(El 5 de Enero de 1932, día de huelga general en Arnedo, la Guardia Civil disparó contra la manifestación a su llegada a la Plaza de la República, hoy Plaza de Nuestra Señora de Vico, causando once muertos y cuarenta y cinco heridos. El único imputado por el hecho, el teniente Juan Corchera, fue absuelto.)
Los hechos
Esta explosión desastrosa y trágica estaba incubada desde las Elecciones municipales que trajeron la República. Un "patrón orgulloso", Faustino Muro, que supeditaba la permanencia de los trabajadores en su fábrica a la entrega de sus votos a los monárquicos, y unos obreros que querían ejercer con sinceridad el derecho al sufragio, fueron la causa inicial de la tragedia. La pugna entre la imposición caciquil de un patrono de derechas y la sinceridad de voto de unos obreros socialistas, se inclinó hacia el más fuerte. El patrono despidió a un trabajador, con el que se solidarizaron una docena más de obreros. Se ocupó del asunto el Partido y Sindicato Socialista, ahora en plena expansión, con sucesivas negociaciones de tipo legal, encontrando siempre la resistencia y el incumplimiento de arbitrajes por parte del Sr. Muro, que llegó a matizar que cerraría la fábrica antes que acceder a la admisión de los despedidos. Ni la Alcaldía de Arnedo, ni los sucesivos Gobernadors Civiles de la provincia, habían podido llegar a solucionar el problema durante más de diez meses. Cuando parecía llegada la solución, no por la cesión del Sr. Muro, sino por el acto desinteresado de otros patronos de la localidad que admitían a los obreros despedidos de "Calzados Muro" en sus propias fábricas, se produjo la catástrofe.
El cinco de enero se declaró la huelga general en Arnedo. Y este mismo día se anuncia la resolución del conflicto con la intervención del propio Gobernador Civil Sr. Vidal Serrano. En señal de triunfo y de festejo se realiza una manifestación obrera. Manifestantes y guardias (16 ó 18 hombres en el zaguán del Ayuntamiento y diez hombres en los soportales del mismo) se encuentran frentre a frente en el escenario citado anteriormente. ¿Qué sucedió, quién tiró la primera bala, de quién es la responsabilidad, ...? Las versiones oculares de personas de distintos matices políticos y profesionales, se inclinan por la Guardia Civil. Un dato aparece extraordinariamente claro, que ya puso de manifiesto el entrevistador de "El Sol" al Gobernador de la Provincia, lo desproporcionado del encono contra los manifestantes. Para anular el posible impulso y fuerza del obrero (hombres , mujeres y niños) en manifestación triunfante sobre el caciquismo "responsable moral de la tragedia", no era necesaria la auténtica refriega armada de ese número de Guardias Civiles antes mencionado.
Estos trágicos sucesos de Arnedo planearon constantemente en el ambiente político y económico riojano durante y después de la República. Su recuerdo, siempre negro, es el tema obligado para las derechas e izquierdas en todas las propagandas, ocasiones y acciones posteriores.
Hoja pública de la UGT de Arnedo declarando la Huelga General.
“A LA OPINIÓN
La Unión General de Trabajadores, que siempre ha defendido, defiende y defenderá al que trabaja, no consentirá que nadie coma y goce derrochando lo que el obrero (tan explotado en Arrendó por varios patronos sin conciencia) ha ganado con su sudor.
Hoy nos encontramos en un conflicto con los caciques que despiden a los obreros que no dejan que se pisotee su conciencia libre y honrada; esos señores, con sus vergonzosos mañas y valiéndose de obreros pobres de espíritu, que, como perros asustados al palo de sus amos, dueños y señores, firman, sin saber lo que hace, contratos contra ellos mismos, o mejor dicho, dan al amo el puñal para que los maten, porque ellos no tienen valor ni para defenderse.
De esta peste patronal se dan varios casos vergonzosos en los señores Muro, Arrecubieta y Ruiz de la Torre, los tres acostumbrados a hacer trabajar a los obreros diez y doce horas con jornales de hambre, y hoy, que se lo queremos impedir, nos forman mil barajas con testigos falsos y cambios de dueños en las industrias, para no admitir a los obreros que sólo piden trabajo.
Pero nosotros, todos unidos como un solo, el día 5, impulsados por tanto abuso como se está cometiendo por los citados patronos, haremos cumplir la Justicia y siendo todos firmes, acabaremos con la explotación del hombre por el hombre.
¡TRABAJADORES DE ARNEDO! Uníos a nosotros para pedir el pan nuestro y el de nuestros hijos, que esos patronos sin entrañas quieren arrebatarnos.
Arnedo 1932
La directiva.”
Testimonio de Rosario Domínguez Herrero
"Y entonces fue lo mismo llegar, entrar en la Plaza y había muchos guardias debajo de los portales que estaban antes en el Ayuntamiento. Había muchos guardias. Y nosotras nos pusimos así, recostadas en el pilar. Y entonces empezaron a tirar tiros. Porque había mucha gente en las Plaza esperando a que dieran la vuelta para ver lo que iban a hablar en el balcón del Ayuntamiento. Dicen que iba a hablar no sé quién, no sé quién iba a hablar. No sé, no sé lo que pasó más que empezaron a tirar tiros y a tirar tiros y a mi madre se le dio de lleno. Porque yo, cuando cogí a mi madre, que ya no podía mover el brazo, estábamos en los mismos escaparates donde tiene ahora Almacenes Plaza, para ir a la callejita esa de Felipe Abad. Y entonces nosotras: ay, ay, ay, decía mi madre, ay, ay, ay, hija mía, ay, ay, iba andando, todavía iba andando. Yo iba con ella y como toda la gente iba corriendo y nadie te echaba una mano, pues aún cogí a mi madre del brazo, di la vuelta a la calleja, y nos metimos en la entrada de Doña Teresa, que hacía un rincón y había una puerta grande. ¡Gentes!, ¡así se metieron!, ¡muchos heridos, eh! Habçia un chiquillo [Gerardo Hernández], que le cortaron la pierna, que lo bajaba su padre en brazos con la pierna colgando. Y la tía Silvestra, que le cortaron el brazo, se metió allá. Pero yo, mi madre... como toda la gente corrió para arriba, para arriba para arriba, escaleras arriba, que no había ascensores ni nada, ni se hubiera estado la gente tampoco al ascensor a cogerlo. Porque aquello parecía, parecía... Y yo me quedé con mi madre solita en la entrada. Cerraron corriendo la puerta y allá en el portal con mi madre... así de sangre dejó. Las dos piernas le hirieron. Pero mucho. Ay hija mía, ay hija mía, ay hija mía [decía]. Y cuando abrieron, alguno bajaron de arriba, que subieron tanta gente, que todo esto me parece que lo estoy viendo ahora. Bajaron no me acuedo ahora quién. Y yo: mi madre, mi madre, que se va a morir mi madre. Yo era un chiquilla. Y... cuando lo cuento, me emociono que para qué. Y mi madre decía: que no hija mía, que no, que no. Y bajaron y se quitaron las fajas, que llevaban entonces los hombres unas fajas negras que daban vueltas y vueltas, y se la enrollaron a mi madre una en cada pierna. No sé donde sacaron una silla, sentaron a mi madre en la silla, la cogieron, tiraron la calleja arriba, y por la calle de las Escuelas la llevaron a casa."
El texto de los hechos está extraído de la página web sobre historia de La Rioja Bermemar. Los otros dos textos están sacados del libro de Carlos Gil Andrés titulado La República en La Plaza: Los Sucesos de Arnedo de 1932. Instituto de Estudios Riojanos 2002.
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