Los CUB surgieron durante 1968 sobre todo en ciudades del norte de Italia, tras las grandes huelgas contra las "jaulas salariales" (la parcelación salarial y de los contratos según la zona geográfica del país) y por las pensiones. Se presentaron como estructuras organizativas independientes que se desmarcaban de la política colaboracionista de los sindicatos. Las cuestiones que abordaron funcionaron como "motor" de las luchas del Otoño Caliente del '69 en Italia.
Documento del CUB Pirelli
La lucha en una nueva dirección, organizarse
El malestar que ha dejado la firma unitaria de la negociación ha sido en seguida muy fuerte. En un primer momento se trataba de la rabia obrera contra el sindicato (no fueron pocos los obreros que entonces rompieron sus carnés sindicales), entre otras cosas porque los activistas sindicales competían entre sí atribuyéndose los contenidos del acuerdo. Posteriormente una lluvia de autocríticas por parte de los sindicatos acabaron sustancialmente en una invitación a renovar la confianza, tal vez a través de una presencia más asidua, "de control", en las asambleas sindicales. Pero para algunos obreros la lección había sido definitiva: el convenio timo era el resultado de la falta de visión política de los problemas obreros, de la falta de una conciencia de lucha continua y frontal contra el patrón, era el resultado de la búsqueda del comprmiso, según la línea llevada a cabo por las centrales sindicales (sólo atentas a las maniobras de altos vuelos y nunca al clima "político" creado en la base obrera) dispuestas a sacrificar cuaqluier exigencia de base en nombre de la unidad por arriba.
Han echado a andar las primeras propuestas obreras con el fin de dar una solución política al malestar, se vuelve a pensar en la cuestión de la lucha de la clase obrera, se discute con el fin de reconsiderar las formas mediante las cuales se pueda expresar. Fuera de la fábrica, obreros afiliados a distintos sindicatos y decididos a comenzar un nuevo trabajo en la fábrica, comienzan a encontrarse, a discutir qué hacer. Se constituye, en este clima, el Comité Unitario de Base de la Pirelli.
Los primeros meses del CUB son duros: de hecho las secciones sindicales presionan para que los activistas vuelvan a un trabajo dentro, y no fuera, del sindicato. Pero gracias a las discusiones con los dirigentes sindicales, que participaban inicialmente en las reuniones del CUB, y a la confrontación directa con la línea del sindicato, y también del partido, se han clarificado los términos en los que emprender el trabajo que será una acción cualitativamente diferente de la acción sindical.
En Milán, mientras tanto, se habían desarrollado luchas estudiantiles que habían avanzado, aunque de forma algo consfusa, la idea de unidad de obreros y estudiantes. En la Innocenti, en particular, el Movimiento Estudiantil, introduciéndose en el momento de la lucha, ha contribuido a elevar la tensión y la combatividad y por lo tanto ha ayudado a concluir con un acuerdo inesperado.
Los obreros del Comité Pirelli han vislumbrado ahora la posibilidad de un trabajo político con los estudiantes. Han hecho algunos contactos personales con quienes parecen tener mayor disponibilidad para un compromiso continuo. El CUB toma así la forma de un organismo constituido por obreros y estudiantes.
Sobre la conexión obreros-estudiantes
El CUB ha realizado un nuevo tipo de unión respecto del realizado o practicado por el Movimiento Estudiantil. Lógicamente, la superación por parte del ME de la lógica corporativista y sectorial, el significado decidicamente anticapitalista de sus luchas, habían llevado a muchos estudiantes al trabajo político de fábrica, el lugar en el que nace el capital y manifiesta sus contradicciones más evidentes, siempre con el fin de conectarse con la clase obrera y con la perspectiva de erosionar el sistema. Pero el papel puramente instrumental desarrollado por los estudiantes durante las luchas obreras milanesas de 1968 (p.ej. Innocenti y Marelli) carecía claramente de perspectiva, en la medida en que se encontraba reducido a una simple función de servicio: el estudiante que distribuía panfletos y era miembro del piquete. En el CUB los estudiantes ya no tienen una posición subordinada, sino que participan en primera persona en el trabajo obrero, que es un trabajo político, y en cuanto no admite divisiones de categoría. Además la presencia de los estudiantes es continua, tal y como requiere el objetiva anticapitalista de las luchas estudiantiles y el reconocimiento de que la fábrica es el lugar del nacimiento del capital.
Una relación correcta dentro del comité de fábrica exige por lo tanto una responsabilidad equiparada, lo que quiere decir elaboración y decisión colectiva de la táctica, de las herramientas y de los tiempos de lucha. Para llegar a esto, han sido decididamente eliminados del CUB: a) el obrerismo, que a través del mito del "obrero en tanto que tal" condicional al estudiante a una prudente posición de inferioridad y limita su intervención y acción; b) la autonomía entre ME y movimiento obrero, formulada por PCI y la CGIL para conservar su "hegemonía" sobre la clase obrera y evitar que la unidad estudiantes-obreros dentro de un organismo pudiera desbancarles.
Además, en lo que respecta al ME "oficial", hay que decir que se ha intentado la colaboración con éste aunque la mayor parte de las veces con escasos resultados y sólo con éxito en momentos concretos (manifestaciones o piquetes), dado que la estructura del ME y su fluidez ideológica (por no hablar de la incomprensión y del esnobismo con el que los "líderes" estudiantiles han considerado la experiencia Pinelli; para luego llenarse la boca con el eslogan de la "unidad obreros-estudiantes"), no habría permitido lo que se quería en el CUB: que estudiantes y obreros tuvieran la misma función política, de análisis y decisión, y sólo secundariamente se repartieran las tareas por razones de oportunidad; los primeros tienen, de hecho, una mayor disponibilidad de tiempo y una mayor movilidad de acción, y por lo tanto aseguran mejor la eficiencia organizativa, los segundos están mejor informados de la situación de la fábrica y consecuentemente gozan de una mejor posición para analizar los hechos y hacer propuestas concretas.
Por otro lado, el comité siempre ha estado abierto a los estudiantes y en general a las "fuerzas externas" (obreros de otras fábricas y militantes de izquierda) dispuestas a aceptar los contenidos del CUB y a trabajar para desarrollarlos y realizarlos.
Método de trabajo del CUB
No teniendo una ideología preconstituida, el CUB ha partido de un análisis del plan del capital, no en relación con su dinámica general sino con su concreción en la fábrica. El análisis de la explotación en la fábrica es la base del discurso político del comité. Y a través de la discusión sobre la condición obrera en la Pirelli se intenta comprender en qué momento político se puede iniciar la movilización.
Se trata de demostrar que los elementos presentados como componentes esenciales e inevitables del trabajo, los ritmos, el cronómetro, los ambientes nocivos, etc., no son otra cosa que elementos de explotación. Explotación no es sólo una palabra, sino una realidad que el obrero experimenta en la fábrica bajo formas muy precisas. Por eso el CUB parte siempre del análisis de la condición obrera concreta para ir más allá de la simple expresión de malestar y para alcanzar un compromiso de lucha frontal contra la explotación y sus causas.
Desde que comenzó el fenómeno de la formación de pequeños grupos de izquierda del PCI, muchos de éstos han realizado intentos de intervención en la fábrica (Quaderni Rossi, Avanguardia Operaria, Potere Operario, Classe Operaria, marxistas leninistas, PCD'I, etc.)
La crítica que el CUB ha hecho al tipo de intervención de estos grupos, entre los que nunca ha sido comprendido, parte del hecho de que éstos actúan desde fuera, a pesar de sus intenciones, dado que parte de análisis teóricos acabados o de exigencias ideológico-políticas irrenunciables, que luego tratan de traducir en líneas de lucha o en platraformas reivindicativas que en su mayoría encuentran escasa audiencia entre los obreros.
A juicio del CUB, el motivo de la falta de respuesta a las intervenciones externas por parte de la clase obrera, puede deberse a que el punto de partida real (no el simple pretexto) debe ser la condición particular y concreta en la que los obreros conocen la explotación capitalista. Ni la acción ni la teoría pueden prescindir de esto, so pena de ser irreales y dogmáticas.
Reivindaciones económicas y objetivo político de la lucha
El CUB intenta desarrollar su línea política apoyándose en la condición obrera de la fábrica, verificando los contenidos y los instrumentos de lucha en los distintos niveles de la conciencia obrera. Esto no significa que se "viva al día" o que se apoye un sindicalismo a toda costa: está claro que el discurso es político. La lucha que el CUB intenta mantener es una lucha por el "poder obrero". El ataque al patrón, si quiere ser general, puede y debe pasar por diferentes momentos; las contradicciones en el plano patronal sólo estallan cuando el obrero comprende que cada uno de sus deseos económicos sólo son un momento de un fraude más amplio y que sus deseos económicos pueden satisfacerse a través de una lucha general por la toma del poder. La perspectiva es obvia y elemental: se cuestiona el poder de decisión del patrón en cada uno de los puntos concretos en el que éste actúa.
Practicar una lucha únicamente reivindicativa es fracasar desde el comienzo. Los contenidos políticos son los únicos capaces de generar un rechazo general de las condiciones económicas. La perspectiva se llena de contenidos reivindicativos pero no se identifica con éstos.
En cambio es fundamental buscar de ven en cuando contenidos reivindicativos, necesidades económicas capaces de resumir en lo concreto el significado político.
Por ejemplo: no se lucha por una regulación del trabajo a destajo ni por una mejora del ambiente de trabajo, pero a través de la protesta por el trabajo a destajo o en contra del ambiente nocivo se cuestiona el poder de decisión del patrón (antes de las luchas era Pirelli quien decidía los ritmos o establecía el límite de lo nocivo; en la lucha el obrero es quien decide ritmos, quien rechaza el trabajo si comporta un daño para la salud, etc.).
Cualquier reivindicación es integrable, pero si la perspectiva de la lucha es política, es posible rechazar las luchas subversivas y crear momentos y lugares de lucha revolucionaria. En la actual situación asistimos, como se sabe, a una división entre el momento económico de la lucha, gestionado por los sindicatos, y el momento político, gestionado por los partidos obreros.
Sin embargo es precisamente la unidad de la lucha económica y de la lucha política lo que puede provocar la crisis de la sociedad capitalista. De hecho, la lucha económica es fecunda sólo si combate el plano general de la política y, por otra parte, el momento político no se puede separar de las luchas económicas, sin empobrecerse. Además, la conciencia obrera de los propios intereses y derechos sobre el lugar de trabajo es lo que lleva a la lucha general en la sociedad, y viceversa.
Cuando, como ocurre ahora, se confía el momento político a los dirigentes del partido y el momento económico a los dirigentes sindicales, existe el riesgo de que la clase obrera se vuelva extraña a ambos procesos. Sin contar con que los dirigentes se transformen en buroracias del partido y del sindicato.
El CUB es un intento de devolver a la clase obrera su papel de sujeto, tanto en la lucha económica, como en la lucha política.
Relaciones con los sindicatos
De lo escrito hasta ahora se desprende claramente que el CUB nunca ha querido proponerse a sí mismo como estructura organizada alternativa al sindicato, ni siquiera se ha propuesto hacer un análisis o una crítica puntual de lo que hace el sindicato,sino que por el contrario cuestiona el papel objetivos del sindicato y en su documento programático se puede leer: "Por lo tanto, la inserción de los organismos sindicales dentro de este plano (del capital) supone enjaular las luchas a través también del instrumento sindical. De hecho, los sindicatos deben funcionar cada vez más objetivamente como gestores de la negociación, deben estar cada vez más dispuestos a negociar primero, y sólo después a luchar (este es el sentido del marco acordado del que se habla tanto y sobre el que escribiremos más tarde en otro documento). La propia comisión interna debe estar subordinada al sindicato central y éste tiene que encontrarse activamente insertado en la programación. Las comisiones paritarias, que por otra parte ya no funcionan, son armas de chantaje anti-obrero, por cuanto pueden intervenir sólo en los casos de abuso evidente y éstas están casi siempre en manos del patrón ya que la mitad de las mismas está formada por dirigentes y la otra mitad (aunque sabemos que siempre es posible comprar a algun rufián) por representantes de los obreros".
El sindicato gestiona la negociación y siempre propone la lucha para llegar a las negociaciones, o después del inicio de las negociaciones. De hecho, el sindicato está insertado en la lógica del sistema capitalista, porque tiene a reducir y a limitar la combatividad obrera entre el incio y la conclusión de las negociaciones.
El CUB no ha buscado ni el enfrentamiento ni el encuentro con el sindicato ya que actúa en otro plano: en la formulcación política de los problemas y en la dirección política de la lucha, superando de hecho la gestión puramente sindical.
Pero aunque no busque el enfrentamiento, el CUB muestra sus divergencias respecto del modo en que los sindicatos pretenden dirigir la lucha en la Pirelli y denuncia que la huelga meramente demostrativa, la huelga como amenaza para realizar la negociación, al igual que la huelga programada, son formas estériles, incapaces de provocar la crisis del sistema patronal.
El CUB se convierte en el transmisor de la idea de la huelga de lucha, es decir, la huelga como expresión de la combatividad obrera y de su capacidad de hacer mutar las relaciones de fuerza en la fábrica.
Esta concepción de la huelga tal vez permita a la clase obrera de la Pirelli superar la fase actual en la que la lucha se ha desarrollado casi siempre como reacción a las iniciativas provocadoras del patrón. Por lo tanto, estamos todavía en una fase defensiva pero que se va orientando hacia una lucha de ataque, como se puede ver en la llamada "huelga de producción" cuando los obreros, fuera de las fases de lucha y sin querer sumarse a ninguna negociación inmediata, deciden la disminución de la producción.
El CUB, por lo tanto, aunque se encuentre forzosamente al lado del sindicato en la intervención en la fábrica y lleve a cabo una formulación diferente, cuando es a menudo atacado y rechazado por éste y cuando otras veces es, en cambio, recuperado por el mismo, no acusa a los sindicatos de ser "traidores a la clase obrera" sino que por el contrario pone de relieve el límite intrínseco del discurso sindical y señala a la gestión política autónoma de la lucha como el instrumento capaz de superar este discurso y sus límites internos.
Los sindicatos, a parte de los ataques oficiales, se repliegan sobre ataque esporádicos y personales contra miembros concretos del comité, tanto obreros como estudiantiles, intentando disminuir las simpatías de los obreros, por lo menos de su componente estudiantil. Tras estos intentos, siempre en vano, se ven obligados a reconocer la realidad del comité.
Es significativo, en este sentido, que en las críticas de la Unità, durante meses, no haya habido ninguna mención respecto a la existencia del CUB; sólo se reconoce la existencia del CUB en un suplemento especial sobre las huelgas de la Pirelli, pero reduciéndolo a la categoría de "impulsor". En cambio, el Gazzetino Padano destaca en sus críticas de tono alarmista la ausencia de sindicato en estas huelgas, en las que mencional al CUB, presentándolo sobre todo como "fuerza externa", y refiriéndose a las supuestas tensiones que había creado dentro de la fábrica. Ésta es también la posición del Corriere della Sera en los artículos dedicados al CUB (de los días 12 y 17 de diembre de 1968).
Texto extraído del libro La horda de oro [1968-1977]. La gran ola revolucionaria y creativa, política y existencial de Nanni Balestrini y Primo Moroni. Traficantes de Sueños 2006.
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