ediciones Akal
. Telesforo Tajuelo. El MIL, Puig Antich y los GARI. Francia. 1977. Ruedo Ibérico.
. Mario Moretti. Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Móstoles. 1998. Akal
. Grupo Baader-Meinhof. El moderno estado capitalista y la estrategia de la lucha armada. Barcelona. 1981. Icaria Editorial
. Nanni Balestrini y Primo Morotti. La horda de oro. Septiembre de 2006. Madrid. Traficantes de Sueños


Referencias

1 En este trabajo utilizaremos Italia y España a modo de “laboratorio” en el que se desarrolla la autonomía obrera.
2 Para representarnos la lucha obrera de aquellos años es muy útil la apasionante novela de Nanni Balestrini Lo queremos todo (se puede conseguir en Traficantes de Sueños)
3 Antonio Negri. Los libros de la autonomía. Tres Cantos (Madrid). 2004. Ediciones Akal, página 341
4 ídem, página 356-357
5 Citado por: Lucha y teoría. Número 6. Marzo de 1976. Barcelona, página 23.
6 Paul Cardan. Proletariado y Organización. 01/05/1971
7 Véase Lucha y teoría nº 4, página 7
8 Es interesante observar el nivel de discusión teórica de la revista Lucha y teoría. A continuación del artículo en el que se presenta toda práctica sindical como reformista, encontramos dos páginas de “crítica al artículo precedente” en la que se trata de apuntar y presentar las críticas que se consideran oportunas. Así pues, se dice que “con el fin de reforzar la propia posición que considera el sindicalismo en la fase actual del proceso de lucha del movimiento obrero como un elemento reformista, conciliador y, por tanto, de control y freno de la lucha de clases, se pretende hacer creer que en toda su historia – salvo alguna excepción muy contada – el sindicalismo ha jugado el mismo papel de freno del movimiento obrero” (páginas 13 y 14)
9 Lucha y teoría nº 4, página 14
10 Lucha y teoría nº 4, página 14
11 Citado por: Lucha y teoría nº 4, páginas 15 y 16
12 Por una línea política de clase hoy, en Lucha y teoría nº 7, julio 1976.
13 ídem, página 38.
14 ídem, página 38
15 Teoría y práctica, nº 12, octubre de 1977.
16 ídem, página 57
17 ídem, página 62
18 Véase la entrevista cuyo título es Autonomía obrera o barbarie, en la entrevista de AJOBLANCO nº31 de marzo de 1978. Se puede encontrar en Internet en: http://www.sindominio.net/ofic2004/historias/autonomia/barbarie.html
19 Por una línea política de clase hoy, en Lucha y teoría nº 7, julio 1976, página 55
20 Telesforo Tajuelo. El MIL, Puig Antich y los GARI. Francia. 1977. Ruedo Ibérico.
21 Porque no es el objeto del trabajo no me extenderé más en la explicación del surgimiento y rumbo de las Brigadas Rojas. La trayectoria de este grupo debe ser estudiada pormenorizadamente, evitando caer en etiquetaciones facilonas, para esto recomiendo las entrevistas realizadas a Mario Moretti por parte de Carla Mosca y Rossana Rossanda en: Mario Moretti. Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Móstoles. 1998. Akal.
22 Mario Moretti. Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Móstoles. 1998. Akal, página 89.
23 RAF (Fracción del Ejército Rojo), fue una guerrilla urbana que operó en Alemania en la década de los 70, creando una crisis nacional en 1977. Existen notables diferencias en la estrategia que establece la RAF y las Brigadas Rojas, como consecuencia del distinto contexto (distinto país) en el que se desenvuelven. No puedo extenderme aquí sobre esta guerrilla, por lo que recomiendo la lectura de su obra: Grupo Baader-Meinhof. El moderno estado capitalista y la estrategia de la lucha armada. Barcelona. 1981. Icaria Editorial. 24 Grupo Baader-Meinhof. El moderno estado capitalista y la estrategia de la lucha armada. Barcelona. 1981. Icaria Editorial, página 88.
25 Mario Moretti. Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Móstoles. 1998. Akal, página 284.
26 Mario Moretti. Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Móstoles. 1998. Akal, página 71
27 ibídem, página 68 y 69
28 En julio de 1969 se celebró en Turín un encuentro de comités y vanguardias obreras organizado por el semanario La Classe. El objetivo era construir una organización a nivel nacional. Los desencuentros hicieron que el proyecto fracasase y durante el verano el grupo La Classe da origen a Potere Operario, con fuerza en Roma y Véneto.
29 Nanni Balestrini y Primo Morotti. La horda de oro. Septiembre de 2006. Madrid. Traficantes de Sueños, página 386.
30 Por una línea política de clase hoy, en Lucha y teoría nº 7, julio 1976, página 11.
31 Mario Moretti. Brigadas Rojas. Entrevista de Carla Mosca y Rossana Rossanda. Móstoles. 1998. Akal, página 285


Extraído del Klinamen

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