
En las barricadas teníamos banderas rojas y sobre una de las barricadas un cartel donde se podía leer: ¿Qué queremos? Todo. Seguía llegando un río de gente de todas partes. Se oía un ruido seco permanente el tam tam eran las piedras que golpeaban los cables de la corriente eléctrica. Hacían un ruido alucinante. La policía no podía rodear y seccionar la zona que estaba llena de obras y tajos talleres casas populares y prados. La gente continuaba luchando era todo el barrio que combatía. Los grupos se reorganizaban atacaban en un punto concreto para luego dispersarse y atacar otra vez en otro lado. Pero es que además lo que movía a esa gente a la lucha ya no era la rabia y el malestrar creado había una sensación de alegría de entusiasmo. La satisfacción de verse fuertes. De descubrir que estas aspiraciones que esta lucha que llevaban a cabo eran los deseos de todo el mundo la lucha de absolutamente todos.
Sentían su fuerza habían oído que en toda la ciudad existía una auténtica explosión popular. Sentían la unidad esta verdadera fuerza. Por lo que cada piedra que arrojaban a la policía era todo un placer casi había desaparecido la rabia. Y es que nos sentíamos muy fuertes. Además veíamos que éste era el único modo que teníamos de vencer al enemigo golpeándole con piedras y palos. Hacíamos añicos las señales luminosas los semáforos los carteles. Se rompían y se abatían sobre las calles los semáforos y todos los postes que encontrábamos. Intentábamos hacer barricadas por todas partes con cualquier cosa. Una apisonadora volcada grupos electrógenos quemados. Mientras se hacía de noche y se empezaban a ver por todas partes los fuegos en medio del gas y el lanzamiento de los cócteles las llamas."
Extracto de ¡Lo queremos todo! de Nanni Balestrini, novela inspirada en las luchas obreras de la Península Itálica a finales de la década de los 60, en concreto en la FIAT de Turín
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