martes, 29 de abril de 2008

Angelic Upstarts

Angelic Upstarts "Solidarity", existen dos versiones de esta canción, no sabría decir en qué disco aparece esta, que es la más estremecedora.



lunes, 28 de abril de 2008

Primera parte del comunicado de disolución de la RAF.

LA GUERRILLA URBANA YA ES HISTORIA
(1ª parte)


Hace casi 28 años, el 14 de mayo de 1970, se formó en una acción de liberación la RAF.
Nosotros ponemos hoy fin a este proyecto. La guerrilla urbana bajo la forma de la RAF ya es historia.
Nosotros somos todas aquellas personas que hemos formado parte de la RAF hasta el último momento.
Nosotros realizamos este paso conjuntamente.
A partir de ahora seremos -como todas las demás personas procedentes de este contexto- antiguos militantes de la RAF.
Nosotros respondemos por nuestra historia.
La RAF fue el intento revolucionario de una minoría -en contra de la tendencia actual de esta sociedad- de participar en la subversión de las condiciones capitalistas.
Estamos contentos de haber formado parte de este intento.
El final de este proyecto muestra que por este camino no podíamos avanzar. Pero esto no quiere decir que la revuelta haya dejado de ser una necesidad o algo legítimo. La RAF ha sido el resultado de nuestra decisión de ponernos al lado de aquellos que en todo el mundo luchan contra la dominación y por la liberación. Para nosotros ésta ha sido una decisión correcta.
Ni los cientos de años de cárcel que, sumados, pesan sobre los presos y presas de la RAF ni todos los intentos de destrozar la guerrilla han podido acabar con nosotros. Hemos buscado la confrontación con el poder. Hace 27 años optamos por integrarnos en la RAF en cuanto a sujetos, la dejamos ahora en manos de la historia.
El resultado nos resulta crítico. Pero la RAF -igual que toda la izquierda hasta hoy- no es más que un estadio de transición en el camino hacia la liberación.
Tras el fascismo y la guerra, la RAF ha aportado algo nuevo a la sociedad: el momento de la ruptura con el sistema y el destello histórico de una enemistad decisiva contra las condiciones a las que las personas se ven sometidas y en las que son explotadas estructuralmente, y que han engendrado una sociedad en la que los seres humanos se explotan unos a otros. La lucha en la brecha social que abrió nuestra enemistad sólo se anticipó a una liberación que adquiriera verdadero carácter social: la brecha entre el sistema -en el que el beneficio es el sujeto y el ser humano el objeto- y el anhelo de una vida sin las mentiras de esta sociedad cada vez más carente de sentido. Estamos hasta las narices de inclinar la cerviz, de funcionar, de pisar, de que nos pisen. Pasamos del rechazo al ataque, a la liberación.


La RAF surgió de la esperanza de liberación.

Animados por el valor que irradiaban las guerrillas del Sur y las de los países ricos del Norte, surgió a principios de los años setenta la RAF, para a partir de la solidaridad con los movimientos de liberación emprender una lucha conjunta. Millones de personas descubrieron en las luchas de resistencia y de liberación de todo el mundo una oportunidad también para ellas mismas. La lucha armada era en muchas partes del mundo la esperanza para conseguir la liberación. También en la RFA [República Federal Alemana] decenas de miles de personas se solidarizaban con la lucha de organizaciones militantes como el Movimiento 2 de Junio, las RZ, la RAF y más tarde la Rote Zora. La RAF surgió como consecuencia de las discusiones que miles de personas mantuvieron en la RFA, a finales de los sesenta y principios de los setenta, sobre la viabilidad de la lucha armada como camino hacia la liberación.
La RAF emprendió la lucha contra un Estado que, tras la liberación del fascismo nazi, no había roto con su pasado nacionalsocialista.
La lucha armada representaba la rebelión contra una estructura autoritaria de la sociedad, contra la individualización y la competencia. Era la rebelión para conseguir una realidad social y cultural diferente. Con los vientos favorables de otros intentos de liberación por todo el mundo, había llegado el momento para la lucha decisiva, que ya no aceptaba la legitimización pseudonatural del sistema y cuya superación se había propuesto seriamente.


1975-1977

Con la ocupación de la embajada alemana en Estocolmo, en 1975, empezó la etapa en la que la RAF dedicó todos sus esfuerzos a liberar a sus presos de las cárceles.
Le siguó la ofensiva de 1977, en cuyo transcurso la RAF secuestró a Schleyer. La RAF puso en cuestión el poder. Comenzó un intento radical y decisivo de lograr para la izquierda revolucionaria una posición ofensiva contra el poder. Justamente esto es lo que el Estado quería evitar. El carácter explosivo de la situación -la escalada en este enfretamiento- le venía también del trasfondo de la historia alemana: con la continuidad del Estado sucesor del nazismo y al que la RAF alcanzó en su ofensiva.
Schleyer, miembro de las SS durante el régimen nazi, había recuperado, como muchos otros nazis de todos los estratos sociales, su cargo y sus honores. Eran carreras que conducían desde los nazis hasta los puestos gubernamentales de la RFA, la justicia, el aparato policial, el ejército, los medios de comunicación y las directivas de las grandes empresas. Los antisemitas, racistas y genocidas eran muchas veces los antiguos criminales y ahora los nuevos potentados.
Schleyer participaba en el entramado de los nazis y del Capital para la construcción de un espacio económico europeo bajo supremacía alemana. Los nazis querían una Europa en la que no hubiese ni luchas entre trabajadores y Capital ni mucho menos resistencia contra su sistema. Querían suprimir la lucha de clases, intentando implicar a los alemanes o a las personas que fueran "germanizables" y sirviesen como trabajadores en la "comunidad del pueblo". A las demás las esclavizaban haciéndoles hacer trabajos forzados o las exterminaban sistemáticamente en los campos de concentración.
Con la liberación del fascismo nazi y el final del exterminio industrial de seres humanos por los nazis no llegó la liberación del capitalismo. Schleyer continuó trabajando, después del 45, por la consecución de los mismos objetivos económicos, pero de forma más modernizada. Con el modelo socialdemócrata de los años setenta llegó un empuje modernizador. Como dirigente de la industria, Schleyer continuó trabajando en la creación de un sistema para la contención de la resistencia social contra las condiciones del Capital -p.ej., los despidos- y la integración con coberturas sociales negociadas según tarifas estipuladas. Y de lo que se trataba ahora también era de integrar sobre todo la parte alemana de la sociedad, lo que le posibilitaba al Capital una mayor explotación de los trabajadores inmigrantes, y, a escala mundial, la dominación y la explotación de los seres humanos en el Sur, donde provocaba el exterminio masivo por hambre.
La continuación del sistema que Schleyer encarnaba -en los años setenta, durante el periodo del modelo socialdemócrata- es un momento crucial de la reconstrucción y el desarrollo de la RFA.


La obligación terminante de aprobar todas las medidas del Gabinete de Crisis y la persecución de cualquier voz crítica, hasta el extremo de intentar eliminar al contrario político, eran los mismos mecanismos de reacción que habían utilizado los nazis.

Las acciones de la ofensiva de 1977 dejaban claro que en esta sociedad hay lugares que el sistema no consigue recuperar ni controlar. Después de que los nazis exterminaran toda resistencia, con las acciones de los grupos de guerrilla urbana volvía, después del 68, un momento de la lucha de clases en la Alemania Occidental Postfascista no integrable ya por el poder. El secuestro de Schleyer agudizó considerablemente este aspecto de la lucha. El Estado no respondió con pánico, como se dice a menudo hoy en día. Reaccionó reprimiendo cualquier expresión de disconformidad con las medidas que tomaba en el marco del estado de excepción. El Estado exigía el sometimiento de todos los medios de comunicación a las directrices del Gabinete de Crisis, a las que se atuvieron mayoritariamente la mayoría de ellos. Todos los que no se sometían corrían el peligro de la confrontación con el sistema. Intelectuales, de los que todo el mundo sabía que no simpatizaban con la RAF, pero que estaban en contra de la declaración del gobierno del estado de excepción, no se salvaban del acoso y la represión. Los miembros del Gabinete de Crisis, algunos de ellos con experiencia militar, reaccionaron en el 77 siguiendo el mismo patrón que los nazis -aunque estos lo hicieron en unas dimensiones mucho más salvajes-, a fin de no dejar emerger o para exterminar luchas anticapitalistas y antifascistas. Tanto el fascismo nacionalsocialista como en 1977 la política estatal tenía como objetivo no dejar ningún espacio en la sociedad entre la lealtad al Estado en estado de excepción, por un lado, y la represión, por el otro.
Después de que se viese claramente que el Estado iba a dejar caer a Schleyer, la RAF, dentro de su propia estrategia ofensiva, dio su conformidad para secuestrar un avión civil e inició así una acción de la guerrilla, que parecía dar a entender que la RAF ya no distinguía en esta sociedad entre arriba y abajo. Con la misma ya no se podía identificar la dimensión socialrevolucionaria de la lucha, aun tratándose de un intento justificado de liberar a los presos de la tortura. De la ruptura con el sistema y el rechazo del estado de cosas de esta sociedad -que es la condición previa de cualquier movimiento revolucionario- resultó la ruptura con la sociedad.


De los años setenta a los ochenta

La RAF había puesto toda la carne en el asador y había sufrido una gran derrota.
En el proceso de lucha hasta finales de los setenta se había puesto de manifiesto que de la explosión de mayo del 68 había quedado la RAF y pocos más. Muchos de los que participaron en el movimiento del 68 se habían retirado y aprovechaban las oportunidades para hacer carrera dentro del sistema.
La RAF había asumido, como parte de la lucha antiimperialista mundial, la guerra por la liberación en la República Federal. En 1977 quedó claro que no tenía ni la fuerza política ni la fuerza militar para poder triunfar -también tras la reacción provocada: la guerra interna- de una manera determinante en la situación.
Estaba justificado aprovechar la situación histórica de principios de los setenta para abrir un nuevo y desconocido capítulo en las metrópolis en la confrotación entre imperialismo y liberación. La experiencia de la derrota de 1977 pone en evidencia los límites del antiguo concepto de guerrilla urbana de la RAF. Para que funcionase era necesario un nuevo concepto de liberación.
El concepto del frente de los años ochenta era un intento en esta dirección. La RAF quería crear nuevos vínculos y la base para una lucha conjunta con los sectores radicales de los movimientos de resistencia surgidos desde finales de los setenta. La acción armada siguió siendo el momento central y determinante de todo el proceso revolucionario concebido como guerra de liberación.


El frente antiimperialista de los años ochenta

Al comienzo de los años ochenta había muchas luchas contra proyectos del sistema que atentaban contra los seres humanos; estas luchas, a su vez, eran la expresión de la búsqueda de formas de vida libres. Una eclosión social que buscaba ya en el presente el comienzo de una realidad social diferente.
Miles de personas de los diferentes movimientos salieron a la calle, en los años ochenta, en contra de lo mismo que querían atacar la RAF desde el 79: la militarización de la política de los Estados de la OTAN, que iba a hacer posible que Occidente desatase "mil y una" guerras a la vez -la guerra contra la Unión Soviética y, a la vez, intervenciones militares contra los movimientos de liberación y contra revoluciones como la de Nicaragua, que habían conseguido arrebatarle terreno a favor de la liberación a las dictaduras occidentales-.
La RAF partía del supuesto de que no se iba a quedar sola en esta nueva etapa. Esto se basaba en la esperanza de que los sectores militantes de los diferentes movimientos se integrarían en el frente común.
Pero este concepto pasó por alto que en esa situación social había muy poca gente que le viese sentido a la lucha de liberación llevada al nivel de la guerra. La lucha de liberación -cuyo momento central es la guerra- sólo tiene sentido, si existe la posibilidad de que otras fuerzas en la sociedad le den continuidad: si hay alguna posibilidad de que se expanda, aunque sólo sea entre la parte más radical del movimiento.
Pero ni siquiera los que fueron solidarios -y éstos no fueron pocos- asumieron la lucha con esta idea. La guerra de guerrillas necesita tener la perspectiva de extensión a un nuevo nivel de la lucha. Este estadio imprescindible para la existencia de la guerra de guerrillas no lo hemos alcanzado nunca.
La idea de la RAF, que hacía de la acción armada el aspecto central de la lucha, subestimaba los procesos políticos y contraculturales ajenos a la lucha político-militar. La superación de esta orientación estratégica, que en su estructura fundamental no iba más allá de la concepción de los años setenta, hubiese sido la premisa para un nuevo proyecto revolucionario. El frente no podía ser el proyecto de liberación que permitiese superar la separación entre el movimiento y la guerrilla.
La RAF en los años ochenta partía de la convicción de que la premisa socialrevolucionaria consistía en el ataque a las estructuras centrales del poder imperialista. Partiendo de esta base, la política se volvía cada vez más abstracta. Esto condujo a la separación de aquello que debe permanecer unido: el antiimperialismo y la revolución social. La perspectiva socialrevolucionaria desapareció de la teoría y de la práctica de la RAF. La consecuencia fue que el frente antiimperialista se orientó exclusivamente hacia una línea antiimperialista. Ya no se podía identificar a la RAF por la cuestión social. Un error fundamental.
Al subsumir todo el contenido político y social bajo el ataque antiimperialista a "todo el sistema", se provocaron separaciones erróneas en lugar de un proceso de unificación; y esto llevó a que las cuestiones planteadas y contenidos concretos de la lucha no fuesen identificables.
La repercusión sobre la sociedad fue limitada, porque la seguridad de avanzar creando una conciencia social y así romper el consenso entre el Estado y la sociedad -momento central de todo proceso revolucionario- desaparecía progresivamente. En lugar de eso, la RAF intentó quebrantar la maquinaria de dominación del Estado con al dureza de sus ataques. Esta decantación en el proceso de lucha perduró a lo largo de los años ochenta y marcó nuestra lucha.
Emprendimos ataques contra proyectos de la OTAN, y junto con otros grupos de guerrilla de Europa Occidental atacamos complejos industriales del Capital; Action Directe de Francia, Brigate Rose/PCC de Italia y nosotros intentamos construir un frente guerrillero en Europa occidental. La RAF concentraba sus esfuerzos en ataques -en la medida en que lo permitiesen las fuerzas- contra proyectos de la OTAN y, desde el 84, contra el proyecto de los países de Europa occidental de crear un nuevo bloque de poder. Nos concentramos en las pocas fuerzas que teníamos y en las de los militantes más afines a la RAF.
El intento de construir un frente conjuntamente con otros grupos de resistencia se convirtió más en una carga que en una ampliación enriquecedora. Ésa fue seguramente la razón de que el frente se rompiera, ya que el intento de mantener la línea "correcta" consumía mucha energía. En esta estrechez no se podía desarrollar ninguna dinámica política.
En lugar de los nuevos horizontes que la variedad de luchas parecían abrir a principios de los ochenta, la rigidez y la estrechez fueron ahogando la política a lo largo de la década.
Había un gran contraste entre la disposición de los militantes de la RAF a darlo todo en el enfrentamiento y la falta de resolución a la hora de bucar nuevas ideas para el proceso de liberación. En este aspecto se arriesgó poco.
Por aquel entonces -la concepción de los años ochenta era muy reciente- también se produjo una evolución por nuestra parte, marcada a veces por una política llevada a cabo con actitud consecuente y manifiestamente fría que, al fin y al cabo, no era otra cosa que "hacer política" (demasiado alejada de todo lo que significaba liberación).
Aun así, fue una época en la que la RAF y los presos de la RAF mostraron con su determinación, superando situaciones duras y derrotas, que habían permanecido incorruptibles a lo largo de la historia y continuaban con su voluntad de querer cambiar las cosas contra los deseos del poder. Esto dio esperanzas a otros y atrajo a muchos, porque la lucha por la colectividad y la unión se oponía a la individualización y la soledad en la sociedad. La lucha de los presos contra el aislamiento y por el reagrupamiento y la dignidad y la libertad contenía algo que otros muchos también anhelaban, y con lo que muchos se podían sentir identificados. La actitud consecuente y sin compromisos de la RAF y de los presos respecto al poder se oponía a todo intento de los dominadores de derrotar las luchas por un modo de vida diferente.


Aquellos de nosotros que, en su mayoría, nos integramos tarde en la RAF...

... lo hicimos con la esperanza de poder influir nuevamente con nuestra lucha en las condiciones cambiantes tras las transformaciones radicales ocurridas en todos el mundo. Buscábamos nuevas maneras de llevar a cabo la lucha de liberación, un nuevo camino que nos uniese a otros. Y creíamos verlo reflejado, en parte, en aquellas personas que habían iniciado la lucha antes que nosotros, que habían muerto o que estaban en la cárcel.
La lucha en la clandestinidad había ejercido una gran atracción sobre nosotros. Queríamos romper nuestros límites y liberarnos de todo aquello que nos mantenía dentro del sistema.
La lucha armada en la clandestinidad ya no era para nosotros el único momento posible y necesario del proceso de liberación. Aun así, y precisamente por la crisis de la izquierda, queríamos continuar desarrollando la guerrilla urbana y la ilegalidad como un terreno apto para el proceso de liberación en todo el mundo. Pero ya entonces veíamos que con esto sólo no bastaba. También la guerrilla tendría que cambiar.
Esperábamos conseguir una nueva vinculación entre la guerrilla y otros espacios de resistencia en la sociedad. Para ello buscábamos un nuevo modelo, en el que pudiesen convivir desde las luchas de los barrios hasta la guerrilla.


Para nosotros era importante establecer una relación entre nuestra lucha y la nueva situación social emergente tras el derrumbe de la RDA.

Queríamos trazar nuestro camino haciéndolo converger con el de todas aquellas personas, cuyo sueños se habían desvanecido con el fin de la RDA y con su anexión por la RFA: aquellas que tuvieron que admitir que el socialismo real no había logrado una verdadera liberación, y aquellas otras que, en algunos casos, ya se habína opuesto al socialismo real en tiempos de la RDA y soñaban con poder alcanzar algo que estuviese más allá del socialismo real y del capitalismo. La mayoría de los que habían vivido en la RDA y habían exigido la integración en la RFA, en 1989, no podían intuir entonces todavía la nueva situación de depresión social que habían ayudado a implantar y la supresión masiva de prestaciones sociales que comportaría. En esta situación, históricamente nueva para todos, queríamos establecer una conexión entre los que se enfrentaban al Estado en la RFA para conseguir la liberación y aquellos que estaban descontentos con al evolución de carácter racista y, en general, reaccionaria en la entonces ya desaparecida RDA. No estábamos dispuestos a dejar este terreno en manos de la resignación ni de la derecha.
Más tarde nos dimos cuenta de que sólo un nuevo proyecto de liberación internacional, que tuviese como punto de partida la nueva realidad del Este y del Oeste, podía estar a la altura de las transformaciones acontecidas. La RAF, la cual tenía sus raíces sólo en la historia de la resistencia en la antigua RFA, no le podía hacer justicia.


El intento de darle de nuevo sentido a la RAF en los noventa fue un propósito poco realista.

Nuestro objetivo era la transformación del proyecto surgido del movimiento del 68 en un proyecto internacionalista y socialrevolucionario de los noventa. Era una época en la que buscábamos algo nuevo, pero -condicionados por los dogmas de los años anteriores- no nos distanciamos de forma suficientemente radical de lo viejo. Y de esta forma cometimos el mismo error que también cometimos todos nosotros después del 77: sobrevaloramos la resistencia en el tiempo de nuestro concepto de lucha. Pero el peligro principal está en desacreditar la lucha armada, cuando ésta se mantiene sin que esté claro cómo ayuda a avanzar perceptiblemente el proyecto revolucionario y conduce al fortalecimiento de la lucha por la liberación. Es importante tratar esto de una manera responsable, porque si no se desacredita la lucha armada para siempre, también para esas situaciones en las que vuelva a ser necesaria.
La crisis que en los ochenta llevó a la izquierda a sus límites, y la dejó al borde de la extinción, convirtió nuestro intento de integrar la RAF en un nuevo proyecto en algo irreal. Llegábamos tarde, también para intentar transformar la RAF a través de un proceso de reflexión. Al fin y al cabo, la finalidad de la crítica y la autocrítica no es acabar con una cosa, sino ayudar a su desarrollo. La desaparición de la RAF no es, en definitiva, una consecuencia de nuestros procesos de (auto)crítica y de reflexión, sino una necesidad, porque la concepción de la RAF no contiene lo necesario para que de ella pueda surgir algo nuevo.
Si colocamos este fragmento de nuestra historia actual en el proceso histórico global, podremos ver que este intento de hacer reaparecer la RAF en un proceso político fuerte se ha convertido, sobre todo, en la prolongación de un proyecto que ya se debería haber dado por concluido hace tiempo.
Tuvimos que reconocer que del ímpetu inicial había perdurado sobre todo la forma de lucha. No existía todavía, de manera tangible, ningún sentido que abriese alguna perspectiva más allá de la sociedad del trabajo y de una economía enemiga del ser humano, orientada al beneficio, y que pudiese ser la base de la lucha por la liberación en un futuro y que a la vez, pudiese unir a muchas personas. Tras nuestra derrota en 1993 sabíamos que no podíamos continuar así, haciendo las cosas simplemente de la misma manera que cuando iniciamos el cambio de rumbo de nuestra lucha en 1992. Creíamos firmemente que habíamos determinado correctamente nuestros objetivos, pero que habíamos cometido graves errores tácticos. Queríamos reflexionar sobre todo esto junto con los que aún estaban en las cárceles y empezar todos juntos una nueva etapa.
Pero al final se demostró, raíz de la -para nosotros- dolorosa escisión de una parte de los presos, que nos declaró enemigos, que las premisas básicas de constitución de la RAF -solidaridad y lucha por lo colectivo- ya se habían esfumado completamente.


Extraído del folleto que recopila este comunicado y una entrevista con un integrante de la RAF Stefan Wisniewski tiutlada Fuimos tan terriblemente consecuentes.... Editorial Virus 2002.

domingo, 27 de abril de 2008

Keny Arkana

Keny Arkana "La Rage" de su disco Entre ciment et belle etoile 2006



sábado, 26 de abril de 2008

Public Enemy

Public Enemy, Fight the power, banda sonora de la peli de Spike Lee Haz lo que debas. La canción también la publicaron en su tercer disco Fear of a black planet.



miércoles, 23 de abril de 2008

Italia 1969 ¡Lo queremos todo!


"Todo lo ponían en la calle luego para las barricadas metían también coches y les pegaban fuego. La policía tomaba las distancias y permanecía lejos de la avenida hacia el cruce con la avenida Agnelli. De vez en cuando pasaban los coches de la pasma a toda velocidad amagos de cargas. Intentaban deshacer las barricadas eso sí se llevaban una lluvia de pedradas de la gente que luego se refugiaban en los prados de alrededor. Después volvían cuando la policía ya se había ido. Volvían a ponerlo todo en medio de la calle para mantener las barricadas con maderas hierros y todo tipo de objetos. Luego le echaban gasolina y cuando veían que se alejaba la policía le daban fuego. Luego incluso cogían los bidones les pegaban fuego y los lanzaban contra la policía rodando. También empezaba a verse los primeros cócteles molotov.
En las barricadas teníamos banderas rojas y sobre una de las barricadas un cartel donde se podía leer: ¿Qué queremos? Todo. Seguía llegando un río de gente de todas partes. Se oía un ruido seco permanente el tam tam eran las piedras que golpeaban los cables de la corriente eléctrica. Hacían un ruido alucinante. La policía no podía rodear y seccionar la zona que estaba llena de obras y tajos talleres casas populares y prados. La gente continuaba luchando era todo el barrio que combatía. Los grupos se reorganizaban atacaban en un punto concreto para luego dispersarse y atacar otra vez en otro lado. Pero es que además lo que movía a esa gente a la lucha ya no era la rabia y el malestrar creado había una sensación de alegría de entusiasmo. La satisfacción de verse fuertes. De descubrir que estas aspiraciones que esta lucha que llevaban a cabo eran los deseos de todo el mundo la lucha de absolutamente todos.
Sentían su fuerza habían oído que en toda la ciudad existía una auténtica explosión popular. Sentían la unidad esta verdadera fuerza. Por lo que cada piedra que arrojaban a la policía era todo un placer casi había desaparecido la rabia. Y es que nos sentíamos muy fuertes. Además veíamos que éste era el único modo que teníamos de vencer al enemigo golpeándole con piedras y palos. Hacíamos añicos las señales luminosas los semáforos los carteles. Se rompían y se abatían sobre las calles los semáforos y todos los postes que encontrábamos. Intentábamos hacer barricadas por todas partes con cualquier cosa. Una apisonadora volcada grupos electrógenos quemados. Mientras se hacía de noche y se empezaban a ver por todas partes los fuegos en medio del gas y el lanzamiento de los cócteles las llamas."

Extracto de ¡Lo queremos todo! de Nanni Balestrini, novela inspirada en las luchas obreras de la Península Itálica a finales de la década de los 60, en concreto en la FIAT de Turín

lunes, 21 de abril de 2008

LA BATALLA DE EUSKALDUNA. Bilbao 1984.


Parte 1



Parte 2



Parte 3



Parte 4



El vídeo se puede encontrar en el Emule. Está dirigido por Jose Angel Pascual y salió a la luz en mayo de 1985.

domingo, 20 de abril de 2008

Solidari@s con Itoiz

El 6 de abril de 1996 a las 7h 15' de la mañana, 8 miembros del grupo Solidarios con Itoiz provistos de sierras radiales y vestidos con monos en los que habían escrito "Desconstrucciones Itoiz", cortaron los séis cables del sistema de transporte de hormigón que permitían su distribución a cualquier punto de la presa. Consiguieron paralizar las obras del pantano durante un año.


COMUNICADO DE LA ACCION
Buenos días!
El 6 de Marzo pasado, la Audiencia Nacional dejaba vacío el proyecto del pantano de Itoiz-canal de Navarra...
Ya no queda de él salvo la PARED... que siguen construyendo absurdamente... las VOLADURAS... que siguen haciendo crujir las entrañas del valle.
Como veis... como vemos tod@s, a pesar de todo, NO HAN PARADO...
Se están riendo en nuestra propia cara… y en la justicia de este ingenuo país. Es, el más absurdo todavía.
¿Qué se supone que tenemos que hacer ahora?
¿esperar? ¿confiar?
¿O mirar alelad@s cómo siguen construyendo una pared que no tiene más soporte que el orgullo de nuestra clase política?
Pues no, nosotr@s no podemos, algo llamado dignidad humana nos impulsa a realizar una nueva acción dentro de las obras...
Hemos tomado la decisión de comenzar a desmantelar las obras del pantano de Itoiz... Firmemente decidid@s a plantar cara a la desfachatez, la mentira, el abuso y la insolencia.
Queremos que Borrel ordene la paralización inmediata de la presa de Itoiz. La cota 506,9 está siendo superada en varios puntos.
Con el dinero de tod@s nosotr@s se está construyendo una obra ilegal, un pantano que sin necesidad de fianza alguna, no podrá ser llenado…
Desde el gobierno central sólo llega el silencio, pero aquí, la marcha infatigable de camiones y vagonetas continúa… ¿qué pretenden?
¿Embolsarse los millones de una obra gigantesca para luego embolsarse también los millones que cueste desmantelarla?
Pero qué piensan ¡que somos tod@s tont@s!
El colectivo Solidari@s con Itoiz, enmarca esta acción dentro de la trayectoria global, que la oposición al pantano de Itoiz ha llevado durante estos 11 años... Una oposición clara, una actitud firme y pacífica, una lucha legal y contundente.
Así esta nueva acción, se enmarca dentro de esta línea y exige de Borrel un pronunciamiento inmediato destinado a parar Itoiz.
Es una vergüenza lo que está ocurriendo con esta obra y es una vergüenza que nuestros políticos den la espalda a la legalidad.
Nosotr@s queremos parar lo absurdo de esta situación... Una presa imposible de llenar... deseamos frenar este despilfarro.

ITOIZ PARALIZACION SOLIDARI@S CON ITOIZ



ACCIÓN EN LA CARRETERA AOIZ-NAGORE
Paralización de las obras de la nueva carretera Agoitz-Nagore que sustituiría a la existente en peligro por el proyecto del pantano.
La acción consistió en introducir al mayor número de máquinas posibles virutas de hierro por el orificio del aceite del motor, consiguiendo así inutilizar 30 máquinas.
Esta acción directa, como todas las realizadas por nuestro colectivo, fue pública, asumiendo la responsabilidad de la misma. Habida cuenta de los malos tratos y torturas infligidas a los autores del corte de los cables, estas dos personas no se quedan en el lugar de los hechos como suele ser habitual en nuestro proceder. Por ello se entregaron al juez, que ordenó su conducción a la comandancia de la Guardia Civil donde pasaron 2 días. Finalmente el juez decretó la libertad provisional.
Tampoco se invitó a la prensa dado el carácter de la acción que tenía que ser muy rápida y del mínimo de personas posibles para burlar el cerco de vigilancia policial.
En la noche del domingo 20 de Septiembre del 98, 2 mozas de nuestro colectivo inutilizaron las máquinas empleadas en la construcción de la carretera Agoitz-Nagore.
A consecuencia de esta acción las obras de la citada carretera fueron paralizadas. Los primeros días el Gobierno de Navarra trató de ocultar la paralización de las obras, minimizando el daño causado y dando una falsa imagen de normalidad.
Sin embargo conforme iban pasando los días, no pudieron disimular la paralización, desatando una virulenta campaña de criminalización contra nuestro colectivo, y reconociendo que las obras podían paralizarse unos dos meses y que los daños alcanzaban varios cientos de millones. Como ocurrió con el corte de cables el Gobierno de Navarra acusó al grupo de "terrorista".



Ambos textos y las fotos están sacados de la página web de Solidarios con Itoiz, http://www.sindominio.net/sositoiz/
Se puede encontrar en el emule un vídeo realizado por producciones Lurra ta askatasuna de 1996 titulado Solidari@s con Itoiz

sábado, 19 de abril de 2008

Bombs over Baghdad

Rage Against the Machine & Outkast "Bombs over Baghdad", la canción de la que parte esta versión está incluída en el disco Stankonia de Outkast, del año 2000.


viernes, 18 de abril de 2008

BAGDAD RAP Arturo Cisneros Samper 2004



El rap es la banda sonora del documental y la excusa para hacer un recorrido por imágenes de guerra, de protestas contra ella que se han mostrado jodidamente leves y efímeras, y de una Bagdad viva. También es el nexo de unión entre las diferentes informaciones y testimonios. Raperos como Frank.T, Arianna Puello, El señor rojo, Kase.O, Selekta Kolektiboah y alguno más ponen la banda sonora, a la vez que un conjunto de diatribas a los responsables de la guerra en Iraq y del orden mundial.
El documental muestra a un grupo de brigadistas del estado español que estuvieron en Bagdad días antes del 20 de marzo del 2003 (fecha de la declaración de la guerra) y que fueron testigos de los bombardeos. Los muertos tienen nombres y apellidos.
Hay espacio para lanzar injurias a los medios de comunicación, a una realidad que no es cuadrada como la pantalla de un televisor. Algo que intentan es mostrar una Bagdad cotidiana, donde personas curran, beben té, comercian en la calle... Un grupo de artistas pinta murales, el lenguaje plástico es internacional y una forma de expresar vida y horror. Una voz narradora recita las palabras que Picasso escribió al enterarse del bombardeo en Guernika, "la pintura no existe sólo para decorar las paredes de las casas, es un arma que sirve para atacar al enemigo y para defenderse de él"). En la televisión ves imágenes de bombardeos como si fueran los fuegos artificiales de San Mateo. Hay una consecuencia, un sufrimiento derivado de la atracción del occidental que ve el telediario mientras pela una mandarina. Suena un tema de Zénit, y se expone una radiografía del miedo en las sociedades occidentales.
Lo más impactante para este manubrio: las informaciones sobre el uso de uranio empobrecido en el armamento de la OTAN. Estas son dadas por un ex-militar paramédico en la primera guerra del golfo adiestrado en la Escuela de las Américas y por varios científicos más (uno de ellos era encargado de estudiar la reducción de toxicidad del uranio en la primera guerra del golfo y los otros dos también estaban relacionados con este material). 1943, el proyecto Manhattan propone el uso de uranio empobrecido como armamento. 1974, empiezan las pruebas y la fabricación de municiones con basura nuclear. 1985, Reagan firma con Gorbachov un tratado de desarme, la basura nuclear se mezcla con el armamento (afirma el exmilitar que los 402 billones de dólares del presupuesto militar se usan mayoritariamente para comprar silencios, una poderosa arma se fabrica con deshechos de otra). 29 países poseen armamento que contiene uranio empobrecido. Los aviones de la OTAN están cargados de armamento con uranio empobrecido. Lo usaron en los Balcanes. 375 toneladas de uranio en la primera guerra del golfo, en la segunda 2000 toneladas, en Afganisthán 1000 toneladas. 70 soldados (no sé si españoles todos o de la OTAN) han denunciado al defensor del soldado haber estado expuestos a radiaciones (se puede presenciar un testimonio de la novia de un soldado español que murió por ellas). Las mujeres de Basora (ciudad iraquí) cuando tienen hijos ya no preguntan si es niño o niña, sino si es normal o anormal. Brutales imágenes de malformaciones. El daño que sufre el ADN por efecto de la radiación se alarga durante 40000 generaciones. Leucemia, linfoma, cáncer.
Qué leves las protestas contra la guerra de Iraq, ahí estábamos simulándonos víctimas de un bombardeo.

miércoles, 16 de abril de 2008

La Brigada de la Cólera. Inglaterra 1967 - 1984.

Comunicado 6

The Angry Brigade

COMPAÑEROS
Hace dos meses volamos la casa de Carr [1]. La violencia revolucionaria tirando abajo los altos muros del liberalismo inglés.
A parte de un breve comunicado guardamos silencio desde entonces ... ¿Por qué? ... ¿Quienes son la Angry Brigade? ... ¿Cuáles son sus objetivos políticos? ... mucha crítica se dirigió en sentidos borrosos ... nos llamaron el Cuerpo de Seguridad del Estado, el Frente anarco-locos, rojos, la chusma de las bombas, todo ... nosotros creemos que ha llegado la hora para un diálogo honesto... con cualquier compañero que quiera dirigirse a nosotros... a través de la prensa alternativa ... a través de lo que sea. Mira a tu alrededor hermano ... mira las barreras ... no respires ... no ames, no, no hagas huelga, no causes problemas ... NO.
Los políticos, los dirigentes, los ricos, Ios grandes patronos, mandan ... ELLOS controlan. NOSOTROS, El PUEBLO, SUFRIMOS...ELLOS han intentado convertirnos en meras funciones de un proceso de producción. ELLOS han contaminado el mundo con residuos químicos de sus fábricas. ELLOS nos hicieron tragar basura de los mass-media. ELLOS nos hicieron absurdas caricaturas sexuales, a todos, hombres y mujeres. ELLOS nos mataron, napalmearon, quemaron hasta transformarnos en jabón, nos mutilaron, violaron.
Hace siglos que lo hacen.
Poco a poco empezamos a entender el GRAN ENGAÑO. Vimos que habían definido "nuestras posibilidades". Dijeron: Podéis hacer manifestaciones entre líneas de la policía. Podéis tener relaciones sexuales en la posición normal y como mercancía; las mercancías son buenas. Podéis acudir en defensa del TUC (Congreso de Sindicatos) ... los mandos son sabios.
ELLOS utilizaron palabras confusas como "público", o el "interés Nacional". ¿Es el Público algún tipo de "Organismo Dignificado" al que pertenecemos hasta que vamos a la huelga? ¿Por qué entonces se nos reduce a temibles gorrones, que arruinan la economía del país?
Últimamente hemos empezado a darnos cuenta de otro tipo de engaño: hay un tipo de profesional que dice representarnos ... Ios diputados, el Partido Comunista, loS dirigentes sindicales, Ios asistentas sociales, la vieja, vieja Izquierda ... Toda esta gente presumía de actuar por parte nuestra. Toda esta gente tiene ciertas cosas en común ... ELLOS siempre nos engañan...todos ELLOS nos tienen miedo ... ELLOS predicarán que hay que mantener la paz ... y nos aburre ... nos empobrece ... y estamos hartos de mantener la paz.
LA ANGRY BRIGADE SE CONVIRTIÓ EN REALIDAD; sabíamos que cada momento de aburrimiento mal-pagado era un crimen violento. Habíamos rechazado todas las jerarquías seniles y TODAS las estructuras, Ios mentirosos, los chulos para pobres, los Carr, los Jackson [2], los Rawiinson, los Bob Hope [3], los Waldron...
Creerse que nuestra lucha se podía limitar a los canales que nos ponen los cerdos ERA El ENGAÑO MAS GRANDE. Y empezamos a golpearlos.

El 12 de enero fue importante ... rompimos la censura de la prensa amarilla ... cientos de años de Imperialismo ... millones de víctimas de la colonización se estaban haciendo pedazos ... toda la frustración reprimida, el resplandor de la energía desatada nos rallaba la mente ... Carr era sin importancia ... sólo era un símbolo... podíamos haber matado al cabrón ... a Poweil o Davies [4] ... o a cualquier cerdo.
Luego teníamos miedo... como cualquier recién nacido, abrimos los ojos a un resplandor enorme, nos asustamos... cada golpe, cada palabra se convertía en amenaza pero simultáneamente nos dimos cuenta que nuestro pánico era minúsculo comparado con el pánico de los Mirror y de los Habershon Y COMO UN DESTELLO: ERAMOS INVENCIBLES... porque no éramos todo el mundo
NO PODÍAN ENCARCELARNOS PORQUE NO EXISTÍAMOS
Empezamos a atrevernos a salir, hablar con amigos, vecinos, a la gente en los bares, en los partidos de fútbol ... y sabíamos que no estábamos solos ... ESTABAMOS VIVOS Y CRECIENDO!
COMPAÑEROS
Hermanos y hermanas que apenas conocemos han sido trincados, acusados falsamente, intimidados, acosados. Los McCarthy [5], los Prescott, los Purdie[6] son todos INOCENTES. Los cerdos necesitaban cabezas de turco.
Nuestro poder está en las 6 sedes del Partido Conservador atacadas con cócteles molotov el 13 de enero, el generador de Altringham que fue volado.. son todas respuestas del movimiento Revolucionario a nuestro llamamiento. Estamos seguros que cada día que estos compañeros permanezcan entre rejas será vengado ... Aunque eso quiera decir que alguno de los cerdos perderá la vida.

Hace tres semanas casi volamos la sede central de Jackson. Sabíamos que iba a venderse. Queríamos meterle ANTES de que hiciera daño. Pero dentro de nosotros llevamos vestigios del liberalismo y la irracionalidad ... lastres de nuestro pasado que hemos intentado quitarnos de encima. Y fue más rápido ... SE VENDIÓ ... Que Ios hemanos trabajadores sean nuestro jurado.
Esta vez sabíamos mejor: ESTA NOCHE le toca a la FORD. Estamos celebrando los cien años de la Comuna de París. Estamos celebrando nuestra REVOLUCIÓN que no será controlada.
Nuestra revolución es la acción autónoma de las bases, la creamos nosotros mismos. Ahora tenemos confianza... no tenemos que esperar a que nos cuelguen algo tentador como un Powel, un Proyecto de ley, o una manzana podrida delante de las narices para que saltemos como conejos. No nos agarramos desesperadamente al clavo ardiente de la LIBERTAD ilusoria. Nuestra estrategia: ¿cómo podemos destruir el sistema? ¿Cómo puede el pueblo botar el Poder?.
Tenemos que ATACAR, no podemos delegar nuestro deseo de pasar a la ofensiva. El sabotaje es una realidad ... salir de la fábrica en huelga no es la única manera de golpear... hay que quedarse dentro y apoderarse de la fábrica. Estamos en contra de toda estructura externa, se llame Carr, Jackson, IS, CP, o SLL, no importa - todos son lo mismo.
CREEMOS EN LA CLASE TRABAJADORA AUTONOMA. SOMOS PARTE DE ELLA. Y ESTAMOS DISPUESTOS A DAR NUESTRAS VIDAS PARA NUESTRA LIBERACIÓN.
EL PODER PARA El PUEBLO.


[1] Robert Carr era Ministro de Empleo, dirigía el Departamente de Empleo y Producción, responsable aquel entonces de leyes como la de Relaciones Industriales.
[2] Tom Jackson, como jefe del Union of Post Office, Workers (Sindicato de Trabajadores de Correos), dirigió la huelga en el Post Office (Correos) y luego se vendió y rompió la huelga con un pacto de salarios de risa.
[3] Bob Hope, quien actuó frecuentemente para las tropas norteamericanas en Vietnam, también hizo el Gran Hombre Maestro de Ceremonias en el concurso Miss Mundo.
[4] John Davies, Ministro de Tecnología y ex-director general de la Confederation of British Industry (la patronal, el supuesto contrario del TUC, congreso de sindicatos). Sus anteriores cargos con Anglo-Iranian Oil, BP, Shell Mex y el National Export Development Council (consejo nacional de desarrollo de las exportaciones) ayudaron a fortalecer el Imperio Británico.
[5] Stephen McCarthy murió en Enero 1971 como resultado de una detención brutal por dos cerdos de Islington y maltrato flagrante por parte de las autoridades médicas de la cárcel de Wormwood Scrubs y el reformatorio de Dover.
[6] Jake Prescott e Ian Purdie fueron falsamente acusados por el, Inspector Jefe Habershon de estar involucrados en anteriores acciones de la Angry Brigade. Jake, detenido el 11 de febrero de 1971, e Ian, detenido el 7 de Marzo de 1 971, estuvieron incomunicados en la cárcel por las acciones de la Angry Brigade contra la Ford, Biba's y el ordenador de la policía.

Comunicado extraído del librito The Angry Brigade. La Brigada de la Cólera. 1967 - 1984. Documentos y Cronología.

martes, 15 de abril de 2008

Dil Se

"Chaiyya chaiyya" de la banda sonora de la película bollywoodiense Dil Se.... La canción la popularizó un remix que sale en la película de Spike Lee Plan Oculto (Inside Man el título original). Los subtítulos parece que contienen errores.




La insurrección de Cronstadt. Marzo de 1921.



"Resolución de la reunión general de la primera y segunda escuadra de la flota del Báltico, celebrada el 1º de marzo de 1921.
Después de escuchados los informes de los representantes enviados a Petrogrado para tener al corriente de la situación a la reunión general de las tripulaciones, la asamblea decide que es necesario:
1) dado que los soviets actuales no expresan la voluntad de los obreros y de los campesinos, celebrar inmediatamente las nuevas elecciones por voto secreto, la campaña electoral entre los obreros y campesinos deberá desenvolverse en plena libertad de palabra y de acción;
2) establecer la libertad de palabra y de prensa para todos los obreros y campesinos, para los anarquistas y para los partidos socialistas de izquierda;
3) asegurar la libertad de reunión para los sindicatos y para las organizaciones campesinas;
4) convocar, al margen de los partidos políticos, una Conferencia de obreros, soldados rojos y marinos de Petrogrado y su provincia, y de Cronstadt, antes del 10 de marzo de 1921;
5) liberación de todos los presos políticos socialistas y también de todos los obreros, campesinos, soldados y marinos encarcelados por el delito de participación en los movimientos obreros y campesinos;
6) elegir una Comisión de examen de los casos de aquellos que se encuentran en las prisiones y en los campos de concentración;
7) abolir las oficinas políticas, porque ningún partido debe tener privilegios para la propaganda de sus ideas, ni recibir la ayuda financiera del gobierno para tales fines. En su lugar será necesario instituir comisiones de educación y cultura social, elegidas localmente y sostenidas materialmente por el gobierno;
8) abolir inmediatamente los "destacamentos de portazgo" (*);
9) Uniformar todas las raciones para todos los trabajadores, con excepción de los que ejercen profesiones peligrosas para la salud;
10) abolición de los destacamentos comunistas de guerra en todas las secciones del ejécito, lo mismo que de la guardia comunista apostada en los talleres y en las fábricas; en caso de necesidad, estos destacamentos o pelotones de guardia deberán ser designados en el ejército, desde las filas mismas, y en las fábricas según los deseos de los obreros;
11) dar a los campesinos plena libertad de acción en lo que concierne a sus tierras y también el derecho a poseer ganado, a condición de que se arreglen los campesinos mismos sin tener que recurrir a la explotación ajena;
12) designar una comisión ambulante de control;
13) permitir la pequeña industria a domicilio. La resolución es aprobada por unanimidad por la reunión de la brigada, absteniéndose a votar sólo dos personas.
14) pedimos a todas las unidades del ejército y también a los camaradas Kursanti militares adherir a nuestra resolución
15) exigimos a la prensa que dé la mayor publicidad a nuestras resoluciones;
Firmado: Petrichenko, Presidente de la reunión de la asamblea; Perepiolkin, secretario

(*) Zagraaditelye otriady, destacamentos armados organizados por los bolcheviques para suprimir el comercio ilícito y para confiscar los víveres y otros productos. La irresponsabilidad y la arbitrariedad de estos métodos se han hecho proverbiales en toda la extensión del país. El gobierno suprimió estos destacamentos en la provincia de Petrogrado la víspera antes de su ataque a Kronstadt - una jugarreta al proletariado de Petrogrado."


Que el mundo sepa, publicado después del primer disparo de cañón sobre Kronstadt en el número 6 del Izvestia del 8 de marzo.

"Ha sonado el primer disparo. El mariscal Trotzky, manchado hasta las rodillas en la sangre de los obreros, fue el primero en disparar sobre el Kronstadt revolucionario que se levantó contra la autocracia de los comunistas para establecer el verdadero poder de los Soviets. Sin haber derramado una sola gota de sangre, nosotros nos hemos libertado, nosotros, soldados rojos, marinos y obreros de Kronstadt, del yugo de los comunistas y hemos conservado sus vidas. Con la amenaza de los cañones quieren subyugarnos otra vez, a su tiranía. No queriendo ninguna efusión de sangre hemos pedido que fueran enviados ante nosotros delegados independientes del proletariado de Petrogrado, para ver que Kronstadt combate por el poder de los Soviets. Pero los comunistas ocultaron nuestra petición a los obreros de Petrogrado, y abrieron fuego - la respuesta ordinaria del sedicente gobierno de los obreros y campesinos a las demandas de las masas laboriosas. Que los obreros del mundo entero sepan que nosotros, los defensores del poder de los Soviets, velamos las conquistas de la revolución social. Venceremos o perceremos bajo las ruinas de Kronstadt, luchando por la justa causa de las masas trabajadoras. Los obreros del mundo serán nuestros jueces. La sangre de los inocentes caerá sobre la cabeza de los comunistas fanáticos embriagados por el poder. ¡Viva el poder de los Soviets!"


Textos extraídos de La Insurrección de Kronstadt de Alexander Berkman y S. Petrichenko. Vario editores 2001.
Otro libro que explica la insurrección, La revolución desconocida de Volin . Proyeccción Buenos Aires 1977.

lunes, 14 de abril de 2008

Suicidal Tendencies

Suicidal Tendencies "Possessed to Skate" de su disco Join the army, del año 1987


viernes, 11 de abril de 2008

UN "INCONTROLADO" DE LA COLUMNA DE HIERRO

Marzo 1937

Soy un escapado de San Miguel de los Reyes, siniestro presidio que levantó la monarquía para enterrar en vida a los que, por no ser cobardes, no se sometieron nunca a las leyes infames que dictaron los poderosos contra los oprimidos. Allá me llevaron, como a tantos otros, por lavar una ofensa, por rebelarme contra las humillaciones de que era víctima un pueblo entero, por matar, en fin, a un cacique. Joven era, y joven soy, ya que ingresé en el presidio a los veintitrés años y he salido, porque los compañeros anarquistas abrieron las puertas, teniendo treinta y cuatro.


¡Once años sujeto al tormento de no ser hombre, de ser una cosa, de ser un número! Conmigo salieron muchos hombres, igualmente sufridos, igualmente dolorosos por los malos tratos recibidos desde el nacer. Unos, al pisar la calle, se fueron por el mundo; otros, nos agrupamos con nuestros libertadores, que nos trataron como amigos y nos quisieron como hermanos. Con éstos, poco a poco, formamos la "Columna de Hierro"; con éstos, a paso acelerado, asaltamos cuarteles y desarmamos a terribles guardias; con éstos, a empujones, echamos a los fascistas hasta las agujas de la sierra, en donde se encuentran. Acostumbrados a tomar lo que necesitamos, al empujar al fascista, le tomamos víveres y fusiles. Y nos alimentamos, durante un tiempo, de lo que nos ofrecían los campesinos, y nos armamos, sin que nadie nos hiciese el obsequio de un arma, con lo que a brazo partido, les quitamos a los insurrectos. El fusil que acaricio, el que me acompaña desde que abandoné el fatídico presidio, es mío, mío propio; se lo quité, como un hombre, al que lo tenía en sus manos, así como nuestros, propios, conquistados, son casi todos los que mis compañeros tienen en las suyas. Nadie o casi nadie nos atendió nunca. El estupor burgués al abandonar el presidio, ha continuado siendo el estupor de todos, hasta estos momentos, y en lugar de atendernos, de ayudarnos, de auxiliarnos, se nos trató como a forajidos, se nos acusó de incontrolados, porque no sujetamos el ritmo de nuestro vivir que ansiábamos y ansiamos libre, a caprichos estúpidos de algunos que se han sentido, torpe y orgullosamente, amos de los hombres, al sentarse en un Ministerio o en un comité, y porque, por los pueblos por donde pasamos, después de haberle arrebatado su posesión al fascista, cambiamos el sistema de vida, aniquilando a los caciques feroces que intranquilizaron la vida de los campesinos, después de robarles, y poniendo la riqueza en manos de los únicos que supieron crearla: en manos de los trabajadores. Nadie, puedo asegurarlo, nadie se puede haber portado con los desvalidos, con los necesitados, con los que toda la vida fueron robados y perseguidos, mejor que nosotros, los incontrolados, los forajidos, los escapados de presidio. Nadie, nadie -desafio que me lo prueben- ha sido más cariñoso y más servicial para con los niños, las mujeres y los ancianos; nadie, absolutamente nadie, puede tildar a esta Columna, que sola, sin auxilio y sí entorpeciéndola, ha estado desde el principio en la vanguardia, de insolidaria, de despótica, de blanda o de floja cuando de la lucha se trataba, o de desamorada con el campesino, o de no revolucionaria, ya que el arrojo y la valentía en el combate ha sido nuestra norma, la hidalguía con el vencido nuestra ley, la cordialidad con los hermanos nuestra divisa y la bondad y el respeto el marco en que se ha desenvuelto nuestra vida. ¿Por qué esta leyenda negra que se ha tejido a nuestro alrededor? ¿Por qué este afán insensato de desacreditarnos, si nuestro descrédito, que no es posible, sólo iría en perjuicio de la causa revolucionaria y de la misma guerra? Hay -nosotros, hombres del presidio, que hemos sufrido más que nadie en la tierra, lo sabemos-; hay, digo, en el ambiente, un aburguesamiento enorme. El burgués, de alma y de cuerpo, que es todo lo mediocre y servil, tiembla ante la idea de perder su sosiego, su cigarro puro y su café, sus toros, su teatro y su emputecimiento, y cuando olía algo de la Columna, de esta Columna de Hierro, puntal de la Revolución en estas tierras levantinas, o cuando sabía que la Columna anunciaba su viaje a Valencia, temblaba como un azogado pensando que los de la Columna iban a arrancarle de su vida regalona y miserable. Y el burgués -hay burgueses de muchas clases y en muchos sitios- tejía, sin parar, con los hilos de la calumnia, la leyenda negra con que nos ha obsequiado, porque al burgués, y únicamente al burgués, han podido y pueden perjudicar nuestras actividades, nuestras rebeldías, y estas ansias locamente incontenibles que llevamos en nuestro corazón de ser libres, como las águilas en las más altas cimas o como los leones en medio de las selvas.

También los hermanos, los que sufrieron con nosotros en campos y talleres, los que fueron vilmente explotados por la burguesía, se hicieron eco de los miedos terribles de ésta y llegaron a creer, porque algunos interesados en ser jefes se lo dijeron, que nosotros, los hombres que luchábamos en la Columna de Hierro, éramos forajidos y desalmados, y un odio, que ha llegado muchas veces a la crueldad y al asesinato fanático, sembró nuestro camino de piedras para que no pudiéramos avanzar contra el fascismo. Ciertas noches, en esas noches oscuras en que, arma al brazo y oído atento, trataba de penetrar en las profundidades de los campos y en los misterios de las cosas, no tuve más remedio que, como en una pesadilla, levantarme del parapeto, y no para desentumecer mis miembros, que son de acero porque están curtidos en el dolor, sino para empuñar con más rabia el arma, sintiendo ganas de disparar, no sólo contra el enemigo que estaba escondido a cien metros escasos de mí, sino contra el otro, contra el que no veía, contra el que se ocultaba a mi lado siéndome y aun llamándome compañero, mientras me vendía vilmente, ya que no hay venta más cobarde que la que de la traición se nutre. Y sentía ganas de llorar y de reír, y de correr por los campos gritando, y de atenazar gargantas entre mis dedos de hierro, como cuando rompí entre mis manos la del cacique inmundo, y de hacer saltar, hecho escombros, este mundo miserable en donde es difícil encontrar unos brazos amantes que sequen tu sudor y restañen la sangre de tus heridas cuando, cansado y herido vuelves de la batalla. ¡Cuántas noches, juntos los hombres, formando un racimo o un puñado, al comunicar a mis compañeros, los anarquistas, mis penas y dolores he hallado, allá, en la dureza de la sierra, frente al enemigo que acechaba, una voz amiga y unos brazos amantes que me han hecho volver a amar la vida! Y, entonces, todo lo sufrido, todo lo pasado, todos los horrores y tormentos que llagaron mi cuerpo, los tiraba al viento como si fueran de otras épocas, y me entregaba con alegría a sueños de ventura, viendo con la imaginación calenturienta un mundo como el que no había vivido, pero que deseaba; un mundo como no habíamos vivido los hombres pero que muchos habíamos soñado. Y el tiempo se me pasaba volando, y las fatigas no entraban en mi cuerpo, y redoblaba mi empuje, y me hacía temerario, y salía al amanecer en descubierta para descubrir al enemigo, y... todo por cambiar la vida; por imprimir otro ritmo a esta vida nuestra; porque los hombres, yo entre ellos, pudiéramos ser hermanos; porque la alegría, una vez siquiera, al brotar en nuestros pechos, brotase en la tierra; porque la Revolución, esta Revolución que ha sido el norte y el lema de la Columna de Hierro, pudiese ser, en tiempo no lejano, un hecho. Se esfumaban mis sueños como las nubecillas blancas que encima de nosotros pasaban por la sierra, y volvía a ver mis desencantos para volver, otra vez, por la noche, a mis alegrías. Y así, entre penas y alegrías, entre congojas y llantos, he pasado mi vida, vida alegre en medio del peligro, comparada con aquella vida turbia y miserable del turbio y mísero presidio. Pero un día -era un día pardo y triste-, por las crestas de la sierra, como viento de nieve que corta las carnes, bajó una noticia: "Hay que militarizarse".


Y entró en mis carnes como fino puñal la noticia, y sufrí, de antemano, las congojas de ahora. Por las noches, en el parapeto, repetía la noticia: "Hay que militarizarse". A mi lado, velando mientras yo descansaba, aunque no dormía, estaba el delegado de mi grupo, que sería teniente, y tres pasos más acá, durmiendo en el suelo, reclinando su cabeza sobre un montón de bombas, yacía el delegado de mi centuria, que sería capitán o coronel. Yo... seguiría siendo yo, el hijo del campo, rebelde hasta morir. Ni quería, ni quiero cruces ni estrellas ni mandos. Soy como soy, un campesino que aprendió a leer en la cárcel, que ha visto de cerca el dolor y la muerte, que era anarquista sin saberlo y que ahora, sabiéndolo, soy más anarquista que ayer, cuando maté para ser libre. Ese día, aquel día que bajó de las crestas de la sierra, cual si fuese un viento frío que me cortase el alma, la noticia funesta, será memorable, como tantos otros en mi vida de dolor. Aquel día... ¡Bah! ¡Hay que militarizarse! La vida enseña a los hombres más que todas las teorías, más que todos los libros. Los que quieran llevar a la práctica lo que han aprendido de otros al beberlo en los libros escritos, se equivocarán; los que lleven a los libros lo que han aprendido en las revueltas del camino de la vida, posiblemente hagan una obra maestra. La realidad y la ensoñación son cosas distintas. Soñar es bueno y bello, porque el sueño es, casi siempre, la anticipación de lo que ha de ser; pero lo sublime es hacer la vida bella, hacer de la vida, realmente, una obra hermosa. Yo he vivido la vida aceleradamente. No he saboreado la juventud, que, según he leído, es alegría, y dulzura, y bienestar. En el presidio sólo he conocido el dolor. Siendo joven por los años, soy un viejo por lo mucho que he vivido, por lo mucho que he llorado. Por lo mucho que he sufrido. Que en el presidio, casi nunca se ríe; en el presidio, para adentro o para afuera, siempre se llora. Leer un libro en una celda, apartado del contacto de los hombres, es soñar; leer el libro de la vida, cuando te lo presenta abierto por una página cualquiera el carcelero, que te insulta o simplemente te espía, es estar en contacto con la realidad. Cierto día leí, no sé dónde ni a quién, que no pudo tener el autor idea exacta de la redondez de la tierra hasta que la hubo recorrido, medio palpado: descubierto. Parecióme ridícula tal pretensión; pero aquella frasecita se me quedó tan impresa, que alguna vez, en mis soliloquios obligados en la soledad de mi celda, pensé en ella. Hasta que un día, como si yo también descubriera algo maravilloso que antes estuvo oculto a los demás hombres, sentí la alegría de ser, para mí, el descubridor de la redondez de la tierra. Y aquel día, como el autor de la frase, recorrí, medí y palpé el planeta, haciéndose la luz en mi imaginación al "ver" a la Tierra rodando en los espacios sin fin, formando parte del concierto universal de los mundos. Lo mismo sucede con el dolor. Hay que pesarlo, medirlo, palparlo, gustarlo, comprenderlo, descubrirlo, para tener en la mente una idea clara de lo que es. A mi lado, tirando del carro en el que otros iban subidos, cantando y gozando, he tenido hombres que, como yo, oficiaban de mulas. Y no sufrían; y no rugían, por lo bajo, su protesta; y encontraban justo y lógico que aquéllos, como señores, fuesen los que les tirasen de las riendas y empuñasen el látigo, y hasta lógico y justo que el amo, de un trallazo, les cruzase la cara. Como animales lanzaban un ronquido, clavaban sus pezuñas en el suelo y arrancaban a galope. Después, ¡oh sarcasmo!, al desuncirlos, lamían, como perros esclavos, la mano que les azotó. Nadie que no haya sido humillado, y vejado, y escarnecido; nadie que no se haya sentido el ser más desgraciado de la tierra, a la vez que el ser más noble, y más bueno, y más humano, y que, al mismo tiempo y todo junto, cuando sentía su desgracia y se consideraba feliz y fuerte, sin aviso, sin motivo, por gana de hacerle daño, por humillarle, haya sentido sobre sus espaldas o sobre su rostro la mano helada de la bestia carcelera; nadie que no se haya visto arrastrado por lebreles a la celda de castigo, y allí, abofeteado y pisoteado, oír crujir sus huesos y oír correr su sangre hasta caer en el suelo como una mole; nadie que, después de sufrir el tormento por otros hombres, no haya sido capaz de sentir su impotencia, y maldecir por ello y blasfemar por ello, que era tanto como empezar a tener potencia otra vez; nadie que, al recibir el castigo y el ultraje, haya tenido conciencia de lo injusto del castigo y de lo infame del ultraje; y, al tenerla, haya hecho propósito de acabar con el privilegio que otorga a algunos la facultad de castigar y ultrajar; nadie, en fin, que, preso en la cárcel o preso en el mundo, haya comprendido la tragedia de las vidas de los hombres condenados a obedecer en silencio y ciegamente las órdenes recibidas, puede conocer la hondura del dolor, la amargura del dolor, la marca terrible que el dolor deja para siempre en los que bebieron, y palparon, y sintieron el dolor de callar y obedecer. ¡Desear hablar y conservarse mudo; desear cantar y enmudecer; desear reír y tener forzosamente que estrangular la risa en los labios; desear amar y ser condenado a nadar entre el cieno del odio! Yo estuve en el cuartel y allí aprendí a odiar. Yo he estado en el presidio, y allí, en medio del llorar y del sufrir, cosa rara, aprendí a amar, a amar intensamente. En el cuartel casi estuve a punto de perder mi personalidad, tanto era el rigor con que se me trataba, queriendo imponérseme una disciplina estúpida. En la cárcel, tras mucho luchar, recobré mi personalidad, siendo cada vez más rebelde a toda imposición. Allá aprendí a odiar, de cabo hacia arriba, todas las jerarquías; en la cárcel, en medio del más angustiante dolor, aprendí a querer a los desgraciados, mis hermanos, mientras conservaba puro y limpio el odio a las jerarquías mamado en el cuartel. Cárceles y cuarteles son una misma cosa: despotismo y libre expansión de la maldad de algunos y sufrimiento de todos. Ni el cuartel enseña cosa que no sea dañina a la salud corporal y mental, ni la cárcel corrige.


Con este criterio, con esta experiencia -experiencia adquirida, porque he bañado mi vida en el dolor-, cuando oí que, montañas abajo, venía rodando la orden de militarización, sentí por un momento que mi ser se desplomaba, porque vi claramente que moriría en mí el audaz guerrillero de la Revolución, para continuar viviendo el ser a quien en el cuartel y en la cárcel se podó de todo atributo personal, para caer nuevamente en la sima de la obediencia, en el sonambulismo animal a que conduce la disciplina del cuartel o de la cárcel, ya que ambos son iguales. Y, empuñando con rabia el fusil, desde el parapeto, mirando al enemigo y al "amigo", mirando a vanguardia y a retaguardia, lancé una maldición como aquellas que lanzaba cuando, rebelde, me conducían a la celda de castigo, y una lágrima hacia adentro, como aquéllas, que se me escaparon, sin ser vistas de nadie, al sentir mi impotencia. Y es que notaba que los fariseos, que desean hacer del mundo un cuartel y una cárcel, son los mismos, los mismos, los mismos que ayer, en las celdas de castigo, nos hicieron a los hombres -hombres- crujir los huesos. Cuarteles..., presidios..., vida indigna y miserable. No nos han comprendido, y por no poder comprendernos, no nos han querido. Hemos luchado -no son necesarias ahora falsas modestias, que a nada conducen-; hemos luchado, repito, como pocos. Nuestra línea de fuego ha sido siempre la primera, ya que en nuestro sector, desde el primer día hemos sido los únicos. Para nosotros jamás hubo un relevo ni..., lo que ha sido peor todavía, una palabra cariñosa. Unos y otros, fascistas y antifascistas, hasta -¡qué vergüenza hemos sentido!- los nuestros nos han tratado con despego.


No nos han comprendido. O lo que es más trágico en medio de esta tragedia en que hemos vivido, quizá no nos hemos hecho comprender, ya que nosotros, por haber recibido sobre nuestros lomos todos los desprecios y rigores de los que fueron jerarcas en la vida, hemos querido vivir, aun en la guerra, una vida libertaria, y los demás, para su desgracia y la nuestra, han seguido uncidos al carro del Estado. Esta incomprensión, que nos ha producido dolores inmensos, cercó el camino de desdichas, y no solamente veían un peligro en nosotros los fascistas, a los que tratamos como se merecieron, sino los que se llaman antifascistas y gritan su antifascismo hasta enronquecer. Este odio que se tejió a nuestro alrededor, dio lugar a choques dolorosos, el mayor de los cuales, por lo canallesco, hace asomar a la boca el asco y llevar las manos a apretar el fusil, tuvo lugar en plena Valencia, al disparar contra nosotros "ciertos antifascistas rojos". Entonces..., ¡bah!..., entonces debimos haber acabado con lo que ahora está haciendo la contrarrevolución. La Historia, que recoge lo bueno y lo malo que los hombres hacen, hablará un día. Y esa Historia dirá que la Columna de Hierro fue quizá la única en España que tuvo visión clara de lo que debió ser nuestra Revolución. Dirá también que fue la que más resistencia ofreció a la militarización. Y dirá, además, que, por resistirse, hubo momentos en que se la abandonó totalmente a su suerte, en pleno frente de batalla, como si seis mil hombres, aguerridos y dispuestos a triunfar o morir, debieran abandonarse al enemigo para ser devorados. ¡Cuántas y cuántas cosas dirá la Historia, y cuántas y cuántas y cuántas figuras, que se creen gloriosas, serán execradas y maldecidas! Nuestra resistencia a la militarización estaba fundada en lo que conocíamos de los militares. Nuestra resistencia actual se funda en lo que conocemos actualmente de los militares. El militar profesional ha formado, ahora y siempre, aquí y en Rusia, una casta. El es el que manda; a los demás no debe quedarnos más que la obligación de obedecer. El militar profesional odia con toda su fuerza a todo cuanto sea paisanaje, al que cree inferior. Yo he visto -yo miro siempre a los ojos de los hombres- temblar de rabia o de asco a un oficial cuando al dirigirme a él lo he tuteado, y conozco casos de ahora, de ahora mismo, en batallones que se llaman proletarios, en que la oficialidad, que ya se olvidó de su origen humilde, no puede permitir -para ello hay castigos terribles- que un miliciano les llame de tú. El ejército "proletario" no plantea disciplina, que podría ser, a lo sumo, respeto a las órdenes de guerra; plantea sumisión, obediencia ciega, anulación de la personalidad del hombre. Lo mismo, lo mismo que cuando, ayer, estuve en el cuartel. Lo mismo, lo mismo que cuando, más tarde, estuve en el presidio. Nosotros, en las trincheras, vivíamos felices. Vimos caer a nuestro lado, es cierto, a los compañeros que con nosotros empezaron esta guerra; sabíamos, además, que en cualquier momento, una bala podía dejarnos tendidos en pleno campo -ésta es la recompensa que espera al revolucionario-; pero vivíamos felices. Cuando había comíamos; cuando escaseaban los víveres, ayunábamos. Y todos contentos. ¿Por qué? Porque ninguno era superior a ninguno. Todos amigos, todos compañeros, todos guerrilleros de la Revolución. El delegado de grupo o de centuria no nos era impuesto, sino elegido por nosotros, y no se sentía teniente o capitán, sino compañero. Los delegados de los Comités de la Columna no fueron jamás coroneles o generales, sino compañeros. Juntos comíamos, juntos peleábamos, juntos reíamos o maldecíamos. Nada ganamos durante un tiempo, nada ganaron ellos. Diez pesetas ganamos después nosotros, diez pesetas ganaban y ganan ellos. Lo único que aceptamos es su capacidad probada, por eso los elegimos; su valor, también probado, por eso también fueron nuestros delegados. No hay jerarquías, no hay superioridades, no hay órdenes severas; hay camaradería, bondad, compañerismo: vida alegre en medio de las desdichas de la guerra.


Y así, con compañeros, imaginándose que se lucha por algo y para algo, da gusto la guerra y hasta se recibe con gusto la muerte. Pero cuando estás entre militares, en donde todo son órdenes y jerarquías; cuando ves en tus manos la triste soldada con la cual apenas puede mantenerse en retaguardia tu familia y ves que el teniente, el capitán, el comandante y el coronel cobran tres, cuatro, diez veces más que tú, aunque no tienen ni más empuje, ni más conocimiento, ni más valor que tú, la vida se te hace amarga, porque ves que eso no es Revolución, sino aprovechamiento, por unos pocos, de una situación desgraciada que va únicamente en perjuicio del pueblo. No sé cómo viviremos ahora. No sé si podremos acostumbrarnos a recibir malas palabras del cabo, del sargento o del teniente. No sé si después de habernos sentido plenamente hombres, podremos sentirnos animales domésticos, que a esto conduce la disciplina y esto representa la militarización. No podremos ya, será totalmente imposible, aceptar despotismos y malos tratos, ya que se necesita ser muy poco hombre para tener un arma en la mano y aguantar mansamente el insulto; pero tenemos noticias que angustian, de compañeros que, al militarizarse, han vuelto a sentir, como losa de ploma, la pesantez de las órdenes que emanan de gente, muchas veces inepta y siempre desamorada. Creíamos que nos estábamos redimiendo, que nos estábamos salvando y estamos cayendo en lo mismo que combatimos; en el despotismo, en la castocracia, en el autoritarismo más brutal y absorbente. Pero el momento es grave. Cogidos -no sabemos por quien y si lo sabemos, nos lo callamos ahora-; cogidos, repito, en una trampa, debemos salir de ella, escaparnos de ella, lo mejor que podamos, pues de trampas está sembrado todo el campo. Los militaristas, todos los militaristas -los hay furibundos en nuestro campo- nos han cercado. Ayer fuimos dueños de todo, hoy lo son ellos.


El ejército popular, que no tiene de popular más que el hecho de formarlo el pueblo, y eso ocurrió siempre, no es del pueblo, es del Gobierno, y el Gobierno manda, y el Gobierno ordena. Al pueblo sólo se le permite obedecer y siempre se le exige obedecer. Cogidos entre las mallas militaristas, tenemos dos caminos a seguir: el primero nos lleva a disgregarnos los que hasta hoy somos compañeros de lucha, deshaciendo la Columna de Hierro; el segundo nos lleva a la militarización. La Columna, nuestra Columna, no debe deshacerse. La homogeneidad que siempre ha presentado, ha sido admirable -hablo solamente para nosotros, compañeros-; la camaradería entre nosotros quedará en la historia de la Revolución española como un ejemplo; la bravura demostrada en cien combates, podrá haber sido igualada en esta lucha de héroes, pero no superada. Desde el primer día fuimos amigos; más que amigos, compañeros; más que compañeros, hermanos. Disgregarnos, irnos, no volvernos a ver, no sentir, como hasta aquí, los impulsos de vencer y de luchar, es imposible. La Columna, esta Columna de Hierro que desde Valencia a Teruel ha hecho temblar a burgueses y fascistas, no debe deshacerse, sino seguir hasta el fin. ¿Quién puede decir que en la pelea, por estar militarizados, han sido más fuertes, más recios, más generosos para regar con su sangre los campos de batalla? Como hermanos que defienden una causa noble, hemos luchado; como hermanos que tienen los mismos ideales, hemos soñado en las trincheras; como hermanos que anhelan un mundo mejor, hemos empujado con nuestro coraje. ¿Deshacernos como un todo homogéneo? Nunca, compañeros.


Mientras quedemos una centuria, a luchar; mientras quede uno solo de nosotros, a vencer. Será el mal menor, a pesar de ser un gran mal, el tener que aceptar, sin ser elegidos por nosotros, quienes nos ordenen. Pero... Ser una Columna o ser un Batallón es casi igual. Lo que no es igual es que no se nos respete. Si estamos juntos los mismos individuos que ahora estamos, ya formemos una columna o ya formemos un batallón, para nosotros ha de ser igual. En la lucha no necesitaremos quien nos aliente, en el descanso no tendremos quien nos prohíba descansar, porque no lo consentiremos. El cabo, el sargento, el teniente, el capitán, o son de los nuestros, en cuyo caso seremos todos compañeros, o son enemigos, en cuyo caso como a enemigos habrá que tratarlos. Columna o Batallón, para nosotros, si queremos, será igual. Nosotros, ayer, hoy y mañana, no necesitamos estímulos para combatir; nosotros, ayer hoy y mañana, seremos los guerrilleros de la Revolución. De nosotros mismos, de la cohesión que haya entre nosotros, depende nuestro desarrollo futuro. No nos imprimirá nadie un ritmo suyo; se lo imprimiremos nosotros, por tener personalidad propia, a los que estén a nuestro alrededor. Tengamos en cuenta una cosa, compañeros. La lucha exige que no hurtemos nuestros brazos ni nuestro entusiasmo a la guerra. En una columna, la nuestra, o en un batallón, el nuestro; en una división o en un batallón que no sean nuestros, tenemos que luchar. Si deshacemos la Columna, si nos disgregamos, después, obligatoriamente movilizados, tendremos que ir, no con quien digamos, sino con quien se nos ordene. Y como no somos ni queremos ser animales domésticos, posiblemente chocáramos con quienes no debiéramos chocar: con los que, mal o bien, son nuestros aliados. La Revolución, nuestra Revolución, esta Revolución proletaria y anárquica, a la cual, desde los primeros días, hemos dado páginas de gloria, nos pide que no abandonemos las armas y que no abandonemos, tampoco, el núcleo compacto que hasta ahora hemos tenido formado, llámese éste como se llame: Columna, División o Batallón.

Un "Incontrolado" de la Columna de Hierro.

Este texto ha rulado por múltiples formatos. He podido leer que apareció en la revista Nosotros , editada en Valencia los días 12, 13, 15 y 17 del mes de marzo del 1937.

jueves, 10 de abril de 2008

Octubre Asturiano UHP

"Nadie os ordenó ir a la revolución: la consigna era ir a la huelga"
Saborit, a los obreros de la cárcel de Oviedo

"Los socialistas asturianos no son como los demás socialistas"
Durruti, en la cárcel Modelo de Valencia.


La insurrección obrera de Asturias de 1934 fue el prólogo de la guerra civil de 1936. Anteriormente se habían producido otras, pero la de Asturias es la primera que presupone la unidad de los proletarios y resuelve la cuestión en el combate. El problema de la unidad era fundamental para la clase obrera española y su solución parecía imposible, debido a la diferente actitud que sus organizaciones -la CNT y la UGT- mantenían con respecto a la República. Si los anarcosindicalistas se desengañaron pronto del régimen burocrático burgués, los socialistas en cambio pretendieron aprovecharse del mismo para eliminarles sindicalmente. En efecto, los socialistas promovieron una batería de leyes que consagraban la mediación estatal en los conflictos laborales, trababan el recurso a la huelga general y dejaban al margen de la ley a los cenetistas. En el parlamento votaron por las deportaciones a los huelguistas y sus gobernadores civiles metieron presos a multitud de obreros libertarios, clausurando las sedes de sus sindicatos "Únicos". La irritación de estos con la República fue tal que en tres ocasiones promovieron movimientos insurreccionales en su contra, cuyos malos resultados acarrearon la escisión del sector moderado o "treintista". La profunda división en la clase obrera entre reformistas y revolucionarios parecía que nunca iba a resolverse cuando el 19 de noviembre de 1933 los socialistas perdieron las elecciones y fueron barridos de los ministerios, hecho que determinó un cambio de postura. El triunfo de los republicanos demagogos con el apoyo de la derecha fascista indicaba claramente que la dirección de la burguesía pasaba a los sectores caciquiles y clericales. Para la CNT había quedado claro la imposibilidad de hacer la Revolución en solitario y para la UGT, que no cabía esperar una reforma significativa en el marco del parlamentarismo burgués. La izquierda socialista que se apoyaba en la sindical y en las Juventudes Socialistas proclamó que el PSOE debía prepararse para tomar el poder y forzó la ruptura de la coalición con los republicanos. Entonces comenzó a hablarse de la Alianza Obrera, pero solamente las minorías comunistas disidentes y los sindicatos escindidos de la CNT se entusiasmaron con la idea. Es comprensible, el papel de bisagra era lo único que les podía dar juego. La CNT emplazó a la UGT a manifestar públicamente sus intenciones revolucionarias pero aquella no contestó. El resultado fue que pese a la constitución de diversos Comités de Alianza Obrera, la unidad real no se produjo. La UGT jamás los promovió y dentro siempre se mantuvo pasiva. La CNT se abstuvo de entrar, con la excepción de la Regional asturiana, que ya había planteado la cuestión de la Alianza en un pleno confederal. Pero la posición pro Alianza de la Regional de Asturias no era unánime y ni siquiera mayoritaria, como se encargó el delegado de La Felguera de demostrar en el Pleno de Regionales del 23 de junio, sino que más bien reflejaba la posición del Comité Regional y de la Federación Local de Gijón. En el Pleno Regional de septiembre los cenetistas consecuentes impugnaron la Alianza por incorporar partidos políticos, idea contraria a la táctica anarcosindicalista, y por creerla una maniobra que no conducía a la Revolución Social sino al golpe de Estado. La influencia del secretario regional, José María Martínez, inclinó la balanza hacia el pactismo. Así, mientras los anarcosindicalistas del resto del Estado se pronunciaban por una alianza revolucionaria "en la calle", los asturianos firmaban con sus paisanos socialistas un pacto de alianza al que también se incorporaron las facciones comunistas. La Alianza Obrera había dejado pasar su momento cuando en junio de 1934 tuvo lugar la huelga general de campesinos. Los socialistas dejaron que el proletariado agrícola se estrellara contra el Estado sin promover ningún acto insurreccional en la ciudades, quedando incapacitado para intervenir en luchas posteriores. La indecisión del Gobierno mostrada en la represión de la huelga campesina indujo a la derecha agraria y católica a retirarle el apoyo. Entonces se desencadenó la serie de sucesos que condujeron a la Revolución de Octubre.


Si las derechas cavernícolas ocupaban carteras en el nuevo Gobierno republicano significaba que el capitalismo español se inclinaba definitivamente por la vía autoritaria. El triunfo de la reacción sería completo. La alternativa que venían planteando los anarquistas desde 1931, "Fascismo o Revolución Social", se revelaba más verdad que nunca. El proletariado no podía ponerse en pie más que sobre una base y con una única bandera: la destrucción del sistema capitalista y la supresión del Estado como organismo burgués de regulación de la convivencia social. Efectivamente el día 4 de octubre de 1934, el encargado de forma gobierno, Lerroux, anunció la presencia de tres ministros de la CEDA ocupando las carteras de Trabajo, Justicia y Agricultura. Los socialistas -no la Alianza Obrera- impartieron la orden de huelga general con el propósito de impedir la consolidación del nuevo gobierno y provocar elecciones. No sólo no esperaron a que la CNT tratase la cuestión de la Alianza como tenía previsto, sino que la dejaron al margen; es más, en Cataluña, donde el objetivo se limitaba a la implantación de una república burguesa independiente, la CNT fue perseguida por la Generalitat para impedir que se sumase al movimiento. Sin la CNT éste se desfondó en muy poco tiempo. Allá donde más fuertes eran los socialistas caballeristas, en Madrid, el movimiento fracasó a las primeras de cambio. Sin embargo, en Asturias, pese a las consignas contrarias, la huelga general derivó casi inimediatamente en insurrección revolucionaria.


El día 5, en numerosos pueblos de la cuenca minera los obreros se procuraron armas, asaltaron los cuarteles de la guardia civil y se enfrentaron a la guardia de asalto de Oviedo. En Mieres, en Trubia, Sama, Ciaño, Siero, Quirós, Cabañaquinta, Turón, Riosa, Proaza, Morcín, Figaredo, Laviana, Pola de Lena, etc., después de librar fieros combates y poner a buen recaudo a los prisioneros, se constituyeron Comités Revolucionarios con el objeto de normalizar la vida ciudadana y enviar grupos armados a combatir a Oviedo. Los de Mieres libraron un combate victorioso contra las tropas del Gobierno cerca de Olloniego. A los anarquistas de La Felguera, opuestos a la Alianza, nadie les pasó la orden, pero una confidencia personal les puso sobre aviso y salieron a la calle como todos, asaltando el cuartel de la guardia civil y partiendo a pelear en Campomanes y El Berrón. Su santo y seña era "FAI". En Gijón, centro del anarcosindicalismo asturiano, los obreros no se decidían al levantamiento por carencia absoluta de armas. Lo mismo pasaba en Avilés. El secretario regional de la CNT, José María Martínez, fue varias veces a Oviedo desesperadamente en busca de armas que no pudo conseguir. Oviedo, donde estaba el Comité Provincial, la máxima autoridad revolucionaria, absorbía todas las fuerzas y recursos, no permitiendo desviar nada hacia otra parte, cosa que debía resultar fatal pues impidió la conquista de puntos estratégicos como Llanera y el puerto de Musel, y acarreó la pérdida temprana de importante plazas como Gijón y Avilés.
El día 6 los mineros se apoderaron de la fábrica de dinamita de La Manjoya y entraron en Oviedo. También cayó la fábrica de armas de Trubia, proporcionando a los insurrectos cañones, aunque con proyectiles sin espoleta. Una columna del Gobierno mandada por el general Bosch llegó desde León por el puerto de Pajares, olvidado por los insurrectos, pero fue detenida en Campomanes. En Mieres los mineros fabricaron bombas y camiones blindados; también los metalúrgicos de La Felguera, los únicos en enviar refuerzos a Gijón. Desde Grado, Riosa, Villanueva, Traverga, etc., municipios parcialmente agrícolas, llegaban alimentos para Oviedo y otras poblaciones. Las mujeres se incorporaron a la lucha. En Sama los mineros lograron vencer la resistencia de un destacamento de guardias de asalto y su Comité envió gente a Mieres, convertida en el centro de la insurrección. Allí afluían los grupos y salían hacia los diversos frentes, fundamentalmente dos: Campomanes y Oviedo.


El día 7 ya hay varios hospitalillos instalados en la zona minera y en Oviedo para atender a los heridos. Las mujeres organizan cocinas de campaña para dar de comer a los combatientes. Los Comités tratan de impedir los actos de pillaje a la vez que organizan el orden revolucionario. La propiedad y el dinero quedan abolidos; todos los bienes; todos los bienes son declarados comunes. De los Comités emanan Comités de Guerra para reclutar luchadores y distribuir armamento, Comités de Sanidad, Comités de Transporte... Se practican algunas detenciones, se controla el comercio con vales y libretas y se efectúan requisas de vehículos, ropa y escopetas. En algunos lugares los Comités de Abastecimiento organizarán comedores populares y los Comités de Trabajo mantendrán las fábricas y minas en funcionamiento al servicio de la Revolución. En Oviedo el centro de la ciudad resiste a pesar de la dinamita y en Gijón los obreros tratan en vano de armarse y de apoderarse de la ciudad.
La derecha reaccionaria, que se venía preparando de antiguo, había recurrido a los generales africanistas, el grupo de presión militar más corrupto y más retrogrado, pero también el de menos escrúpulos a la hora de reprimir. El general Franco, instalado en el Ministerio de Guerra, ordena el despliegue de tropas en Asturias, embarcando en Marruecos a los batallones de choque a las órdenes de su amigo Yagüe, que se hallaba apartado del mando.
El día 10, Avilés y Gijón caen en poder del Gobierno. En gijón las tropas africanas pasan a los obreros a cuchillo. Ese el primer indicio de que la represión va a ser implacable. Los supervivientes se hacen fuertes en los pueblos de la carretera a Oviedo y dificultan el avance de las tropas. A la cabeza de esa resistencia desesperada está José María Martínez. La escasez de municiones impide que las ametralladoras entren en acción. Se hace frente al enemigo sólo con dinamita. Acaba de llegar por Pajares un regimiento de artillería y sus obuses paralizan las líneas obreras. En Oviedo se combate alrededor de la cárcel, la Catedral y el cuartel de Pelayo.


El día 11 la situación se agrava. A los obreros del frente de Campomanes se les acaban las balas. A duras penas consiguen algunas cajas de Trubia y Oviedo. Una nube de aeroplanos sobrevuela Asturias arrojando bombas, periódicos reaccionarios y metralla. El Comité Provincial de Oviedo llega a la conclusión de que todo está perdido y ordena abandonar la lucha, informando del acuerdo a algunos comités. La desaparición de los Comités no arrastra a la de los combatientes que deciden continuar la lucha solos. Alguno de los desaparecidos reaparece y se forman nuevos Comités. Las posiciones abandonadas se recuperan de nuevo. Muchos ni siquiera se han enterado. Otros prefieren morir con las armas en la mano a huir.
El día 12 aparece el cadáver de José María Martínez con un balazo en el pecho. Bonifacio Martín, viejo dirigente socialista que resistía en Lugones a los gubernamentales, ha sido pasado a la bayoneta. Mueren dos de los principales responsables del Comité Provincial y de la Alianza Obrera asturiana. López Ochoa avanza parapetándose con cadenas de prisioneros obligados a caminar delante de la tropa. Por la tarde, entra en Oviedo. La mayoría de los prisioneros son asesinados en el acto o mandados al cuartel de Pelayo para ser fusilados. En la represión se distinguen los legionarios y los moros, que además de matar y mutilar a los prisioneros, incendia, saquean y violan. No son tropas aguerridas, pero los obreros no les pueden hacer frente desarmados. Los fusiles no sirven sin balas. Los obreros recogen las cápsulas cada vez que disparan para recuperar pero la medida no sirve de mucho. El frente se desplaza al El Berrón donde luchan los de La Felguera; los combatientes de Oviedo instalan su cuartel general en Las Cruces. Un nuevo Comité Provincial o Regional se constituye en Sama y cambia la consigna UHP por la de "PRP" (¿Partido Revolucionario del Proletariado?). Los anarquistas se comprometen a acatar sus decisiones pero rehúsan participar en él. No están de acuerdo con sus manera autoritarias y sus manifiestos sectarios con vivas a la dictadura del proletariado y al ejército rojo, porque son enemigos de cualquier dictadura y de cualquier ejército. Los comunistas aumentan su presencia en los nuevos comités con el fin de desacreditar a los socialistas y aparecer ellos como los verdaderos dirigentes de la insurrección. Una vez hecha la maniobra, no manifiestan gran interés en seguir luchando. Principalmente por eso los nuevos Comités de Sama y Mieres abandonan sus puestos, pero el de Pola de Lena, donde no hay comunistas, no deserta y mantiene el frente en Vega del Ciego. En los lugares donde no hay estados mayores ni ínfulas de ejército proletario, se lucha con más coraje y mayor eficacia.


El día 14 se continúa combatiendo en los alrededores de Oviedo bajo un intenso bombardeo. Cuando los aviones se retiran en busca de más bombas los avances del Tercio son detenidos y los legionarios son obligados a retroceder con relativa facilidad. A pesar de las atrocidades de las tropas los Comités no permiten represalias contra los prisioneros. Los obreros constatan con tristeza que están aislados y sin munición, a merced de fuerzas bien armadas cada vez más numerosas. comprenden que proseguir la lucha es un suicidio. Para el día 15 los frentes están paralizados por falta de cartuchos. Sólo queda dinamita. El día 16 los soldados toman Trubia y la fábrica de La Manjoya, y bombardean Pola de Lena con la artillería. El día 17 el Comité Regional de Sama se reúne con delegados de todos los Comités que quedan y acuerdan detener la lucha y utilizar la mediación de un teniente de la Guardia Civil prisionero. El fortín del monte Naranco, último reducto revolucionario en Oviedo, ha sido conquistado. Su única defensora viva, la joven de 16 años Aída Lafuente, prefiere sucumbir a rendirse. Al día siguiente los revolucionarios acuerdan dejar de hostigar a las tropas, liberar a sus prisioneros y entregar las armas a cambio de que sus vidas se respeten y de que las fuerzas del Tercio y Regulares no entre en la cuenca minera. El día 19 transcurre entre discusiones. Muchos obreros se niegan a rendirse y escapan al monte. Los que se consideran más comprometidos tratan de salvarse escondiéndose o huyendo. La Revolución ha costado mil vidas a los obreros por 300 de sus enemigos.


López Ochoa cumplirá su parte a medias. El periodista liberal Luis de Sirval fue asesinado por un capitán del Tercio descontento con sus reportajes. La información veraz tendrá su mártir. En el frente de Campomaness ocho heridos serán enterrados vivos. Y veintisiete trabajadores presos fueron sacados de sus celdas y torturados hasta la muerte. Sus cadáveres destrozados fueron encontrados en las escombreras de Carbayín. El día 24 llega el comandante de la Guardia Civil Doval, enviado por el Gobierno para dirigir la represión policial. La tortura en las comisarías y en las cárceles se pondrá a la orden del día. Cerca de cuarenta mil obreros irán a presidio en Asturias y en el resto del país. Los locales de las organizaciones obreras fueron clausurados y su prensa prohibida. Hubo varias condenas de muerte y algunas ejecuciones. Los obreros se habían enfrentado con éxito durante dos semanas a un enemigo infinitamente superior en número y en armas, demostrando el valor real del ejército español en manos de generales fascistas. Participaron 50.000 trabajadores en la insurrección, pero aunque dispusieron de 24.000 fusiles, sólo hubo municion para unos cuantos centenares. Enfrente tuvieron al ejército de África y a unos cuantos regimientos, sumando en total 26.000 soldados.


Las consecuencias de la Revolución de Asturias se hicieron notar en los acontecimientos posteriores. La derecha radical-cedista comprendía que para gobernar tendría que apoyarse en el Ejército. A fin de preparar un ejército gendarme a prueba de insurrecciones obreras, los militares más reaccionarios como Fanjul, Goded, Varela, Mola, el antiguo Director General de Seguridad bajo la Monarquía, fueron rehabilitados y ascendidos por Gil Robles, extremista de derechas que en mayo de 1935 llegó al Ministerio de la Guerra. Franco fue nombrado jefe del Alto Estado Mayor. Por su parte las dos facciones socialistas acentuaron su división y se enzarzaron en una lucha de poder. Los dirigentes de la UGT adoptaron un lenguaje maximalista pero puramente retórico. Solo la FTT, el sindicato socialista de los jornaleros, se radicalizó de verdad. La izquierda socialista rechazó la responsabilidad en los hechos de Octubre, brindando la oportunidad al PCE de reivindicar la insurrección como cosa suya y acaparar protagonismo postizo. El centro socialista de Prieto renunció definitivamente a los métodos revolucionarios y trató de repetir la coalición anterior con los republicanos, pero la izquierda socialista de Largo Caballero transformó esa iniciativa en un frente político y social que englobaba a los comunistas, a los pestañistas y al POUM. La invocación de Asturias sirvió esta vez para exhortar al proletariado a votar por el Frente Popular. La CNT no hizo campaña de abstención, como en las otras veces y recibió con los brazos abiertos a los escindidos. La UGT absorbió a los sindicatos que no quisieron volver al seno de la Confederación y a pequeñas centrales comunistas como la CGTU y la FOUS. La CNT proclamó en su congreso de Zaragoza la necesidad perentoria de una alianza con la UGT. Desgraciadamente dicha alianza, inicialmente materializada tras el 19 de Julio en colectivizaciones conjuntas o en comités de control obrero, se intentaría llevar a cabo por pactos entre burocracias amparados por el Estado, con lo que la unidad de la clase obrera se convertiría en un tópico ideológico sin contenido revolucionario y la Revolución Social se perdería de nuevo.


Octubre asturiano UHP es un artículo de Miguel Amorós extraído del libro Desde abajo y desde afuera Editorial Brulot 2007